Rafael Carretero Moragas

La vida familiar de Rafael Carretero pasa a segundo plano cada 7 de enero. Desde mucho antes, el 90% de su trabajo como jefe del servicio t¨¦cnico del ¨¢rea de fiestas mayores del Ayuntamiento de Sevilla se constri?e a procurar la buena marcha de la segunda semana grande de la primavera: la Feria de Abril. A partir del lunes de resaca, cuando todos se recuperan, Rafael Carretero tiene que desmontar lo que tanto cost¨® erigir, pero lo hace con la misma ilusi¨®n, porque para ¨¦l "trabajo es igual a divertimento".

Rafael Carretero es el filtro por el que tienen que pasar todos los que participan en el esplendor de la Feria de Sevilla: montadores, propietarios de casetas, encargados de protocolo, feriantes, chiringuitos y quienes no tienen un destino espec¨ªfico pero son necesarios. "Yo soy el que tiene que dar la cara en todas las situaciones. Los ¨²ltimos 15 d¨ªas pasan por mi despacho una media de 200 personas diarias con otros tantos problemas que hay que resolver". Esta servidumbre la sobrelleva escondida bajo su afici¨®n y amor a la fiesta y raramente se enfada con sus interlocutores: "Soy perro ladrador...".Su dedicaci¨®n a la Feria comienza en los meses de verano con los proyectos de estructuras, portada y montaje de los exornos. En esos meses se dise?an tambi¨¦n la distribuci¨®n de las casetas municipales y los servicios p¨²blicos y se contratan las atracciones de la calle del infierno, en la parte posterior del Real. En septiembre se aprueban los proyectos en el pleno del Ayuntamiento y, desde ese momento, su vida empieza a pertenecer al lugar inmaterial de lo que ser¨¢ la diversi¨®n ajena. No se considera imprescindible pero asegura que "no hay director de cine capaz de poner de acuerdo a tanta gente". Rafael Carretero est¨¢ casado y tiene cuatro hijos, pero en ellos encuentra comprensi¨®n porque "siempre lo han vivido tan intensamente que lo llevan tan dentro como yo".

En los primeros d¨ªas de cada marzo traslada su despacho al Real de la Feria, y desde all¨ª tiene que coordinar "las dos clases de duendes del arte que hacen posible este espect¨¢culo: los que trabajan una media de 20 horas diarias sin descanso para levantar la infraestructura, y el resto, el com¨²n de los sevillanos, que acude a adorna r sus casetas y a vivir su feria desde mucho antes". El alma mater de la Feria de Sevilla tiene necesariamente mucho aguante. Su voluminoso f¨ªsico y mirada de pocos amigos contrasta con su afabilidad. Eso ocurre "porque yo cargo bater¨ªas al ver c¨®mo. va creciendo el recinto" y en los d¨ªas de feria "viendo la coreograf¨ªa final del medio mill¨®n de personas que hay dentro". En esos d¨ªas su sue?o se ve seriamente resentido, pero cada jornada encuentra un hueco para beneficiarse unas copitas de fino, lo que es tan importante "corno el carburante para los coches".

Por fin llega el lunes, "y cuando todos se van, Carretero se queda m¨¢s s¨®lo que la una, pero con un equipo de desmontaje al que tengo tanto respeto como a m¨ª mismo. Es un trabajo arduo y triste porque crear algo ef¨ªmero tan fant¨¢stico es muy bonito; destruirlo no lo es tanto". La explanada de la Feria quedar¨¢ desierta en pocas semanas, pero Rafael Carretero Moragas tiene que ir pensando en la feria del a?o siguiente, para la que quedan 352 d¨ªas naturales, seg¨²n dice un cartel expuesto en el recinto ferial de este a?o.