Comedia a ratos

Es este el primer estreno espa?ol de la nueva temporada cinematogr¨¢fica.Presentada en pleno mes de agosto, que es una mala fecha para una comedia dura y con respiraderos de humor negr¨ªsimo, El pecador impecable ha remontado el fardo de la mala fecha de su presentaci¨®n y se mantiene en las carteleras.

La pel¨ªcula tiene sobre el papel indudables atractivos, y pese a que el resultado s¨®lo funciona a ratos, conserva no obstante virtudes, lo que hace de ella una obra desequilibrada, con cosas muy buenas, otras que no lo son y, finalmente, con un balance global inferior al de sus partes. Estas partes a veces funcionan bien. En cambio, el conjunto floja.

La impresi¨®n es que los factores m¨¢s creativos -novela original, gui¨®n, direcci¨®n e interpretaci¨®n- no est¨¢n conjuntados y que cada uno va por su lado, como ingredientes adosados unos a otros, pero no fundidos entre s¨ª.

A la novela se sobrepone un gui¨®n que acent¨²a a veces con sacacorchos sus aspectos hilarantes y s¨®rdidos; la direcci¨®n parece planeada por encima del gui¨®n, y los int¨¦rpretes, que cada uno por su cuenta ejecutan bien su cometido -sobre todo Landa, Zor¨ª y Julieta Serrano-, no est¨¢n bien interrelacionados, por lo que su conjunto es un a?adido de actuaciones sin unidad.

De esto salen a relucir inconsecuencias. La primera es que la pel¨ªcula, que empieza a crecer r¨¢pidamente en inter¨¦s, se estanca de pronto.

La segunda es el desajuste que se crea entre lo que ocurre en la pantalla y c¨®mo est¨¢ filmado eso que ocurre, pues escenas de humor negro muy trepidantes est¨¢n captadas por una c¨¢mara que abusa del plano largo -poco adecuado para un gui¨®n con tonos de farsa- y que no participa en esa trepidaci¨®n, sino que se mantiene con una lejan¨ªa que frena la ligereza de ritmo que pide una comedia.

De ah¨ª la morosidad que salta de una historia llena de veloces acontecimientos; la frialdad con que asistimos, sin lograr participar, a una historia caliente, y el hecho de que junto a escenas muy bien conseguidas -la del mercado de sellos y la del encuentro de Landa con la muchacha de los patines en una acera del Madrid nocturno, entre otras- las haya con mucho menos gancho, lo que produce graves vaivenes en la atenci¨®n del espectador.

Augusto M. Torres es un buen cineasta, y lo ha demostrado en algunos memorables cortometrajes.

En esta su primera incursi¨®n en la duraci¨®n larga se nota que domina las formas cortas -ah¨ª est¨¢n esas excelentes escenas citadas-, pero que se le escapan hilos en la composici¨®n, la continuidad y el ritmo.

Y El pecador impecable, por esta raz¨®n, ofrece en su planteamiento m¨¢s de lo que da en su final.