El primer aviso se produjo hora y media despu¨¦s de la explosi¨®n

Un pijama, unas zapatillas y una maleta se convirtieron en algunas de las indumentarias que los tarraconenses vest¨ªan a primeras horas de la madrugada del pasado viernes. El estruendo de la primera de las explosiones dispar¨® la alarma en la ciudad, provocando escenas de p¨¢nico. La confusi¨®n sobre lo que est aba ocurriendo -el primer comunicado del Gobierno Civil se difundi¨® hora y media despu¨¦s de la explosi¨®n- hizo correr como la p¨®lvora el temor que sienten los ciudadanos que residen en los aleda?os de Tarragona: la explosi¨®n en cadena de las petroqu¨ªmicas.El ¨¦xodo de miles de ciudadanos no se hizo esperar. Familias enteras salieron a las calles con lo puesto con el fin de huir de la cat¨¢strofe. El cintur¨®n perif¨¦rico de la ciudad, ubicado justo enfrente de las tuber¨ªas incendiadas, vivi¨® una aut¨¦ntica evasi¨®n caracterizada por la histeria, que propici¨®, incluso, que algunos de los habitantes marcharan a pie. La N-340 registr¨® embotellamientos y largas caravanas de autom¨®viles que quer¨ªan alcanzar el punto m¨¢s lejano posible a Tarragona. Muchos bares de las poblaciones de Cunit o Vilanova abrieron sus puertas a los asustados tarraconenses. Ciudades como Reus, Valls o Vilaplana sufrieron una aut¨¦ntica invasi¨®n.

Sobre las 2.30, autom¨®viles de Protecci¨®n Civil transmitieron por megafon¨ªa que el peligro hab¨ªa desaparecido y recomendaron a los habitantes que volvieran a sus casas. Sobre las cuatro de la madrugada, las emisoras de radio empezaron a emitir mensajes de personas que intentaban conectar con sus familiares, desperdigados. Aprovechando la situaci¨®n, se produjeron algunos casos de pillaje.