Una puerta abierta para Waldheim
LA INMINENTE visita oficial del presidente de Austria, Kurt Waldheim, al Vaticano se ha convertido en un tema pol¨¦mico. El Gobierno de Israel y las organizaciones jud¨ªas han elevado airadas protestas por considerar que esa visita, prevista para el jueves, puede interpretarse corno una legitimaci¨®n de los delitos de los que Waldheim est¨¢ acusado. Documentos sacados a la luz p¨²blica mucho despu¨¦s de que ¨¦ste ocupase la secretar¨ªa general de la ONU indican que particip¨® en deportaciones y otros cr¨ªmenes cometidos por los nazis en Grecia y Yugoslavia durante la Segunda Guerra Mundial. EE UU le ha colocado en la lista de personas que tienen prohibida la entrada.La invitaci¨®n del Vaticano rompe un aislamiento que se mantiene desde la elecci¨®n de Waldheim, en junio de 1986. ?ste, a pesar de muchos esfuerzos, no ha podido realizar hasta ahora ning¨²n viaje al extranjero. Ha sido invitado, solamente por Jordania, Egipto, Libia, pa¨ªses cuya importancia para Austria es escasa. Con esos antecedentes, la decisi¨®n del Papa de atender sin dilaciones la demanda de Kurt Waldheim de ser recibido oficialmente ha causado sorpresa. Ante la indignaci¨®n de amplios c¨ªrculos, el Vaticano ha tenido que dar una explicaci¨®n p¨²blica de la visita, insistiendo en que no debilita las condenas del nazismo pronunciadas por Juan Pablo II durante su reciente viaje a la RFA. Pero sectores del catolicismo alem¨¢n occidental ya inrianifestaron disgusto por el silencio del Papa sobre los casos de colaboraci¨®n con el nazismo en que incurri¨® el Vaticano en la ¨¦poca de P¨ªo XII.
El viaje se sit¨²a en el plano de las relaciones entre Estados, y la acci¨®n diplom¨¢tica del Vaticano no puede identificarse con la misi¨®n religiosa del Papa como cabeza de la Iglesia cat¨®lica. Austria desempe?a en Europa un papel particular como punto de encuentro del Este y el Oeste, y el hecho de que su presidente sufra una especie de veto crea serias molestias. Obliga a los Estados eurolpeos a desarrollar sus relaciones con el Gobierno austriaco soslayando al m¨¢ximo al jefe del Estado. ?Ser¨¢ el paso dado por el Vaticano una se?al para que: otros sigan su ejemplo? Obvia mente, es el deseo austriacol, y en concreto, del partido democristiano, activo organizador de la visita al Vaticano. Sin embargo, el presidente de Italia -contrariamente a un habito consagrado por el tiempo no recibir¨¢ a Waldlicim, con el pretexto de qu¨¦ a¨²n no se ha formado el nuevo Gobierno italiano.
Otro problema ha cobrado actualidad estos d¨ªas, en los que el Papa parece dispuesto a hacer uso de sus privilegios como jefe de Estado. Se trata de impedir que su ¨ªntimo colaborador, el arzobispo Paul Marcinkus, tenga que responder ante los tribunales de grav¨ªsimas acusaciones de malversaci¨®n de fondos. La or den de detenci¨®n contra Marcinkus se basa en la existencia de un verdadero pacto entre ¨¦ste y el banquero Roberto Calvi, director del Ambrosiano, que permiti¨® a Calvi realizar "operaciones dolosas" al amparo del Vaticano. Ser¨ªa l¨®gico -de acuerdo con su discurso pastoral- que el Papa tuviese inter¨¦s en aclarar este asunto, y no hay otro camino que la comparecencia, de Marcinkus ante la justicia. Por el contrario, ha decidido rechazar la extra.dici¨®n del arzobispo. Desde hace tiempo era visible que la personalidad de Juan Pablo II estaba mermando el papel de la experta diplomacia vaticana. Recomponer tanto destrozo llevar¨¢ su tiempo.
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