Mauricio Bugidos

Cuando el 21 de julio de 1986 tom¨® posesi¨®n de su cargo y se instal¨® en un despacho de Reinosa, el magistrado Mauricio Bugidos estaba muy lejos de suponer que meses despu¨¦s tendr¨ªa en su poder los 3.000 folios de las investigaciones sobre el denominado caso Reinosa, una poblaci¨®n industrial en crisis, con la imagen viva de los enfrentamientos entre los vecinos y la Guardia Civil y la muerte del trabajador Gonzalo Ruiz.

Hijo de un modesto empleado de banca, vive solo en un piso alquilado en el que, de vez en cuando, vienen a visitarle sus padres desde Palencia. Mauricio Bugidos tiene 30 a?os y cree, firmemente, que "un juez se hace con el paso de los a?os".Lo que est¨¢ claro es que los sucesos de estos meses, que ¨¦l llama "dolorosa primavera", le han enriquecido humanamente, aunque "a costa del sufrimiento de las dos partes, de los trabajadores y los guardias". "Unos y otros", dice el juez, "pueden tener ideas distintas sobre m¨ª, pero yo me considero, antes que nada, un hombre pac¨ªfico, dialogante, que sabe escuchar y alberga muy pocas dudas".

Al terminar Derecho, con s¨®lo 21 a?os, pens¨® prepararse para la carrera judicial, pero el servicio militar y lo que ¨¦l llama "un desv¨ªo de caminos", su intento de ser notario, le impidi¨® tomarse en serio las oposiciones hasta seis a?os m¨¢s tarde, en el 1984. Ignora si su modesta extracci¨®n social le ayuda a comprender mejor los problemas del mundo obrero, aunque asegura que le gusta recordar su infancia, transcurrida en las Casas del Hogar, un barrio obrero de 500 viviendas de Palencia, "donde quienes comenzamos una carrera universitaria nos convertimos, sin pretenderlo, en una elite no deseada". Pero esta misma visi¨®n la puede aplicar a los miembros de la Benem¨¦rita, "tambi¨¦n de extracci¨®n humilde, algunos alejados de sus familias, que sienten y padecen como los dem¨¢s ciudadanos", al tiempo que asegura comprender el aislamiento de los 15 hombres del cuartelillo de Reinosa.

Desde hace tres meses, los d¨ªas del juez de Reinosa son lo suficientemente rutinarios como para poner a prueba una vocaci¨®n, y pocas dudas tiene de que ¨¦sta se ha acrecentado: ocho o diez horas dedicadas a practicar diligencias, atender el tel¨¦fono, recibir informes, leer, releer y dictar sentencia. Tres mil folios tiene ya archivados por los sucesos del ¨²ltimo trimestre, as¨ª como declaraciones de 500 denunciantes. El caso Reinosa ha tenido, para ¨¦l, cuatro fases bien diferenciadas: la primera, desde el 12 de marzo, en que estall¨® la revuelta frente a las fuerzas antidisturbios, hasta el 30; la segunda, desde el 30 al 16 de abril; la tercera, lo ocurrido precisamente aquel d¨ªa, con el recrudecimiento de los enfrentamientos, y finalmente, la que abarca todo el mes; de mayo, con la muerte de Gonzalo Ruiz y las continuas movilizaciones.

No obstante, no est¨¢ seguro de concluir ¨¦l mismo tan abultado proceso, porque su idea es "ir acerc¨¢ndose a Palencia".