Madrid, una regi¨®n metropolitana donde vivir
La democracia ha dado a Madrid un nuevo sentido. Puede decirse que con la llegada de los ayuntamientos democr¨¢ticos en 1979 y la comunidad aut¨®noma en 1983 los ciudadanos han recuperado sus ciudades primero y su regi¨®n despu¨¦s como espacios de convivencia y bienestar.Que los socialistas hayamos gobernado mayoritariamente en municipios y Comunidad estos ¨²ltimos ocho a?os nos gratifica por las muchas cosas realizadas y nos compromete con los habitantes de la regi¨®n para ofrecer un futuro mejor, m¨¢s habitable.
Fines distintos
En condiciones econ¨®micas que s¨®lo en los ¨²ltimos tiempos han comenzado a mejorar, los ayuntamientos y la Comunidad no s¨®lo han desterrado los desmanes urban¨ªsticos, medioambientales, culturales del pasado, sino que han hecho muchas m¨¢s cosas que se hac¨ªan antes y, lo que es m¨¢s importante, hechas de distinta forma, con otros fines.
Durante los ¨²ltimos cuatro a?os se ha logrado poner en marcha la comunidad aut¨®noma en Madrid. Y se ha hecho sorteando abundantes dificultades, superando bastante incomprensi¨®n y combatiendo la indiferencia. Una comunidad integradora y no conflictiva, primando la eficacia y no la reivindicaci¨®n.
Este proyecto, que algunos siguen pretendiendo ignorar, ha conseguido imprimir unas se?as de identidad propias a la Comunidad de Madrid.
As¨ª pues, la pol¨ªtica seguida ha pretendido y conseguido existir creando, o, dicho de otra forma, la existencia se ha justificado por la utilidad de lo realizado. M¨¢s de 200.000 millones de nuevo capital social en viviendas, depuradoras, vertederos, grandes parques metropolitanos, coches de metro, polideportivos o teatros, l¨®gicamente, han acabado por dejar una impronta en el paisaje urbano y rural. Se han. gestionado mejor los servicios transferidos y se han creado nuevos. Algunos ejemplos: por primera vez en decenios el patrimonio p¨²blico de viviendas (m¨¢s de 100.000 viviendas) se puede decir que est¨¢ gestionado, el Canal de Isabel II ha dejado de perder dinero, la empresa p¨²blica Tres Cantos ha pasado de ser una ruina a ser una empresa viable, se ha creado el Consorcio de Transportes, imposible de imaginar si no hubiera existido la Comunidad de Madrid, etc¨¦tera. M¨¢s de la mitad de las inversiones municipales de la regi¨®n, en estos ¨²ltimos cuatro a?os, las ha financiado pura y simplemente la Comunidad de Madrid. Naturalmente que todo se ha hecho bajo la ¨®ptica de la igualdad: reequilibrio territorial y servicios p¨²blicos que por serlo benefician m¨¢s a quien menos tiene.
La falta de vertebraci¨®n social y territorial de Madrid proviene de una. doble y profunda causa: el despilfarro urban¨ªstico y arquitect¨®nico provocado en los ya lejanos a?os del desarrollismo y la segregaci¨®n social mantenido por la crisis. Aunque las perspectivas econ¨®micas para Madrid son razonablemente optimistas (se han creado 160.000 empleos netos en los dos ¨²ltimos a?os), ese despegue, por s¨ª solo, ni va a solucionar el problema de la actual segregaci¨®n, social con las lacras de la marginaci¨®n, ni va a dotar, sin m¨¢s, al territorio de un sistema integrado. Ser¨¢ la acci¨®n p¨²blica la que tenga que actuar sobre ambos. Integrar a Vallecas o a Parla en la capitalidad, que hoy tan s¨®lo detenta una peque?a parte de la Villa y Corte, exige una acci¨®n sobre el territorio que dif¨ªcilmente est¨¢n dispuestos a realizar aquellos que creen exclusivamente en la magia de la mano invisible del mercado, ni lo van a hacer quienes, parece, se han tomado el tr¨¢mite de estas elecciones a beneficio de inventario proponiendo genialidades como el segundo aeropuerto, la gratuidad del transporte (en Grecia, tal machada estuvo a punto de acabar con la existencia del transporte p¨²blico) o la liberalizaci¨®n del taxi para arreglar el tr¨¢fico en Madrid.
No se trata s¨®lo de realizar una pol¨ªtica territorial progresista; se trata tambi¨¦n de cubrir cada vez m¨¢s los servicios que aseguren una supervivencia f¨ªsica y cultural dignas, adem¨¢s de incentivar la creaci¨®n de empleo.
Frente al concepto de desarrollo puramente cuantitativo, es preciso recordar que desarrollo es tambi¨¦n no s¨®lo educaci¨®n y cultura, sino educaci¨®n y cultura para todos, partiendo de los niveles m¨¢s b¨¢sicos, como el todav¨ªa existente analfabetismo de la poblaci¨®n adulta, pasando por los planes de formaci¨®n para j¨®venes, la extensi¨®n de los centros culturales y bibliotecas, la ampliaci¨®n de la red de teatros municipales, etc¨¦tera, y llegando hasta la asunci¨®n del reto que representa la posible nominaci¨®n de Madrid como capital europea de la cultura en 1992, consolidando las grandes actuaciones como el eje de la Castellana.
Una regi¨®n metropolitana como la de Madrid dificilmente soportar¨ªa f¨ªsica y socialmente una vuelta al urbanismo f¨¢cil y depredador o un recorte de la ya menguada hacienda local o regional en forma de servicios tan elementales como imprescindibles. Tampoco parece que sea este territorio propicio a los experimentos insensatos que, no sin desparpajo, algunos han propuesto al calor de la campaf¨ªa. Quiz¨¢ en estos asuntos tan cotidianos como las zonas verdes, el transporte, el paisaje, el agua o la guarder¨ªa est¨¦, aqu¨ª y ahora, justificada la vieja frase ,"o socialismo o barbarie", porque si hemos conocido la barbarie, apostemos por su contrario; aunque tarde algo en llegar, el camino tambi¨¦n merece la pena.
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