Tal como ¨¦ramos

Otra p¨ªldora para suavizar nuestra gastritis nost¨¢lgica; en esta ocasi¨®n, de rango literario sonoro: Stephen King. Un Stephen King por una vez no terror¨ªfico, aunque s¨ª escalofriante, puesto que de un retroceso mental a nuestra mal moldeada adolescencia -o la de aquellos chicos de Castle Rock, Oreg¨®n- se trata. Por supuesto, el latigazo retroactivo entronca, como de costumbre, con aquellos peque?os momentos que se pretenden decisivos y cuyo valor el tiempo idealiza.Aquellas correr¨ªas por el puente delante del tren -cuyo maquinista deb¨ªa ser un s¨¢dico inconfeso o desconocer la palanca del freno-, aquellas noches a la luz del fuego improvisado, aquellos enfrentamientos con la pandilla de rigor -capitaneada por Kiefer Sutherland, tan malvado como su padre en Novecento, tan parecido a ¨¦l fisicamente- y, sobre todo, el esp¨ªritu heroico de estos mocosos caballeros a la b¨²squeda del Santo Grial -un cad¨¢ver, en realidad- que les haga hombres.

Todo se reduce, en fin, al consabido embellecimiento del recuerdo, concretamente el que vive nuestro escritor-narrador, alter ego de King -emblem¨¢tiea y tambi¨¦n fugazmente encarnado por Richard Dreyfuss, un American Graffiti boy-, sentimentalizado con astucia por las notas musicales de Stand by me, que a unos les recordar¨¢ el primer polvo, a otros los labios pegajosos por el polo de fresa y aun, a terceros, los primeros palos de esta vida.

Polvos, polos, palos... el sustrato de un 1959 lejano. Del paso del biber¨®n al whisky, y con la coca-cola marcando el denominador com¨²n de ambos v¨¦rtices, nos da fe en esta ilustraci¨®n del evocativo texto de King, el cineasta Rob Reiner -quien ya nos obsequi¨® el pasado verano otra cr¨®nica de imp¨²beres: Juegos de amor en la universidad-, decant¨¢ndose, b¨¢sicamente, m¨¢s que a bucear en la psicolog¨ªa de los personajes -presumiblemente elemental, por otra parte-, a recrear el climade la ¨¦poca.

Cuenta conmigo es, en este sentido, un filme de excelente atm¨®sfera y ambientaci¨®n, aunque algunos parajes m¨¢s se dir¨ªan pertenecientes al mandato de Franklin D. Roosevelt que al de Eisenhower. Por lo dem¨¢s, s¨®lo una versi¨®n seria de Los goonies.