Kohl acepta lo inevitable
LAS DECLARACIONES del canciller Helmut Kohl sobre los misiles Pershing 1A significan la ca¨ªda del ¨²ltimo obst¨¢culo serio en el camino del acuerdo sobre la opci¨®n supercero que sovi¨¦ticos y norteamericanos negocian en Ginebra. El otro gran obst¨¢culo, la exigencia sovi¨¦tica de conservar 100 misiles en territorio asi¨¢tico, hab¨ªa sido eliminado el 23 de julio con las declaraciones de Gorbachov a un peri¨®dico indonesio. Esta vez, en una operaci¨®n combinada de Kohl y Reagan -que respald¨® las declaraciones del canciller alem¨¢n pocas horas despu¨¦s-, se ha producido el cambio esperado. Kohl ha tenido que rendirse ante lo inevitable, ya que resultaba cada vez m¨¢s dif¨ªcil para EE UU seguir defendiendo la no inclusi¨®n en el acuerdo de esos 72 misiles, alegando que pertenecen a un tercer pa¨ªs, cuando sus cabezas nucleares son norteamericanas.Cabe recordar que, hace poco m¨¢s de una semana, un portavoz sovi¨¦tico hab¨ªa dicho que, de no modificarse esa actitud, la URSS colocar¨ªa en la RDA un n¨²mero equivalente de misiles. La cuesti¨®n pod¨ªa envenenarse, y Kohl ha tenido que ceder. Formalmente, lo que propone no es que la supresi¨®n de los Pershing 1A entre en el acuerdo sobre la opci¨®n supercero, sino un gesto unilateral de la RFA renunciando a esos misiles una vez que EE UU y la URS S hayan aplicado su acuerdo de desarme. Los sovi¨¦ticos, reconociendo que el Gobierno de la RFA ha dado "un paso adelante", insisten en que las condiciones puestas son excesivas y que el terna deber¨¢ ser objeto de discusiones detalladas, para cerciorarse, por ejemplo, de que desaparezcan, no ya los misiles, que son alemanes, sino las cabezas at¨®micas, que son norteamericanas. Pero, en cualquier caso, el paso esencial est¨¢ dado: quedan cuestiones de forma, que no pueden impedir el acuerdo si se mantiene la voluntad pol¨ªtica de ambas partes. El viceministro sovi¨¦tico Vorontsov dijo recientemente que cab¨ªa pensar en una cumbre en dos meses. El encuentro fijado en septiembre en Nueva York entre Shultz y Shevarnadze ser¨¢ decisivo.
La decisi¨®n de Kohl ha estado condicionada, adem¨¢s, por factores propios de la pol¨ªtica alemana. Para el 3 de septiembre est¨¢ convocada una sesi¨®n especial del Parlamento, pedida por el Partido Socialdem¨®crata (SPD), sobre el tema de los misiles. Kohl ha evitado con su nueva actitud que puedan estallar en p¨²blico las divisiones de su Gobierno sobre el tema. Por otro lado, la visita de Honecker tendr¨¢ lugar en fecha pr¨®xima: dado que el cambio de posici¨®n era ineludible, es natural que Kohl haya preferido hacerlo antes y no despu¨¦s de esa visita, lo que se hubiese prestado a especulaciones. En septiembre tendr¨¢n lugar elecciones regionales en Bremen y Schleswig-Holstein. Kohl sabe que la opini¨®n p¨²blica es netamente favorable al desarme nuclear, y espera, con su renuncia a los Pershing 1A, evitar que su partido pierda votos en beneficio de los liberales, que siempre han defendido netamente la opci¨®n supercero.
Adem¨¢s de respaldar el gesto de Bonn sobre los misiles, el discurso de Reagan ha abordado los problemas m¨¢s generales de las relaciones Este-Oeste, repitiendo en grandes l¨ªneas su alocuci¨®n de 1982 ante el Parlamento brit¨¢nico. Con el entusiasmo de que hace gala para propagar los argumentos cl¨¢sicos dedicados a resaltar la superioridad del mundo occidental, Reagan padece una curiosa ceguera que le impide darse cuenta de que carece de t¨ªtulos para dar lecciones de democracia y de derecho, cuando su pol¨ªtica de ayuda a la contra es una violaci¨®n permanente del respeto debido a la voluntad de un pueblo y al Derecho. Internacional. El discurso tiende a dar satisfacci¨®n a los sectores archiconservadores, que reprochan a Reagan que se haya vuelto m¨¢s blando. Aunque dar¨¢ lugar a pol¨¦micas con los sovi¨¦ticos, no modificar¨¢ la decisi¨®n de Gorbachov de firmar el acuerdo. A Reagan le queda algo m¨¢s de un a?o de presidente. Pero es l¨®gico ?que Gorbachov considere la firma de un tratado que materialice la opci¨®n supercero como un hecho hist¨®rico de la mayor magnitud, y adem¨¢s, como un punto de partida hacia ulteriores avances en el desarme con futuros presidentes de EE UU.
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