Menorca, entre el turismo de calidad y el 'chusmer¨ªo'
Hoteles y apartamentos han multiplicado por diez el n¨²mero de plazas en los ¨²ltimos seis a?os
Hace 15 a?os, en cala En Blanes, en las proximidades de Ciutadella, s¨®lo se ba?aban dos familias: la del bar¨®n de Squella y la del guarda. Todav¨ªa se conserva la peque?a casa encalada que utilizaban las mujeres de la familia para cambiarse de ropa. Lo cuenta ahora sin nostalgia Sim¨®n de Olivares, bar¨®n de Squella, propietario en esa fecha de una finca de 400 hect¨¢reas. "Esto era un pedregal", asegura el bar¨®n, mientras se?ala con su bast¨®n lo que fueron sus posesiones. La situaci¨®n era parecida en todo el litoral. Mientras Ibiza y Mallorca descubr¨ªan el turismo como industria de subsistencia y enriquecimiento r¨¢pido, Menorca se manten¨ªa aislada del proceso de balearizaci¨®n.
El calzado, la bisuter¨ªa y la agricultura permit¨ªan a los menorquines ser auto suficientes. S¨®lo los hippies, alg¨²n viajero amante de la soledad, unos pocos industriales vascos y familias alemanas llegaban a la isla. En esa ¨¦poca la infraestructura tur¨ªstica era m¨ªnima y estaba controlada. Unos pocos hoteles salpicados por la costa y, alguna que otra pensi¨®n bastaban para alojar a los visitantes. El nativo comprend¨ªa la inutilidad de apresurarse: "Aqu¨ª no fissa ning¨²" (nadie se apresura), era uno de sus dichos, y recomendaban al viajero que se abstuviera de contar las maravillas que hab¨ªan visto, en un intento de preservar la isla de la invasi¨®n.
Las cosas empezaron a cambiar en la d¨¦cada de los setenta. Los propietarios de terrenos apostaron por la posibilidad de ganar dinero f¨¢cil y r¨¢pido. Sus aliados fueron los ayuntamientos, que no tuvieron reparo en aprobar la creaci¨®n de 34 urbanizaciones en la isla. La guinda que redonde¨® el proceso hacia la urbanizaci¨®n tur¨ªstica la aport¨® el cambio de situaci¨®n legal en la industria del calzado.
A principios de los ochenta, las empresas de zapatos, ubicadas en su mayor parte en Ciudadela y Ferreries, entran en crisis como consecuencia de la guerra comercial entre Estados Unidos y la CEE (Comunidad Econ¨®mica Europea). Los empresarios, a los que en la isla definen como el t¨ªpico vendedor con el muestrario bajo el brazo, no sab¨ªan nada de mercadotecnia, y los italianos y los franceses, que s¨ª estaban al tanto, se quedaron con el mercado. S¨®lo unos pocos que supieron comercializar el producto lograron mantenerse en la legalidad, mientras el resto tuvieron que optar por la econom¨ªa sumergida. Las suspensiones de pagos se sucedieron y cerca de 300 trabajadores fueron al paro.
Calidad o 'chusmer¨ªo'
De la autosuficiencia se pas¨®, en parte, a la dependencia exterior que crea el turismo. Bajo la presi¨®n de promotores, constructores, operadores tur¨ªsticos y cierta clase pol¨ªtica se inici¨® el proceso de cambio. Unos optaron por el turismo de calidad, que conlleva una adecuada ordenaci¨®n del territorio y una utilizaci¨®n ¨®ptima de los recursos naturales; otros, tendieron hacia el chusmerio, que supone el consumo irracional de suelo, la p¨¦rdida de calidad de vida y el disparo de la especulaci¨®n de terrenos. El acoso y derribo de la costa origin¨® tambi¨¦n la reestructuraci¨®n de una parte de las actividades de la poblaci¨®n, que ahora participa en el negocio de la construcci¨®n o monta industrias auxiliares.
Menorca tiene 710 kil¨®metros cuadrados de superficie y se ha urbanizado un 5% del territorio. Sobre el total de la isla hay, en este momento, un 2,1% (15,15 kil¨®metros cuadrados) de suelo disponible para edificar. Las 3.000 plazas de apartamentos con que contaba la isla en 1980 se han multiplicado por 10 en 1986, seg¨²n datos de la Consejer¨ªa de Hacienda, y una evoluci¨®n parecida han seguido las plazas hoteleras. Los 63.000 habitantes de la isla se triplican en verano, seg¨²n las cifras oficiales, pero se especula con cifras mucho m¨¢s altas de veraneantes.
En los ¨²ltimos a?os se ha potenciado la construcci¨®n de un nuevo modelo de ciudades-jard¨ªn formadas por apartamentos de dimensiones m¨ªnimas. Las nuevas edificaciones suponen concentraciones con densidades alt¨ªsimas, que crean graves problemas por la destrucci¨®n de recursos naturales de la isla.
El bar¨®n de Squella tiene ahora 66 a?os, y su finca, de 400 hect¨¢reas -con 200 urbanizables-, est¨¢ plagada de viviendas unifamiliares. En los alrededores han empezado a surgir tambi¨¦n apartamentos. En los acantilados de cala Blanes se han construido peque?as escaleras para facilitar el acceso al mar, y en las rocas se han montado plataformas de hormig¨®n, en las que los turistas toman el sol. "La ecolog¨ªa est¨¢ bien", dice el bar¨®n ante las cr¨ªticas que reciben los promotores, "pero primero han de vivir los hombres. ?Qu¨¦ se puede hacer aqu¨ª que no sean chal¨¦s? Sobre la roca se ha hecho el milagro. La vegetaci¨®n que se ve ahora, formada por pinos y tamarindos, la plantamos nosotros. Hay tambi¨¦n un club de tenis, que es una monada, y un hip¨®dromo que funciona. El turismo no es la panacea, pero renta y da puestos de trabajo". El bar¨®n asegura que en la zona, incluida la urbanizaci¨®n Los Delfines, veranean ahora cerca de 4.000 familias.
El bar¨®n, cuya familia conoce a 19 generaciones, fue alcalde de Ciutadella hace 25 a?os. De su paso por la alcald¨ªa le qued¨® una peque?a espina: no haber conseguido que el aeropuerto de la isla se instalara en Ciudadela. "Sobrevol¨¦ la isla con el ministro del Aire, y al final Ma¨®n gan¨® la batalla".
El distanciamiento entre los habitantes de Ma¨® y Ciudadela -ciudades situadas a menos de 50 kil¨®metros de distancia- es tan antiguo como sus costas. Ciutadella, cuna de la nobleza y sede del obispado, perdi¨® la capitalidad por obra y gracia del ej¨¦rcito invasor ingl¨¦s, que la traslad¨® a Ma¨®. Dos siglos despu¨¦s, los fantasmas del pasado todav¨ªa subsisten y la nueva capital sigue ganando batallas. La industria de la bisuter¨ªa, instalada en Ma¨®, es un negocio floreciente, y las ocho urbanizaciones instaladas en su territorio mantienen un m¨ªnimo de calidad.
Mercadal y Ciutadella, los municipios con mayor extensi¨®n de costa, se llevan la peor parte en lo que a construcci¨®n se refiere. Los rumores sobre posibles irregularidades urban¨ªsticas en Ciutadella han desencadenado una fuerte crisis municipal: Antonio Orel, alcalde socialista, present¨® su dimisi¨®n, un mes y tres d¨ªas despu¨¦s de tomar posesi¨®n, y Josep Cabrisas, ex concejal de Urbanismo, ha sido suspendido de militancia en el PSOE mientras el partido inicia una investigaci¨®n sobre su forma de actuar en los ¨²ltimos cuatro a?os.
La redacci¨®n del nuevo Plan General de Ordenaci¨®n Urbana, que ha sido aprobado provisionalmente, se llev¨® a cabo durante el pasado gobierno socialista. Josep Cabrisas, concejal de Urbanismo en esa ¨¦poca, promovi¨® pactos con los promotores por los que ¨¦stos, mediante un aval bancario, se compromet¨ªan a terminar las infraestructuras de las urbanizaciones existentes a cambio de licencias para nuevas obras. El pasado a?o se construyeron en Ciutadella tres hoteles y 2.000 apartamentos, con unos ingresos de 93 millones de pesetas para el Ayuntamiento por concesi¨®n de licencias.
Cabrisas milit¨® en el PSOE durante ocho a?os y estaba considerado como un hombre de confianza en el partido. El ex concejal, seg¨²n sus defensores,
no hizo m¨¢s que cumplir con las recomendaciones del entonces ministro de Econom¨ªa, Miguel Boyer, que por esas fechas envi¨® cartas a los ayuntamientos en las que aseguraba que lo importante era el crecimiento econ¨®mico a toda "costa". Sus detractores aseguran, sin embargo, que convirti¨® el Ayuntamiento en una imnobiliaria.
Pero la ¨²nica acusaci¨®n que se le puede probar es la compra, en octubre del pasado a?o, de los ¨²nicos terrenos del municipio en los que se prev¨¦ la instalaci¨®n de una gasolinera. Los terrenos fueron calificados para este uso despu¨¦s de que su esposa presentara una alegaci¨®n en este sentido cuando el Plan General se encontraba en el tr¨¢mite de exposici¨®n p¨²blica.
En Ciutadella, las edificaciones se han levantado tan r¨¢pidamente que los vecinos han visto c¨®mo los turistas esperaban en la puerta de su residencia veraniega con las maletas en la mano mientras los obreros daban los ¨²ltimos toques a los apartamentos. El turista puede quedarse clavado en un enorme bache del asfalto, situado frente a la t¨ªpica hamburgueser¨ªa, o encontrarse con que se ha construido una depuradora en una zona comercial. En la mayor parte de las urbanizaciones de la zona quedan restos le obras, algunas calles no est¨¢n acabadas y hasta hace unos meses un cable de alta tensi¨®n pasaba por encima de una piscina.
"La herencia del pasado"
Orell, el ex alcalde, ha justificado su dimisi¨®n por motivos "personales", pero su renuncia se ha interpretado como una forma de no dar explicaciones sobre determinadas actuaciones urban¨ªsticas. Orell, que siempre defendi¨® a Cabrisas, justifica la actuaci¨®n de su gobierno municipal como fruto de la herencia del pasado. "No pod¨ªamos hacer otra cosa", dice. "El Plan General anterior ten¨ªa unas previsiones de aumento de 200.000 plazas de habitantes te¨®ricos entre los n¨²cleos urbanos y los urbanizables. Lo dejamos en la mitad. No pod¨ªa reducirse m¨¢s. La construcci¨®n de hoteles hab¨ªa estado paralizada durante 10 a?os y la presi¨®n de la iniciativa privada era muy fuerte en este sentido".
Antonio Villalonga, senador y secretario del PSOE en Ciudadela, es partidario de que se apruebe el Plan General para evitar que entre en vigor el anterior, redactado en 1974, "m¨¢s expansionista que el actual y que adem¨¢s contempla la urbanizaci¨®n de la zona sur, en la que todav¨ªa se conservan playas v¨ªrgenes". Es voluntad del PSOE, seg¨²n el senador, cambiar la actuaci¨®n urban¨ªstica en este nuevo mandato municipal. Antonio Salvador, el actual alcalde, se mostr¨® partidario de "aplicar criterios m¨¢s restrictivos en la concesi¨®n de licencias de obras para ralentizar el ritmo de construcci¨®n". Es probable tambi¨¦n que el equipo de gobierno municipal renuncie a la pol¨ªtica de conceder licencias de obras con avales bancarios para ejecutar la infraestructura de las urbanizaciones.
Juan L¨®pez, portavoz en el Parlament balear de Entesa de l'Esquerra de Menorca -grupo formado por ex militantes del PCE y nacionalistas-, asegura que se ha ocupado m¨¢s terreno del que era necesario, y se muestra preocupado por lo que se avecina. "En lo que va de a?o se han ingresado en el Ayuntamiento 38 millones de pesetas por licencias de obras, lo que demuestra una tendencia a la construcci¨®n similar a la de 1986", dice.
Para Jos¨¦ Alles, portavoz de AP en el Ayuntamiento, es dif¨ªcil parar lo que ya est¨¢ en marcha. "Las nuevas obras comenzar¨¢n a primeros de septiembre", afirma. Desde la oposici¨®n, su partido ha solicitado que se realice una auditor¨ªa fiscal, jur¨ªdica y urban¨ªstica de la gesti¨®n municipal.
Una vez que se ha decidido que el desarrollo tur¨ªstico es necesario, pol¨ªticos y promotores tendr¨¢n que decidir entre dos alternativas: o el turismo de calidad o el chusmer¨ªo diferencial. La decisi¨®n final conducir¨¢ a la isla hacia uno u otro tipo de dependencia.
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