En la taberna
JOAQUIN VIDALRafael de Paula y Roberto Dominguez re?¨ªan en el ruedo y un coletilla terci¨® luego para re?ir tambi¨¦n. Rafael de Paula y Roberto Dom¨ªnguez confundieron el ruedo de Las Ventas con la taberna del puerto, y escenificaron escaramuzas tabernarias, con el coletilla por medio, de camorrista: el gitano que usted ha mirado a mi gach¨ª y no se lo consiento; el payo que a buenas horas iba yo a mirar semejante tonel y si lo miro ?qu¨¦ pasa?; el gitano que lo de ton¨¦ se lo va a tragar usted; el coletilla que se, Viene desde un extremo de la barra y se encara con el gitano para participar en la camorra; navajas; la clientela que se abre y desde la distancia toma partido... Bueno, pues en Las Ventas, lo mismo, s¨®lo que sin navajas y sin gach¨ª.
A
Moreno / Paula, Dom¨ªnguez, Sand¨ªnCinco toros de Alonso Moreno (6?, sobrero) y 5? sobrero de Daniel Ruiz, faltos de fuerza y casta.Rafael de Paula: pinchazo, estocada corta y aviso con retraso (divisi¨®n); media delantera atravesada saliendo perseguido, media casi en la papada, pinchazo hondo bajo, tres descabellos -aviso con retraso- y otro descabello (bronca). Fue despedido con impresionante lluvia de almohadillas. Roberto Dom¨ªnguez: pinchazo, otro hondo, rueda de Peones descabello (ovaci¨®n y salida al tercio); bajonazo a toro arrancado, un descabello otro bajonazo y cuatro descabellos m¨¢s (divisi¨®n). Lucio Sand¨ªn: cuatro pinchazos y estocada (vuelta al ruedo); pinchazo y media (gran ovaci¨®n). Plaza de Las Ventas, 21 de mayo. S¨¦ptima corrida de feria.
Y todo por un m¨ªsero quite, qu¨¦ tiempos. Aqu¨ª nadie aguanta una avispa en las partes pudendas. Roberto Dom¨ªnguez hizo un quite en el toro de Paula -el cuarto- y Paula se adelant¨® a recriminarle. No o¨ªmos lo que dijo pero esto no vuelve a pasar: ma?ana, adem¨¢s de los prigm¨¢ticos, llevaremos a la plaza amplificadores de sonido. La situaci¨®n qued¨® tensa, se aprecciaban las expresiones enfurecidas. Lo comentaba con creciente expectaci¨®n el publico y uno advert¨ªa Roberto Dom¨ªnguez s'ha cabreau. El siguiente toro correspond¨ªa a Dominguez, el cabreau, y Paula fingi¨® un quite, que consisti¨® en pegar capotazos sin sentido. Dom¨ªnguez se dirigi¨® a Paula, vociferante y altanero. Apareci¨® despu¨¦s el pe¨®n El Millonario, en las manos los garapullos, y se puso a pegarle gritos tambi¨¦n, sin la menor consideraci¨®n a la jerarqu¨ªa, ni respeto al p¨²blico. En realidad al p¨²blico no le ten¨ªa respeto ninguno de los tres, y una cebolla se les daba en aquellos momentos que abroncara al agraviador, al agraviado, al d¨ªscolo de los garapullos y a la situaci¨®n.
Quite usurpado
Cogi¨® los trastos torcidas Dom¨ªnguez y al cruzarse con Paula algo fuerte le debi¨® decir, pues Paula vibr¨®, de s¨²bito, como si hubiera metido los dedos en un enchufe. Luego, en el callej¨®n, les contaba sus cuitas a los banderilleros, que asent¨ªan con ostentosos movimientos de cabeza. Dominguez se limit¨® a cruzar el ruedo castigando por bajo al toro y lo fundi¨® a bajonazos. Dec¨ªan por ¨¦l tendido que lo hizo as¨ª porque estaba cabreau; como si el p¨²blico tuviera la culpa. En el sexto, Dom¨ªnguez intent¨® el quite que correspond¨ªa a Paula, y tuvo que intervenir Sand¨ªn para restablecer el orden. Entr¨® entonces majestuoso Paula al quite que le hab¨ªan querido usurpar, y sali¨® por donde hab¨ªa venido, pero presa de un incontrolado perneo. Acabada la corrida a¨²n porfiaban y el p¨²blico le tir¨® a Paula todas las almohadillas que ten¨ªa a mano: un mill¨®n, almohadilla m¨¢s o menos. Muy pendencieros estaban en la taberna. En el ruedo, en cambio, era otra cosa. El ¨²nico que se sab¨ªa en el hist¨®rico ruedo de Las Ventas y le hac¨ªa honor era Lucio Sand¨ªn. Lucio Sand¨ªn cuaj¨® ayer una faena importante a un toro aplomado, reserv¨®n y peligroso. Lo fue consintiendo, hasta encelarlo y, encelado, lo tore¨® en redondo y al natural con estilo exquisito e irreprochable hondura, abrochando en ligaz¨®n las suertes con pases de pecho de cabeza a rabo En la culminaci¨®n de la faena el toro le enganch¨® de mala manera en medio del horror del p¨²blico, pues dio la sensaci¨®n de que se hab¨ªa producido la cornada. No hubo tanto y Sand¨ªn volvi¨® a la cara del toro, se descar¨® en un desplante torero, entr¨® a matar. Pinch¨® mucho y feo, y a¨²n as¨ª hubo de dar una clamorosa vuelta al ruedo. Tambi¨¦n porfi¨® valientemente al sexto, que era de peor cala?a. Verg¨¹enza torera se llama esa figura. Verg¨¹enza torera, que tanta falta hac¨ªa ayer en Las Ventas.
Hecho un pincel
Paula iba hecho un pincel. Llevaba tren cilla natural cogida con lazos de raso negro, que le ca¨ªan floreados sobre los alamares d la espalda y utiliz¨® un capote escarlata con las vueltas verdes, a la manera de Juan Belmonte. El m¨¢gico rito de la tauromaquia Rafael de Paula lo vive y lo viste como nadie. A veces lo vive tambi¨¦n ante el toro, aunque sea en espaciado goteo de esencias como ayer. Apunt¨® la ver¨®nica y la media ver¨®nica de su sello, instrument¨® un trincherazo que provoc¨® un ol¨¦ estruendoso, es tuvo cautamente voluntarioso con su primer toro, acuchill¨® el cuello del otro. Dom¨ªnguez dibuj¨® templadas ver¨®nicas, un suave remate de capa a una mano, por fi¨® valent¨®n y sereno a un toro monol¨ªtico y al otro, lo dicho: bajonazos.Discusiones, ri?as, cuchilladas pescueceras, bajonazos, una tropa a caballo alanceando por su cuenta y gusto ri?onadas de toros -tambi¨¦n eso-, broncas en el tendido donde el contraste -de pareceres se sustanciaba a tortas, almohadillazos. Entre unos y otros, de arriba y de abajo, convirtieron la plaza de toros en la taberna del puerto. Si no llega a ser por la torer¨ªa de Lucio Sand¨ªn, que consolid¨® su cartel en Madrid, aquello habr¨ªa sido Las Ventas vinos y licores.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.