550 kil¨®metros hacia el Sur
M. ?. E. Un tr¨¢fico denso pero fluido llena la autopista Bagdad-Basora a su primer tramo, hasta llegar a Kut. Coches, autobuses y camiones circulan en ambos sentidos en medio de pitidos de cl¨¢xones. El asfalto es bueno, y el trazado de los 550 kil¨®metros que separan la capital iraqu¨ª del gran puerto del Sur, casi recto. La ausencia de limitaciones de velocidad permite sacar una buena media, pese a la conducci¨®n ca¨®tica de los iraqu¨ªes.
Es temprano, y a ambos lados de la carretera, grupos de escolares esperan el autob¨²s para ir a clase. Algunos soldados hacen autoestop. Un poco m¨¢s adelante, una mujer vende refrescos. El marcador de velocidad se?ala 30 kil¨®metros por hora.
A la entrada de Kut, un puesto de control de tr¨¢fico obliga aminorar la marcha. El agente echa un vistazo y ni siquiera pide el permiso de conducir. Al parecer, buscan desertores y una mujer occidental no es precisamente sospechosa.
Hace calor. Aunque es el mes e Ramad¨¢n, hay un cafet¨ªn abierto a la derecha de la carretera. Un poco de agua fresca y el adicional t¨¦ al lim¨®n iraqu¨ª permiten continuar el camino. Todav¨ªa quedan 280 kil¨®metros para llegar a Basora.
La circulaci¨®n comienza a disminuir, y se hace patente la presencia de veh¨ªculos militares. Autom¨®viles de todo terreno camuflados, camiones que transportan carros de combate, autobuses con soldados... Aquello huele a zafarrancho de combate. Aun as¨ª, sorprende la ausencia , controles, no ya militares, sino incluso de la polic¨ªa de tr¨¢fico. S¨®lo al llegar a Amara, 150 kil¨®metros al norte de Basora y apenas 40 al oeste de la frontera iran¨ª, aparecen de nuevo dos casetas de vigilancia, a la entrada y a salida de la ciudad, f¨¢cilmente reconocibles por la l¨ªnea roja pintada en la pared.
A partir de ahora, apenas vuelven a verse veh¨ªculos civiles, excepci¨®n de los coches particulares de los propios militares. Una hilera de nidos de ametralladoras a cada lado de la carretera incrementa la sensaci¨®n de encontrarse en una zona peligrosa. Carros de combate, radar, postes , telecomunicaciones, bater¨ªas antia¨¦reas y puestos de la Media Luna Roja completan el paisaje.
Los pueblos por los que atraviesa la autopista, generalmente llenos de gente, est¨¢n ahora vac¨ªos, como Al Asiar, la mayor¨ªa de cuyos habitantes se vio obligada a escapar del enemigo cuando en la primavera de 1985 las tropas iran¨ªes estuvieron a punto de cortar la carretera. Hoy, la primera l¨ªnea de fuego se encuentra unos 25 kil¨®metros, pero s¨®lo algunos se han atrevido a regresar. Desde aqu¨ª hasta Basora, las l¨ªneas defensivas iraqu¨ªes transcurren pr¨¢cticamente paralelas a la autopista. A lo lejos, a la izquierda, se ven de cuando en cuando columnas de humo. Un nuevo puesto de control y se llega a Basora.
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