Cartas de Werther
Valorar a estas alturas las ¨®peras por sus libretos ser¨ªa un error imperdonable, porque podr¨ªa llegarse a la peligrosa conclusi¨®n de que una buena parte del repertorio que se escucha por los teatros de ¨®pera de esos mundos no vale un pimiento. Que el Fausto de Gounod no es el de Goethe, que el Otelo de Verdi no es el de Shakespeare, que la Manon de Puccini, o la de Massenet, no corresponden a la seductora protagonista de la novela del abate Pr¨¦vost, es una evidencia aplastante por una raz¨®n: los h¨¦roes y hero¨ªnas de la literatura no cantan, sencillamente hablan.Massenet, que en 1886 peregrinaba a Bayreuth con la debida dosis de respetuosa religiosidad hacia Wagner y en general hacia la cultura germ¨¢nica, buscaba un nuevo tema que fuera bien alem¨¢n y que objetivara su admiraci¨®n por cuanto ocurr¨ªa en la otra orilla del Rin. Pens¨® en Fausto, pero el tema ya estaba ocupado, nada menos que por Berlioz y Gounod. Sin embargo, el mismo Goethe parec¨ªa brindar el recambio: las Penas del joven Werther, publicadas y aclamadas m¨¢s de un siglo antes -exactamente en 1774- hab¨ªan sido tratadas s¨®lo por autores menores.
Werther
Jules Massenet. Alfredo Kraus, Renata Scotto, Vicen? Sardinero, M? Angeles Peters, Josep Ruiz y Alfonso Echeverr¨ªa en los principales papeles. Direcci¨®n esc¨¦nica: Giuseppe de Tomasi. Orquesta Sinf¨®nica del Gran Teatro del Liceo, dirigida por Alain Guingal. Barcelona, Liceo, 2 de junio.
Desde luego, considerada la voracidad del g¨¦nero a lo largo de todo el siglo XIX por cualquier argumento que tuviera unas m¨ªnimas posibilidades de repercusi¨®n p¨²blica, cabe preguntarse por qu¨¦ las desdichas de Werther, que tanta conmoci¨®n causaron, no merecieron la consideraci¨®n de los grandes. Una explicaci¨®n puede achacarse a la estructura del texto original: una novela basada de inicio a fin en una correspondencia no parece ser la mejor materia para llevar a la escena.
Otros tratamientos
Por el contrario, una carta, desde el punto de vista musical, permite otros brillant¨ªsimos tratamientos: desde un aria o un dueto -como la de Eug¨¨ne Oneguin o el de Las bodas de F¨ªgaro- hasta un lied. Por este motivo, lo mejor del Werther massenetiano es el tercer acto, en el que Charlotte lee una carta del joven enamorado (la c¨¦lebre aria de las l¨¢grimas) y Werther responde con una lectura de unos versos de Ossian que hab¨ªa comenzado a traducir.Kraus estuvo imponente en su cometido (no cab¨ªa esperar menos de quien es considerado como el Werther del siglo) y encontr¨® una perfecta correspondencia en Renata Scotto, impecable musicalmente y m¨¢s a¨²n como actriz. En general, desde el punto de vista vocal, la representaci¨®n funcion¨® bien: Maria Angeles Peters resolvi¨® con seguridad su nada trivial papel de Sophie y Vicen? Sardinero hizo lo propio como Albert. El director Alain Guingal conoce a fondo la partitura, pero no la pudo hacer brillar, pues en los frecuentes pasajes solistas los int¨¦rpretes no le acompa?aron en su esmero.
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