Un dilema para Reagan
Washington quiere estimular la democracia en Corea del Sur sin que peligren sus intereses estrat¨¦gicos
Ronald Reagan, como hizo hace m¨¢s de un a?o en Filipinas, ha enviado un emisario a Corea del Sur para urgir una soluci¨®n pol¨ªtica de la crisis, sin intervenci¨®n militar, antes de que sea demasiado tarde para la estabilidad del pa¨ªs y los intereses estrat¨¦gicos de EE UU. El presidente Chun Doo Hwan parece haber recibido la se?al de Washington y anunci¨® la apertura de un di¨¢logo con la oposici¨®n. Pero la situaci¨®n en Corea, igual que en Panam¨¢, refleja un dilema casi insoluble al que se enfrenta EE UU en el Tercer Mundo. ?C¨®mo estimular la democracia y los valores morales que defiende en reg¨ªmenes autoritarios, que le sirven bien, sin que peligren sus intereses estrat¨¦gicos?
Gaston Sigur, secretario de Estado adjunto para Asia, tiene el objetivo de persuadir a Chun de que permita elecciones libres, negocie con la oposici¨®n e introduzca reformas constitucionales que incluyan la libertad de expresi¨®n y la reforma de la ley electoral. "No s¨®lo la estabilidad pol¨ªtica, sino tambi¨¦n la seguridad de Corea ser¨¢ re forzada por un Gobierno democr¨¢tico y de base m¨¢s amplia", afirma el Departamento de Estado. Sigur estima, en contra de algunos observadores, que es muy remota la posibilidad de un golpe militar en Corea. "No queremos ver a los militares implicados, esto lo tienen que resolver los l¨ªderes pol¨ªticos llegando a un compromiso para acelerar la democracia", afirm¨® Sigur antes de llegar a Corea. Desde Washing ton se insiste en que no se trata de un mensajero como Paul Laxalt, al que Reagan mand¨® a Manila para pedirle a Marcos que abandonara el poder. Washington conf¨ªa en que una prudente presi¨®n diplom¨¢tica, la disciplina del Ej¨¦rcito surcoreano, muy dependiente de EE UU, y el bienestar eco n¨®mico del pa¨ªs impidan en la pen¨ªnsula de Corea un desastre estrat¨¦gico como el de Ir¨¢n.
Reagan 'empuj¨®' a Marcos
En Filipinas, ante el peligro de perder sus importantes bases y abrir el camino al poder a los comunistas, Reagan, en ¨²ltima instancia y muy a su pesar, em puj¨® fuera del poder a su viejo amigo Ferdinand Marcos. En los casos de Corea del Sur y Panam¨¢, las analog¨ªas son patentes, pero tambi¨¦n las diferencias. La m¨¢s importante, que ni en Corea ni en Panam¨¢ existe el peligro de una guerrilla comunista. La amenaza a Corea del Sur viene del exterior de Corea del Norte. En ambos pa¨ªses, l¨ªderes militares, sin legitimaci¨®n popular pero fuertememte apoyados hasta ahora por Estados Unidos, se enfrentan a una fuerte protesta interna. Son, de alguna forma, como dijo un ex presidente norteamericano refiri¨¦ndose al dictador nicarag¨²ense Somoza, "unos hijos de puta, pero son nuestros hijos de puta".
El continuado apoyo a Chun en Corea, y a su sistema de sucesi¨®n a dedo sin que cambie nada, y al general Manuel Antonio Noriega en Panam¨¢ comienza a crear un peligroso antiamericanismo en ambos pa¨ªses, donde las clases medias entienden que Washington apoya la represi¨®n y la corrupci¨®n. Por otra parte, una presi¨®n demasiado fuerte y expl¨ªcita para provocar su salida puede causar, se teme en el Departamento de Estado, una reacci¨®n contraria a la deseada, lo que forzar¨ªa a los dos hombres fuertes a redoblar la represi¨®n radicafizando la situaci¨®n a favor de fuerzas izquierdistas. El deseo de estabilidad y, con obsesi¨®n, de contenci¨®n del comunismo explican que EE UU reaccione tarde ante situaciones como las de Corea, s¨®lo cuando ya es imposible dominar la crisis.
Tanto Corea del Sur como Panam¨¢ son aliados firmes de EE UU y geoestrat¨¦gicamente claves en su dispositivo militar global, incluso m¨¢s que Filipinas. De Corea depende la estabilidad asi¨¢tica, el equilibrio en la pen¨ªnsula coreana y en definitiva, la defensa de Jap¨®n. Y de Panam¨¢, el futuro del Canal.
Los dos Gobiernos se enfrentan asimismo a unos disturbios protagonizados por los estudiantes, pero que han conseguido el apoyo de las clases medias, la Iglesia cat¨®lica y los medios empresariales. Pero, a diferencia de Filipinas, ni en P¨¢nama ni en Se¨²l hay a¨²n una Coraz¨®n Aquino, explican diplom¨¢ticos norteamericanos. El r¨¦gimen de Chun a¨²n controla a los militares que parecen disciplinados, a diferiencia de la ¨²ltima etapa de Marcos, cuando Washington concluy¨® que el dictador hab¨ªa perdido el control de sus fuerzas armadas.
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