Defender Europa, defender EE UU
La II Guerra Mundial y su amenazadora posguerra generaron una toma de conciencia de la necesidad de que las sociedades democr¨¢ticas se unieran frente a la amenaza del totalitarismo, que se perfilaba muy inmediata y grave en aquellos d¨ªas en que Josif Stalin conduc¨ªa a la Europa Oriental al campo sovi¨¦tico. El autor ve esa historia a la luz de lo que hoy ocurre.Hace 40 a?os que Harry Truman advirti¨® la conveniencia de defender a Estados Unidos ayudando al Europa a defenderse a s¨ª misma y a hacerse m¨¢s fuerte. Esa pol¨ªtica ser¨ªa m¨¢s tarde conocida como pol¨ªtica de contenci¨®n. Y uno de los aspectos primordiales de ella fue la fundaci¨®n de la OTAN en el a?o 1949.
Lo que resulta verdaderamente extraordinario es que la estructura de la OTAN siga teniendo relevancia, finalidad e importancia real a pesar del paso del tiempo. Pero han sido estos mismos ¨¦xitos los, que han conducido a una puesta en cuesti¨®n de la necesidad de la Alianza. No es f¨¢cil persuadir a los ciudadanos de que deben seguir pagando. Cuando no parece que exista una amenaza inmediata y la paz se mantiene, a los representantes elegidos por los pueblos se les hace demasiado tentador optar por recordar los gastos de defensa. La asistencia social es m¨¢s popular en las elecciones que el armamento. Pero para los que se paran a reflexionar sobre ello, la defensa es el servicio social m¨¢s b¨¢sico de todos.
Cada uno de los 16 Estados miembros de la OTAN se plantea la Alianza desde un punto de vista sutilmente diferente, al tiempo que comparte plenamente su pol¨ªtica en lo fundamental. Pero algo comparten todos: el conocimiento de que el factor decisivo que pone a la OTAN en condiciones de crear un factor de disuasi¨®n digno de respeto es, siendo la URSS una de las dos superpotencias, la presencia de Estados Unidos en la OTAN, que aporta el equilibrio de poder que nos ha proporcionado paz desde la terminaci¨®n de una gran guerra continental.
Esfuerzos europeos
Una de las v¨ªas por las que es posible persuadir a los europeos para hacer mayores esfuerzos es la v¨ªa que marca una cooperaci¨®n mayor de los unos con los otros. Los esfuerzos del Eurogrupo y del Grupo Europeo Independiente de Programas reciben normalmente el benepl¨¢cito de todos, pero hay mucha menos seguridad sobre qu¨¦ reacci¨®n adoptar ante los intentos de los europeos de tratar de problemas defensivos en un foro propio.
Once de esos Estados pertenecen a la Comunidad Econ¨®mica Europea, cuya Constituci¨®n impide tratar de cuestiones de defensa. El ¨²nico foro en el que tales cuestiones se tratan de manera sistem¨¢tica es en la OTAN, que es un foro atl¨¢ntico m¨¢s que europeo. Habida cuenta de que hay problemas que interesan particularmente a los europeos, como, por ejemplo, las repercusiones de los sistemas nucleares de corto alcance, no ha de sorprender que espor¨¢dicamente se produzcan intentos de resucitar la Uni¨®n. Europea Occidental.
Es l¨¢stima que esto levante sospechas entre varios miembros de la Alianza Atl¨¢ntica, entre ellos Estados Unidos y varios pa¨ªses europeos que no pertenecen a la UEO. Y digo que es l¨¢stima porque creo que hay ventajas que ganar con el fortalecimiento del pilar europeo de la Alianza, siempre a condici¨®n de que la OTAN siga siendo el punto de encuentro primordial de nuestra seguridad com¨²n. Y no creo que haya nada ominoso en ese estado de cosas, dada la conciencia que todos los europeos tienen de lovdecisivo que es mantener el v¨ªnculo transatl¨¢ntico.
Es lo normal que todo agrupamiento de pueblos libres vea surgir dentro de s¨ª disputas y tensiones. Pero no hemos de permitir que el forcejeo comercial devenga en algo m¨¢s serio, pues sobra en Mosc¨² gente avezada y presta a echar le?a al fuego y a actuar como sea para crear una divisi¨®n entre Estados Unidos y Europa occidental. Lo que es seguro es que, divididos, pereceremos.
Se ha hablado ¨²ltimamente de retirar de Europa las tropas norteamericanas, de reducir las dimensiones de la presencia militar en Europa. No es algo nuevo. Como argumento se aduce el coste de esa presencia, aunque las estimaciones oficiales norteamericanas demuestran con claridad que har¨ªan falta a?os, hasta una decena, por lo menos, para hacer alg¨²n ahorro digno de tenerse en cuenta. Es decir, que las fuerzas norteamericanas son de importancia vital en Europa. Y adem¨¢s, y aparte completamente de su innegable funci¨®n militar, que es sustancial, resultan determinantes para el sostenimiento de la realidad psicol¨®gica de la Alianza. Constituyen el signo externo y visible del compromiso norteamericano en Europa y, asimismo, la mejor garant¨ªa para los europeos de que Estados Unidos permanece realmente hombro con hombro con ellos. La geograf¨ªa ha situado a los aliados europeos en primera l¨ªnea defensiva frente al Pacto de Varsovia. Pero los norteamericanos han decidido permanecer all¨ª junto a ellos. Y esto, verdaderamente, tiene importancia suma.
En estos ¨²ltimos meses, las noticias procedentes de los reg¨ªmenes del Pacto de Varsovia indican que algo nuevo sucede en ellos, que puede haber un cambio aut¨¦ntico a punto de materializarse. ?Quiz¨¢ no hab¨ªamos tomado en cuenta el hecho de que el mundo no es est¨¢tico, que la historia demuestra que las fuerzas din¨¢micas siempre traen cambios? Con bastante anterioridad a la cumbre de Reikiavik ya sab¨ªamos que el se?or Gorbachov representaba. una figura nueva dentro del tipo del dirigente sovi¨¦tico.
Parece evidente que Gorbachov quiere producir algunos cambios bastante fundamentales en la sociedad sovi¨¦tica. Eso no significa que pretenda transformarla en una democracia parlamentaria ni nada parecido: quienes esperan que implante lo que en Occidente.. consideramos derechos fundamentales, como la libertad de expresi¨®n, de movimiento, de econom¨ªa de mercado, se enga?an a s¨ª mismos. Gorbachov no es ni un revolucionario ni un contrarrevolucionario. Es un dirigente comunista y ruso. Resultar¨ªa un error no tener en cuenta esas caracter¨ªsticas.
Aut¨¦nticos prop¨®sitos
A¨²n no puede haber certeza sobre sus aut¨¦nticos prop¨®sitos. Al menos hasta el momento, su meta declarada es convertir a la URS S en una sociedad m¨¢s moderna y eficaz, sin poner en cuesti¨®n la viabilidad de su sistema pol¨ªtico y econ¨®mico. Para nosotros, eso puede constituir buena noticia, o puede que no. Si Gorbachov tiene intenci¨®n de, deshacerse de toda esa herencia de compromisos ideol¨®gicos y pol¨ªticos de esforzarse por todos los medios por la victoria del socialismo en todo el mundo, entonces la noticia es buena, porque nadie podr¨¢ quejarse de la competici¨®n ideol¨®gica y pol¨ªtica, cuando ya no va a estar respaldada por una abrumadora superioridad militar.
Si pretende conseguir una mayor eficacia, no s¨®lo a fin de mejorar la capacidad de competencia de la URSS como potencia mundial sino tambi¨¦n para ampliar a¨²n m¨¢s su capacidad de actuaci¨®n agresiva en el campo militar, la noticia puede ser negativa. Sea lo uno o lo otro, el proceso de b¨²squeda de adaptaci¨®n del sistema sovi¨¦tico a las condiciones modernas est¨¢ llamado a producir un grado in¨¦dito de agitaci¨®n en el seno de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y nuevas vetas de tensi¨®n en Europa oriental.
Hasta el momento, no hemos sido testigos de nada que venga a indicar la existencia de un cambio radical en la pol¨ªtica exterior sovi¨¦tica, aunque quiz¨¢ sea demasiado pronto para pronunciarse. Hemos observado un activismo mayor y un nuevo estilo en la diplomacia sovi¨¦tica. Han. llegado a nuestros o¨ªdos muchas, palabras sobre un planteamiento multipolar por parte de la URSS hacia un mundo cada d¨ªa m¨¢s interdependiente, y otras informaciones en esa l¨ªnea. Pero casi no ha habido actos concretos que correspondan a esas palabras. Lo ¨²nico que podemos hacer es suspender la emisi¨®n de un juicio sobre un posible giro de su pol¨ªtica exterior hasta que tengamos pruebas reales de que hay un planteamiento nuevo y constructivo sobre problemas regionales.
La retirada de tropas. sovi¨¦ticas de Afganist¨¢n y Mongolia, si no directamente fraudulentas, eran se?ales de intenci¨®n pol¨ªtica, en todo caso insignificantes desde el punto de vista militar. Cabe muy bien pensar que en Afganist¨¢n el se?or Gorbachov quisiera deshacerse de la era de Breznev y que recibe constantes condenas de pr¨¢cticamente el mundo entero. Es igualmente posible que la Uni¨®n Sovi¨¦tica considera ya colmada la medida y acceda a una retirada de una escala muy superior a sus intenciones. Eso, a mi juicio, constituye una amarga prueba para la pol¨ªtica exterior de la URSS, porque supondr¨ªa algo as¨ª como un repudio de la doctrina de Breznev de la soberan¨ªa limitada de los Estados socialistas.
Estados Unidos es el que tiene el papel primordial en la mayor parte de las cuestiones de desarme, al negociar directamente con la otra superpotencia. Toda la Alianza se encuentra actualmente m¨¢s unida y m¨¢s sintonizada gracias, por ejemplo, a las puestas al d¨ªa regulares que nos ofrecen en la sede de la OTAN el embajador Kampelman y sus colegas sobre sus conversaciones con los sovi¨¦ticos.
Las negociaciones sobre fuerzas nucleares de alcance medio parece que son las que ofrecen mejores perspectivas de ¨¦xito. Se recordar¨¢ que ya en Reikiavik estaba formulada la opci¨®n cero-cero en el ¨¢mbito de los proyectiles de alcance medio-largo en Europa y que, pr¨¢cticamente, ya hab¨ªa acuerdo sobre ella. Entonces, la parte sovi¨¦tica, volvi¨¦ndose atr¨¢s de la posici¨®n adoptada en la cumbre de Ginebra de 1986, quiso establecer un condicionamiento entre el acuerdo sobre la abolici¨®n de esta categor¨ªa de armas y un asunto por entero ajeno a ¨¦l, como es la Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica (SDI). L¨®gicamente, el presidente Reagan no acept¨® aquel condicionamiento.
No me cabe duda de que los sovi¨¦ticos obraban en parte motivados por la idea de que se trataba de una cuesti¨®n que podr¨ªa escindir a la Alianza. Puede que calcularan que hab¨ªa tanta impaciencia en Europa por ver logrado un acuerdo importante de control de armamentos, que todos iban a desarrollar presiones sobre Estados Unidos para que hiciera concesiones sobre la SDI. As¨ª, en caso de qu¨¦ Estados Unidos no respondiera a ellas, la culpa habr¨ªa de recaer en el presidente Reagan. C¨¢lculo, naturalmente, errado.
La retirada de Europa de los SS-20 sovi¨¦ticos y de los Pershing y misiles de crucero norteamericanos no disipar¨ªa la amenaza que gravita sobre las ciudades de Europa occidental, la mayor parte de las cuales podr¨ªa ser alcanzada desde territorio del Pacto de Varsovia por los proyectiles de alcance medio-corto sovi¨¦ticos, y algunas de ellas incluso por los proyectiles de alcance corto. Y los europeos no olvidan que el Pacto de Varsovia posee una superioridad de ocho o nueve a uno en esta categor¨ªa de armas.
Desequilibrio
De llegarse a un acuerdo para la retirada de todos los sistemas de proyectiles bal¨ªsticos y de crucero de Europa, tanto del Este como del Oeste, el desequilibrio actualmente existente a favor del Pacto de Varsovia en el plano de las fuerzas convencionales y de medios qu¨ªmicos se har¨ªa a¨²n m¨¢s inquietante. No sostengo con esto que haya de avanzar en un ¨¢mbito seg¨²n el progreso que se haga en los otros ¨¢mbitos, sino que tenemos que ser conscientes de las posibles consecuencias de todo movimiento que hagamos y lo bastante cautos para evitar quedar en grave desventaja.
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