Precios en origen y precios al consumo
El ¨ªndice de precios al consumo (IPC) del mes de junio ha vuelto a confirmar la favorable evoluci¨®n de este indicador durante los ¨²ltimos meses, 1,9% de incremento sobre diciembre, ratificando la posibilidad de alcanzar las previsiones oficiales para 1987.Un papel esencial en esa evoluci¨®n positiva corresponde al comportamiento del grupo alimentaci¨®n, que, a diferencia de lo ocurrido en los seis primeros meses del pasado a?o (5,4% de incremento), ha disminuido el 0,58% en el per¨ªodo que va de diciembre de 1986 a junio de 1987.
Esta dispar evoluci¨®n del ¨ªndice de alimentaci¨®n durante los ¨²ltimos dos a?os, que puede extrapolarse al ¨²ltimo sexenio e incluso m¨¢s all¨¢, ratifica una vez m¨¢s que no cabe considerar a la alimentaci¨®n como villano inevitable de cualquier trama inflacionista, e id¨¦ntica aseveraci¨®n puede hacerse de los precios agrarios en origen, culpables a priori de cualquier subida de los precios alimentarios, seg¨²n visi¨®n tan extendida como falsa.
Los datos disponibles revelan que, si en determinadas ocasiones la presi¨®n alcista nace en origen y se traslada posteriormente al consumo, en otros momentos es del subsector transformador, que goza de notable autonom¨ªa para el establecimiento de sus precios, de donde parte la tensi¨®n inflacionista.
De cualquier forma, parece suficientemente probado que, en la mayor¨ªa de los casos, el subsector distribuci¨®n tiene un comportamiento marcadamente asim¨¦trico: traslada con m¨¢s o menos demora al consumidor cualquier subida que padece, y, por el contrario, muestra una notable resistencia a la baja, absorbiendo casi exclusivamente el excedente coyuntural generado por un descenso de los precios en origen.
Esto es precisamente lo que ha sucedido durante los ¨²ltimos meses en determinados productos alimenticios de alta ponderaci¨®n en el IPC, como es el caso de las carnes. El an¨¢lisis del comportamiento de los precios de este producto nos permitir¨¢ igualmente observar la correlaci¨®n existente entre precios de los piensos y espec¨ªficamente de algunos de sus componentes, como es el ma¨ªz, con el precio percibido por los productores.
A la vista de las cifras recogidas en el cuadro adjunto, y con las limitaciones l¨®gicas que plantea cualquier comparaci¨®n estad¨ªstica, se observa que la hip¨®tesis de la asimetr¨ªa sobre el comportamiento del subsector distribuci¨®n ante oscilaciones al alza o a la baja de los precios en origen, parece cumplirse plenamente en el caso de las carnes. Dicho subsector, o ha sido pr¨¢cticamente insensible a los descensos de precios acaecidos en origen, o los ha trasladado en menor medida. Por el contrario, ha respondido con extrema rapidez a los est¨ªmulos alcistas que le ven¨ªan desde la producci¨®n.
Cabe hacer una observaci¨®n en relaci¨®n con los huevos. En este caso, el precio testigo elaborado por la Secretar¨ªa General T¨¦cnica del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentaci¨®n no es suficientemente representativo de los precios efectivamente pagados al productor por la escasa perfecci¨®n de los mercados de este producto en la fase de origen.
Sobre el precio formalmente establecido en las distintas lonjas se realizan sistem¨¢ticamente lo que eufem¨ªsticamente se denomina concesiones, que no son otra cosa que rebajas generalizadas sobre el precio te¨®rico, que los productores conceden en mayor o menor medida seg¨²n la correlaci¨®n de fuerzas de cada momento y mercado.
Precio de los piensos
En una reciente tribuna (v¨¦ase EL PA?S de 23 de Julio) se recog¨ªa la extraordinaria estabilidad del precio de los piensos durante el ¨²ltimo a?o, al margen de la cotizaci¨®n de cualquiera de sus componentes individualmente considerados, ya sea el ma¨ªz u otros.
Esa estabilidad (que ha sido incluso disminuci¨®n en el per¨ªodo comprendido entre diciembre de 1986 y junio de 1987 y ha contribuido adem¨¢s decididamente a sostener las rentas de los ganaderos) ha tenido escaso reflejo en las cotizaciones percibidas por los productores a corto y medio plazo, que obedecen en ese horizonte temporal a otras variables.
En el caso del pollo (mit¨®logico animal de las subidas de precios veraniegas), la estabilidad en el precio del pienso no ha impedido, como era de prever, que el ¨ªndice de precios en origen se desplome desde 146,49 pesetas -m¨¢ximo alcanzado en septiembre de 1986- hasta 90,41 pesetas en el pasado mes de junio, sima no alcanzada por este producto desde hace cuatro a?os y donde no es deseable que contin¨²e.
La exposici¨®n hasta aqu¨ª desarrollada no pretende eximir a ning¨²n factor de producci¨®n o subsector alimentarlo de sus responsabilidades a la hora de buscar el origen de las tensiones inflacionistas que por el lado de la alimentaci¨®n han afectado o puedan afectar en el futuro a la econom¨ªa espa?ola.
Se ha intentado argumentar, una vez m¨¢s, que no existe un exclusivo factor-causa a la hora de explicar el fen¨®meno, y que la f¨¢cil correlaci¨®n a corto y medio plazo que se establece (en el caso de las carnes y sus productos transformados) entre precio de los piensos -sobre todo del ma¨ªz, precio percibido por el productor- y precio al consumo es una falacia que tiene escaso apoyo en los datos disponibles.
Algo s¨ª parece bastante evidente. La rigidez tradicional del subsector distribuci¨®n, debido a sus conocidas deficiencias estructurales a la hora de trasladar al consumidor los menores precios que puedan pagarse en origen, junto con su flexibilidad para repercutir los incrementos, es un factor aut¨®nomo de car¨¢cter inflacionario que gravita permanente y negativamente sobre la econom¨ªa espa?ola. Esa asimetr¨ªa de comportamiento ha ocasionado que el descenso de la componente alimentaci¨®n durante los ¨²ltimos meses no haya sido mayor que el efectivamente habido, con los saludables efectos de todo orden que ello hubiera comportado.
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