El discurso de Savater
Dentro del ruedo ib¨¦rico en que se lidian cada temporada los rePasa a la p¨¢gina siguiente
El discurso de Savater
Viene de la p¨¢gina anteriorcios toros de la actualidad, no hay duda que Fernando Savater , habitual colaborador de EL PAIS, es una de las plumas que m¨¢s reconocimiento nos merece. Tanto es as¨ª que el ¨²nico nombre con que se me ocurrir¨ªa guiar su apodo profesional ser¨ªa el de el Iicenciado Savater.
Pues bien, el discurso de el Iicenciado Savater, de excelente formaci¨®n filos¨®fica, no impide dejar al descubierto en ocasiones su incompleta formaci¨®n econ¨®nimica, jur¨ªdica e incluso sociol¨®gica, siendo as¨ª que echamos de menos en no pocos de sus an¨¢lisis un mayor rigor en los conceptos. Las citas con que nos brinda suelen ser luminosas y encajan muy oportunamente; los ejemplos sacados del acontecer inmediato tienen lustre y fuste; es capaz de rebatir los argumentos m¨¢s filos¨®ficos del contrario con severo pulimento. Pero, ?y su cruel vici¨® de la hip¨¦rbole? (figura del pensamiento que consiste en exagerar lo que se expresa con el fin de que adquiera m¨¢s relieve) ?Y su tortuosa complacencia en la ant¨ªtesis? (figura del pensamiento que consiste en la contraposici¨®n de dos ideas para destacar una de ellas) ?Y sus fan¨¢ticas paradojas? (figura del pensamiento que consiste en el empleo de expresiones que aparentemente contienen una contradicci¨®n). Su reciente art¨ªculo Misterios dolorosos, aparecido en EL PAIS el 27 de junio, es una completa muestra de sus muchas habilidades ret¨®ricas y sus literarios h¨¢bitos.
Como tras un cuidado ret¨®rico siempre parece esconderse un condenado bromista, ?no creen que este gran escritor, bajo la disculpa de prevenimos de la infamia que nos rodea, a veces nos quiere obligar a ponemos sombreros enormes para que aparentemos m¨¢s enanos? Es casi la contradicci¨®n que ya calific¨® Chester I. Bamard -ex presidente de la Fundaci¨®n Rockefeller- como la m¨¢s interesante y asombrosa que hab¨ªa encontrado en su vida: "La insistencia constante en casi todo el mundo sobre la l¨®gica, el raciocinio l¨®gico, el sano raciocinio, por una parte y, por otra, su incapacidad para expresarlo y su repugnancia para adm¨ªtirlo cuando son otros los que lo exponen".- Javier Quintano.
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