El tr¨¢nsito de productos marroqu¨ªes
En su reciente visita a Marruecos, el ministro espa?ol de Asuntos Exteriores ha hecho el ofrecimiento formal de abrir negociaciones inmediatas para permitir el tr¨¢nsito de las mercanc¨ªas de ese pa¨ªs por el Espa?a. Se trata, tal como ya anunciara el pasado mes de octubre el secretario de Estado para la Comunidad Europea (CE), Pedro Solbes, tras la cumbre hispano-francesa de Zaragoza, de negociar "las condiciones t¨¦cnicas que permitan cuanto antes cumplir el compromiso comunitario de la libre circulaci¨®n de mercanc¨ªas". La u gente visita del ministro de Transportes y Comunicaciones a Rabat parece responder a este ofrecimiento extraordinario, que sin duda alguna contribuir¨¢ a agravar m¨¢s las dificultades de nuestras frutas y verduras frescas dentro del marco de la CE.La oferta del ministro de Exteriores viene a dar respuesta a una vieja aspiraci¨®n marroqu¨ª que, como se sabe, ha contado siempre con la oposici¨®n de los agricultores valencianos, al concurrir en los mismos mercados, y en los mismos per¨ªodos, los mismos productos con unos costes de producci¨®n menores y con mayores ventajas arancelarias (del 12% para nuestras naranjas al 4% al Magreb). En esta ocasi¨®n, como ocurriera en anteriores, se pretende justificar ante la opini¨®n p¨²blica la necesidad de oferta y la urgencia ante la inminente renegociaci¨®n de los acuerdos pesqueros entre Marruecos y la CE, mostr¨¢ndose de manera simplona una aparente contradicci¨®n entre los intereses del sector pesquero y el agrario, como tambi¨¦n se intenta entre este ¨²ltimo y el sector transportes, de notable vitalidad e importancia en el Pa¨ªs Valenciano. La oferta, no obstante, no ha sido ni ser¨¢ aceptada por el conjunto de los agricultores valencianos, que ya se pronunciaron en una de sus m¨¢s importantes concentraciones junio de 1980) convocados por la Uni¨® de Llauradors (COAG) con el lema "No passar¨¤n", que cont¨® con el apoyo un¨¢nime del pueblo valenciano.
Trato arancelario
Con el tratado de adhesi¨®n a la CE, a pesar de las condiciones verdaderamente dif¨ªciles de aceptar para las frutas y verduras, cab¨ªa suponer que, por lo menos a partir de la segunda fase del per¨ªodo transitorio (1990), nuestras exportaciones iban a gozar del mismo trato arancelario que los pa¨ªses del Magreb.
El pasado oto?o, en respuesta a la preocupaci¨®n de estos pa¨ªses tras la ampliaci¨®n de la CE y lo que pudiera significar a la larga una previsible ventaja a los ¨²ltimos Estados incorporados, la Comisi¨®n Europea aprueba la llamada pol¨ªtica mediterr¨¢nea de la CE (PMC), tras el levantamiento del veto espa?ol que ya enfrentara al Ministerio de Asuntos Exteriores con el de Agricultura y Pesca. En s¨ªntesis, la PMC consist¨ªa en mejorar el trato preferencial en las exportaciones de los pa¨ªses mediterr¨¢neos no comunitarios (PMNC) al objeto de que no se "interrumpan las corrientes tradicionales de comercio extra-CE". La propuesta de la Comisi¨®n Europea, que fue aceptada por todos los pa¨ªses mediterr¨¢neos, a excepci¨®n de Marruecos, constitu¨ªa un duro golpe a nuestras producciones, al ampliarse el cupo de los contingentes de exportaci¨®n modularse, los precios de entrada (cambio de los precios de referencia) y, principalmente, al concederse un descreste arancelario a partir de 1990 igual al que soportar¨¢n nuestras exportaciones hasta llegar al arancel cero (1996). Tanta generosidad en esta propuesta de la Comisi¨®n Europea es dif¨ªcilmente comprensible si no se tienen en cuenta los enormes lazos de cooperaci¨®n y de negocio que tienen los pa¨ªses m¨¢s industrializados de la CE, y especialmente Francia, en esa zona del norte de ?frica. El reino alau¨ª exporta aproximadamente un tercio de su producci¨®n agraria, mientras que los dos tercios del total de sus importaciones provienen de los pa¨ªses del norte comunitario.
Autosuficiencia
Por tanto, esta ¨²ltima cuesti¨®n del ¨ªndice negativo en su autosuficiencia alimentaria, junto a la concurrencia de sus producciones exportables con nuestra hortofruticultura, constituyen el marco ya cl¨¢sico de la divisi¨®n europea: por un lado, la agricultura, que recibe el 80% del presupuesto comunitario, que crea graves excedentes y que necesita mantener e incrementar sus mercados tradicionales, y por otro, la Europa del Sur, que tiene que portar las concesiones de sus socios del Norte hacia los pa¨ª terceros, en detrimento del dee rrollo de una buena parte de Estados miembros.
La clave de la cuesti¨®n, co seguramente pasa con otros mas europeos, puede que se cuentre en la consolidaci¨®n mercado ¨²nico europeo, hacia que se camina tras la aprobaci del Acta ?nica. Mientras tan ser¨ªa deseable una buena int pretaci¨®n de dos de los principl comunitarios m¨¢s importantes: libre circulaci¨®n de las mercan entre los pa¨ªses miembros de la munidad y la preferencia comun' ria. Ahora bien, mientras nu tras naranjas no pueden ent? por ejemplo, en Italia, o bi nuestras verduras circular l¨ª mente por territorio franc mientras los pa¨ªses no miembr de la CE gocen de mayores ven jas en sus exportaciones que Estados miembros, los agricul res valencianos no podemos p mitir la oferta del ministro de teriores, por m¨¢s razones geop ticas y de "replanteamiento glo de las relaciones con el MMaagree que se disfracen de otras. Nues hortofruticultura no puede co nuar sirviendo de moneda cambio para pagar los platos tos de la pol¨ªtica neocolonial aquellos paises que necesitan e tipo de concesiones, sectorial geogr¨¢ficamente muy fimitad para mantener el crecimiento sus exportaciones industriales de productos agrarios.
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