Un estudio sobre las estaciones ferroviarias plantea la supervivencia de la arqueolog¨ªa industrial
Se pretende defender las antiguas obras p¨²blicas como parte del patrimonio cultural
Las estaciones ferroviarias son ejemplos de racionalidad constructiva, como las termas romanas o las catedrales g¨®ticas. As¨ª opina Mercedes L¨®pez Garc¨ªa, de 37 a?os, profesora de Est¨¦tica de la Ingenier¨ªa, autora de un reciente estudio sobre la historia de las estaciones de la Compa?¨ªa de los Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y a Alicante (MZA). Este ensayo est¨¢ planteado como "una contribuci¨®n al desarrollo de la arqueolog¨ªa industrial en Espa?a" y una defensa de estaciones, f¨¢bricas, talleres, puentes, presas, molinos y faros que forman parte del patrimonio cultural.
El estudio de Mercedes L¨®pez Garc¨ªa, publicado por el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos y la Fundaci¨®n de Ferrocarriles Espa?oles (en Ediciones Turner), es una reducci¨®n de su tesis doctoral, presentada en la facultad de Filosof¨ªa y Letras de la Universidad Complutense de Madrid en 1982. La investigaci¨®n se refiere a las estaciones urbanas de la Compa?¨ªa de Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y a Alicante (MZA), que tras su nacionalizaci¨®n, en 1941, pasa a formar la Renfe, junto a otras compa?¨ªas.La primera parte del trabajo se refiere a estos monumentos industriales en su contexto urbano, hist¨®rico y econ¨®mico y las distintas tipolog¨ªas arquitect¨®nicas, seg¨²n se trate de estaciones t¨¦rmino o de recorrido. La segunda analiza los or¨ªgenes y el desarrollo de la compa?¨ªa NIZA y las estaciones de Madrid-Atocha, Alicante, Guadalajara, Zaragoza-Campo del Sepulcro, Toledo, Ciudad Real, Murcia, Cartagena, C¨®rdoba, Sevilla, Huelva y Barcelona.
El trabajo de L¨®pez Garc¨ªa, junto a otras investigaciones en campos paralelos, como la arqueolog¨ªa industrial de Alcoy o las estaciones de Valencia, empiezan a formar al comienzo de los a?os ochenta las primeras aportaciones sobre la arqueolog¨ªa industrial en Espa?a, actividad o disciplina que en otros pa¨ªses, sobre todo Francia y el Reino Unido, se centra desde los a?os cincuenta en el estudio y defensa de los restos producidos por la revoluci¨®n industrial.
En la actualidad, se tiende a ampliar a todas las obras p¨²blicas, como "un campo de estudio que abarca la b¨²squeda, investigaci¨®n, clasificaci¨®n y, en ciertos casos, la preservaci¨®n de los monumentos industriales". Algunos pa¨ªses del Este proponen cambiar el t¨¦rmino de "arqueolog¨ªa industrial" por "cultura material".
El inter¨¦s suscitado en diversos lugares por la protecci¨®n o nuevos usos urbanos de f¨¢bricas, estaciones, cocheras, almacenes o talleres que se han ido destruyendo se concret¨® en diciembre de 1986 con la Asociaci¨®n del Patrimonio Industrial y de la Obra P¨²blica, que se presentar¨¢ oficialmente el pr¨®ximo mes de septiembre, pero que ya ha celebrado unas jornadas previas en Bilbao (1982) y Barcelona (1984) y prepara las terceras en Asturias el pr¨®ximo a?o.
Situaci¨®n deplorable
En opini¨®n de Mercedes L¨®pez Garc¨ªa, la situaci¨®n de la arqueolog¨ªa industrial en Espa?a es "deplorable". Considera necesaria una labor de informaci¨®n y realizaci¨®n de inventarios de las obras p¨²blicas e industriales, de acuerdo con la defensa que ha pedido el Consejo de Europa. Destaca que los edificios industriales tienen una capacidad para ser un gran contenedor para distintas funciones. De hecho, las alternativas a estos edificios industriales que suelen estar en los centros urbanos, como las estaciones, han empezado a concretarse, como el mercado del Born, de Barcelona, convertido en un espacio para espect¨¢culos; la estaci¨®n de Delicias, de Madrid, que es ahora el Museo del Ferrocarril, o una f¨¢brica de Terrasa (Barcelona) como sede de un Museo de la Ciencia. Se trata de amplios espacios situados en el coraz¨®n de las ciudades que se resisten a morir.
Babelia
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