Gonz¨¢lez pide paso
Cinco novillos de Mar¨ªa Luisa Dom¨ªnguez y primero de La Ermita, con trap¨ªo y encastados, excepto el sexto, manso. El Loren: m¨¢s palmas que pitos; aviso y oreja. Alberto Mart¨ªnez: ovaci¨®n; aviso y palmas. Gonzalo Gonz¨¢lez: oreja; aviso y ovaci¨®n. Albacete, 9 de septiembre. Segundo festejo de feria.
El toreo pur¨ªsimo fue desgranado por el joven novillero albacetense, Gonzalo Gonz¨¢lez, nada que ver con su paisano D¨¢maso. Era la primera vez que se vest¨ªa de luces esta temporada. Con su ¨¦xito demostr¨® que es injusto que toree tan poco. Con su ¨¦xito pide paso en un mundo tan injusto como el de la fiesta.El chaval no es un desconocido, pues ya fue triunfador en Las Ventas en el certamen final de las escuelas de tauromaquia, en 1986. Pero los taurinos profesionales, siempre tan listos, lo han dejado en el pozo del olvido. Gonz¨¢lez hizo lo ¨²nico que le queda: torear con magn¨ªfico gusto cuanto le ponen.
?Y c¨®mo lo hizo! Su primer novillo ten¨ªa la casta y nobleza que sus hermanos, excepto el ¨²ltimo. Como se sabe, los buenos novillos descubren a los malos toreros. Tambi¨¦n a los buenos, como Gonz¨¢lez.
?ste ya se luci¨® con el percal en airosas ver¨®nicas, bajas las manos. Despu¨¦s, a base de consentirle y obligarle, construy¨® una bell¨ªsima faena con unidad y ligaz¨®n, Llev¨® a la pr¨¢ctica la mucha teor¨ªa aprendida en la escuela. Redondos largos y mandones, naturales de seda, pases de pecho de pit¨®n a rabo y marcados al hombro contrario. Todos con la luminosidad del arte puro, sali¨¦ndole del alma. El p¨²blico, en pie, entr¨® en ¨¦xtasis. Pero, con la espada, casi da al traste con el triunfo.
Al sexto, un mansote condenado a banderillas negras, le pudo a base de enga?arle desenga?arle, transform¨¢ndolo casi en bravo. Fue una copia de su faena inicial. Pero la estrope¨® con la espada.
El Loren tuvo la mala suerte de salir a torear el cuarto despu¨¦s de Gonz¨¢lez, cuando las retinas de los espectadores a¨²n estaban vidriosas por la emoci¨®n. No obstante, su labor tesonera alcanz¨® momentos de alto calibre art¨ªstico. Al que abri¨® plaza se limit¨® a traginarlo sin brillantez.
Alberto Mart¨ªnez, apunt¨® muy fuerte con el segundo. Pero la algarab¨ªa inicial se transform¨® en una frusler¨ªa de toreo, echada a perder con el verduguillo. El quinto muri¨® v¨ªctima de la acorazada. El novillero llev¨® a cabo una faena pulcra y fr¨ªa.
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