Silencio y mendacidad: la triple nuclearizaci¨®n de Espa?a
Espa?a es, seg¨²n las informaciones oficiales y la creencia de parte de la opini¨®n p¨²blica, un pa¨ªs desnuclearizado, ajeno a los sistemas de armas nucleares. Suelen citarse como pruebas concluyentes la retirada de los submarinos y misiles nucleares Polaris de Rota en julio de 1979, la contrapartida al ingreso en la OTAN aprobada por las Cortes el 16 de octubre de 1981 ("el Gobierno no aceptar¨¢ compromisos que impliquen el almacenamiento o instalaci¨®n de armas nucleares de la OTAN en nuestro territorio"), el articulado del convenio bilateral de 1982, la segunda condici¨®n del pre¨¢mbulo de la pregunta sometida a refer¨¦ndum el 12 de marzo de 1986 ("se mantendr¨¢ la prohibici¨®n de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en Espa?a") y, en los ¨²ltimos tiempos, la inminente ratificaci¨®n del Tratado de No Proliferaci¨®n Nuclear (TNP).La realidad, empero, es bastante diferente. Puede hablarse de una triple nuclearizaci¨®n: la del pensamiento y la pol¨ªtica, la subalterna y la aut¨®ctona. Veamos cada una de ellas.
Sol¨ªa decirse que, en las democracias representativas occidentales, el pueblo eleg¨ªa, los expertos aconsejaban y los pol¨ªticos decid¨ªan dentro de las constricciones impuestas por la democracia. La llegada de la era at¨®mica mostr¨® hasta qu¨¦ punto decisiones relevantes han sido sustra¨ªdas del conocimiento y de la toma de posici¨®n de los ciudadanos. Seg¨²n Richard Falk, "la existencia de armas nucleares, aun sin que se desencadene una guerra nuclear, se interfiere de forma fundamental con el Gobierno democr¨¢tico". En las ¨²ltimas d¨¦cadas hemos asistido a un proceso degenerativo en el que se han ido socavando las defensas del ciudadano contra los ¨®rganos asfixiantes del Estado. En nombre de la disuasi¨®n nuclear, de la credibilidad de la amenaza, de la incertidumbre que impida el ataque del otro, se recurre al secretismo, a la intoxicaci¨®n y a la patra?a. Mentira y secretismo forman parte de la estrategia nuclear. De ah¨ª que pueda hablarse de una nuclearizaci¨®n del pensamiento y de la pr¨¢ctica pol¨ªtica. Incluso los medios de comunicaci¨®n, intoxicados desde el poder, ayudan a la socializaci¨®n de la mentira ¨²til.
LA DEL PENSAMIENTO
Los enga?os que deben contribuir a disuadir al adversario s¨®lo pueden funcionar si toda la poblaci¨®n los cree. A?¨¢dase a lo anterior que los dirigentes de las grandes potencias son prisioneros de las estructuras del exterminismo, de los respectivos complejos militar-industrial-cient¨ªfico-burocr¨¢ticos y de los rituales que perpet¨²an la imagen del enemigo.
Silencio, mentiras, intoxicaci¨®n, medias verdades, violentaci¨®n de conciencias, refuerzo del Estado en nombre del imperativo de la defensa, constituyen el espinazo de la nuclearizaci¨®n del pensamiento y la pol¨ªtica. La pr¨¢ctica de ni confirmar ni desmentir informaciones sobre las armas y la estrategia nuclear, inspirada en el comportamiento de las armadas brit¨¢nica y estadounidense cuando fondean en pa¨ªses amigos, es ya habitual en la relaci¨®n del Estado con los ciudadanos.
Estos rasgos pueden ejemplificarse para el caso espa?ol. Ah¨ª est¨¢ el reciente allanamiento de varios millones de conciencias al convertir el refer¨¦ndum sobre la OTAN en un plebiscito alejado de los temas de defensa y seguridad. En ¨¦poca m¨¢s reciente, los miembros del Ejecutivo se han comportado como almirantes estadounidenses al no confirmar ni desmentir las denuncias sobre los planes para la construcci¨®n de bombas at¨®micas, sobre la existencia de ejercicios para armas nucleares t¨¢cticas en cursos de ascenso al generalato, al hipot¨¦tico desv¨ªo de plutonio de la central de Vandell¨®s para fines militares, la exportaci¨®n de armas a pa¨ªses en conflicto o la existencia de planes estadounidenses a¨²n vigentes para instalar, en caso de guerra, bombas nucleares de profundidad en Rota. Han optado por el silencio pese a que, por ejemplo, las dudas sobre el combustible de Vandell¨®s se hubieran disipado permitiendo el acceso a los libros de la central de una comisi¨®n de expertos, o dando a conocer datos tan inofensivos como el grado de quemado del combustible de la primera carga del reactor, o las condiciones del contrato de reprocesamiento del combustible usado con la sociedad francesa Cogema.
En cuanto a las restantes denuncias, las escasas declaraciones han combinado el cinismo o la incompetencia (?qu¨¦ pensar si no de las declaraciones de Serra aduciendo que, dado el escaso alcance de los proyectiles de 155 mil¨ªmetros, nos atacar¨ªamos nosotros mismos? ?Acaso no sabe que todas las cargas nucleares para artiller¨ªa existentes en Europa cuentan con vectores de lanzamiento cuyo alcance no supera los 30 kil¨®metros y, pese a todo, la Alianza Atl¨¢ntica prev¨¦ su utilizaci¨®n como armas de campo de batalla?) con las contradicciones con afirmaciones anteriores.
Respecto de la intoxicaci¨®n de y en los medios de comunicaci¨®n, la insistencia casi un¨¢nime en hablar de la presencia de 12.545 militares estadounidenses en Espa?a, algo que no suced¨ªa hace tan s¨®lo seis meses, adem¨¢s de ocultar que la presencia real desde 1982 dif¨ªcilmente ha superado la cifra de 9.000, hace sospechar que se pretende hinchar la reducci¨®n actualmente en negociaci¨®n.
Ni el Parlamento ni la sociedad conocen los compromisos y la actitud de la Administraci¨®n sobre temas cruciales, algo propio de la desnaturalizaci¨®n de la democracia, caracter¨ªstico del secretismo y nuclearizaci¨®n del pensamiento.
Entiendo por ella la aceptaci¨®n t¨¢cita del uso del territorio espa?ol como eslab¨®n relativamente destacado de la vasta infraestructura nuclear estadounidense. Como W. Arkin y R. Fieldhouse han mostrado, son muchos los pol¨ªgonos de tiro, los laboratorios, los transmisores de comunicaciones y dem¨¢s instalaciones que contribuyen virtualmente a la preparaci¨®n de la guerra nuclear. Al menos 11 instalaciones estadounidenses en Espa?a tienen alg¨²n papel en esa infraestructura nuclear. Entre las funciones de apoyo destacan:
- Control de ensayos nucleares (Sonseca).
- Apoyo directo para transmisiones y recopilaci¨®n de informaci¨®n relacionada con operaciones nucleares (Mor¨¢n, Rota, Torrej¨®n, Zaragoza, Estaca de Bares, Humosa, S¨®ller ... ).
- Apoyo directo a la estrategia estadounidense de estar en condiciones de librar una guerra nuclear en Europa mediante bases avanzadas para los aviones B-52 (Mor¨®n, Zaragoza).
- Apoyo directo a la estrategia encaminada a poder librar una guerra nuclear en la regi¨®n sur de la OTAN, especialmente a partir de Torrej¨®n (ala de aviones F-16).
- Misiones de vigilancia oce¨¢nica, guerra antisubmarina y patrulla mar¨ªtima aerotransportada desde Rota.
- Adiestramiento en pr¨¢cticas de bombardeo nuclear en el pol¨ªgono de tiro de las Bardenas Reales con proyectiles similares en forma y peso a los aut¨¦nticos.
SUBALTERNA
La nuclearizaci¨®n subalterna, consentida, forma parte de la oferta del Gobierno en las actuales negociaciones sobre el tratado bilateral, como lo manifiesta el car¨¢cter intocable de Rota. La previsible reducci¨®n de tropas y el cierre o modificaci¨®n de la situaci¨®n de alguna base no son incompatibles con la mejora de la funcionalidad de otras, pese a la public¨ªstica gubernamental sobre la dureza de su posici¨®n negociadora.
Hace escasos meses, los medios de comunicaci¨®n se hicieron eco del esc¨¢ndalo que supon¨ªa que Estados Unidos asignara, en los presupuestos para el a?o fiscal 1989, 19 millones de d¨®lares a la mejora de Torrej¨®n. Hubo quien insinu¨® que esto formaba parte de la t¨¢ctica intimidatoria estadounidense. Nada se ha dicho sobre las obras de mejora en Torrej¨®n y Rota correspondientes al presupuesto de 1987. De acuerdo con las actas del subcomit¨¦ de asignaciones y construcciones militares de la C¨¢mara de Representantes estadounidense, en diciembre de 1986 se iniciaban las obras para la construcci¨®n de una terminal de comunicaciones por sat¨¦lite "para apoyo de actividades cr¨ªticas de mando, control, informaci¨®n y alerta, y para usuarios especiales como el presidente". Es decir, un sistema de transmisiones de alta seguridad para ¨®rdenes importantes, posiblemente relacionadas con la infraestructura nuclear. En el caso de Rota, se trata de hacer frente a los compromisos derivados del convenio y de la voluntad espa?ola de ampliar las instalaciones y la presencia de la Armada en la base. Tambi¨¦n en este caso se pone de manifiesto la mejora de la funcionalidad. Seg¨²n las actas, Ia ampliaci¨®n del dique beneficiar¨¢ a la Armada estadounidense, habida cuenta de que grandes barcos, como portaviones, podr¨¢n ser reparados, reavituallados y devueltos al mar de forma r¨¢pida y con un amarre resguardado ( ... ). Ning¨²n otro lugar en o cerca del Mediterr¨¢neo tiene diques de tal capacidad".
Menci¨®n aparte merecen, como muestra de nuclearizaci¨®n subalterna, los planes de contingencia estadounidense que asignan 32 bombas nucleares de profundidad para los aviones P-3 Orion estacionados en Rota. Los planes reciben aprobaci¨®n peri¨®dica del presidente estadounidense y, seg¨²n William Arkin, siguen vigentes. A¨²n m¨¢s: ser¨ªan los marines, el cuartel que los alberga en Rota desde 1957, los custodios de tales armas en caso de ser desplegadas. No hay indicio alguno de que el tema sea objeto de negociaci¨®n en las conversaciones bilaterales. Tal vez Felipe Gonz¨¢lez siga pensando que, como declar¨® d¨ªas antes del refer¨¦ndum, eso deb¨ªa pasar antes, pero ahora es impensable.
Las presentes conversaciones suelen presentarse como un intento de "anular la erosi¨®n expl¨ªcita de soberan¨ªa" consentida por m¨¢s de 30 a?os de relaci¨®n bilateral, a la vez de disminuir las misiones de inter¨¦s estrictamente estadounidense en favor de las relacionadas con cometidos de la OTAN y con la cooperaci¨®n con las Fuerzas Armadas espa?olas. Ello exigir¨ªa un control f¨¦rreo de la presencia, movimientos e instalaciones estadounidenses, inviables sin una mejora sustancial de las disposiciones y reclamaciones fijadas en el convenio y anejos, y una firme voluntad pol¨ªtica de ponerlas en pr¨¢ctica. Ambas cosas parecen, empero, muy lejanas.
Existe una clara falta de voluntad pol¨ªtica para controlar la llegada a puertos espa?oles de buques con propulsi¨®n y/o armas nucleares; de ah¨ª que se evitara cuidadosamente la palabra "tr¨¢nsito" en la redacci¨®n de la segunda condici¨®n del pre¨¢mbulo de la pregunta sometida a refer¨¦ndum. Sin embargo, el uso de puertos espa?oles por buques estadounidenses es abundante, como muestra el caso de Palma de Mallorca: en 1985, de cada 100 toneladas en buques de guerra, 84 eran estadounidenses y al menos seis de las naves eran de propulsi¨®n nuclear. La falta de voluntad pol¨ªtica se refleja tambi¨¦n en la creaci¨®n semisecreta (en junio de 1986) de un grupo de trabajo (con personal de la Direcci¨®n General de la Pol¨ªtica de Defensa, Direcci¨®n General de Protecci¨®n Civil, Estado Mayor de la Armada, Direcci¨®n General de Armamento y Material y Consejo de Seguridad Nuclear) para elaborar un plan de emergencia asociado a naves con propulsi¨®n nuclear. Habida cuenta de que Espa?a no dispone de tales buques, resulta obvio que se piensa seguir aceptando que fondeen los estadounidenses. Este tipo de buques, aut¨¦nticos Chernobil flotantes, pueden sufrir id¨¦nticos accidentes que los reactores de tierra, aunque disponen de menores sistemas de contenci¨®n. ?No debieran ser las autoridades locales las que, de acuerdo con la ciudadan¨ªa de su municipio, decidieran considerando los riesgos de tales visitas? ?No debiera decirse algo sobre los indicios de contaminaci¨®n radiactiva, en el fondo marino de la bah¨ªa de C¨¢diz que, seg¨²n un conocido semanario espa?ol, han sido detectados por la Armada espa?ola? El silencio indica que la aceptaci¨®n del papel subalterno hunde sus ra¨ªces en la nuclearizaci¨®n del pensamiento y la pr¨¢ctica pol¨ªtica.
Si bien el reciente compromiso de firmar el TNP parece alejar casi definitivamente la posibilidad de fabricar bombas at¨®micas, siguen existiendo ambig¨¹edades y contradicciones respecto de los estudios realizados con ese fin y la hipot¨¦tica existencia de reservas de material fisionable para usos b¨¦licos. Lo m¨¢s preocupante, no obstante, son los planes para contar con propulsi¨®n nuclear para submarinos y el inter¨¦s en contar con armas nucleares t¨¢cticas.
La propulsi¨®n nuclear para submarinos, antigua aspiraci¨®n con resabios coloniales de la Armada, cont¨® con una partida de 192 millones de pesetas en los presupuestos de 1985. Pese a que partidas semejantes no aparecen en los presupuestos de 1986 y 1987, la insistencia en se?alar, que la firma del TNP no impide tales trabajos pone de manifiesto que el tema no est¨¢ zanjado. Seguimos sin saber si se ha renunciado a tales investigaciones o si la partida correspondiente se camufla en, por ejemplo, los 1.216 millones de que Defensa dispone este a?o para gastos reservados.
Los trabajos de la Escuela Superior del Ej¨¦rcito sobre una "doctrina espa?ola en el empleo del arma nuclear en el campo t¨¢ctico" plantean el problema de la procedencia de las eventuales cargas nucleares. Tras la firma del TNP es casi impensable que fueran aut¨®ctonas. El silencio de las autoridades plantea numerosos interrogantes. ?Se piensa en las W-48 estadounidenses o en los nuevos proyectiles de neutrones W-82, ambos apios para granadas de capacidad dual de 155 mil¨ªmetros? Los pa¨ªses de la OTAN que prev¨¦n el uso de tales armas poseen los sistemas de lanzamiento, aunque las cargas son de propiedad - es-
.y t¨¢n bajo custodia norteamericana, de acuerdo con el sistema de doble llave. ?Existe un acuerdo entre el Gobierno espa?ol y Estados Unidos? ?Se est¨¢ negociando? ?Se piensa hacer en el futuro, tal vez tras la redistribuci¨®n de fuerzas y arsenales que seguir¨ªa a un hipot¨¦tico acuerdo sobre la opci¨®n cero? De no ser as¨ª, ?de d¨®nde proceder¨ªan las cargas? ?Se especula con la posibilidad de contar con uno de los lugares de dispersi¨®n de los arsenales nucleares previstos por la OTAN en caso de conflicto? ?O, por el contrario, la doctrina se elabora con la mente puesta en las armas que en caso de conflagraci¨®n podr¨ªan llegar a Europa desde Estados Unidos? ?Se cuenta acaso con las cargas para las armas de capacidad dual de las fuerzas de despliegue r¨¢pido estadounidenses?
AUT?CTONA
Cualquiera de los supuestos anteriores comportar¨ªa la llegada y almacena miento en territorio espa?ol de armas at¨®micas, algo a lo que el Gobierno dice haber renunciado. ?Por qu¨¦ entonces ejercicios y estudios sobre tales tenias? Me parece que quedan pocas dudas sobre la triple nuclearizaci¨®n auspicia da, al menos por omisi¨®n, por la Admi nistraci¨®n socialista. De todas ellas, la menos peligrosa es la aut¨®ctona, que no pasa de ser un coqueteo autocontenido con el sue?o de algunos militares de con tar con una fuerza nuclear propia. La combinaci¨®n de las otras dos, la aceptaci¨®n de los v¨ªnculos con la infraestructu ra nuclear y la desn aturaliz aci¨®n de lademocracia impuesta por el secretismo nuclear, puede acabar llev¨¢ndonos al "consenso del d¨ªa del juicio final", por decirlo con E. P. Thompson. Un consen so que, basado y mantenido mediante el silencio, las mentiras y medias verdades, permite ocultar a la poblaci¨®n, bilateral y multilateralmente, que estar relacionados con una estrategia de defensa nuclear supone la negaci¨®n final de la democracia. Quiz¨¢ se entienda ahora por qu¨¦ nuestros gobernantes siguen com port¨¢ndose como almirantes estadounidenses y se amparen en el "sin comentarios" para seguir fomentando la apat¨ªa, la amnesia o aun el allanamiento de conciencias, o por qu¨¦ ni siquiera se sonrojan cuando desde Exteriores y Defensa se relacionan la negociaci¨®n sobre las bases y la opci¨®n cero para sostener argu mentaciones contrarias. Quiz¨¢ as¨ª se en tienda por qu¨¦ el propio Olof Palme dijo, en la introducci¨®n al informe de la comi si¨®n que lleva su nombre, que "es muy poco probable que el desarme se pro duzca alguna vez si para ello es preciso esperar a las iniciativas de los Gobiernos y los expertos". Lo malo es que, ade m¨¢s, ¨¦stos las hurtan a los pueblos.
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