El polic¨ªa que en 1986 mat¨® a una mujer e hiri¨® mortalmente a otra, en libertad
Ovidio Gay Fern¨¢ndez, cabo primero de la antigua Polic¨ªa Nacional, que el 14 de septiembre de 1986, en la madrile?a calle de Puerta Cerrada, mat¨® de un mismo disparo a Matilde G¨®mez Qui?ones e hiri¨® mortalmente a Bego?a ?lvarez Garc¨ªa, fue puesto en libertad provisional a fines del pasado abril, siete meses y medio despu¨¦s de los hechos, calificados de "homicidio y homicidio en grado de tentativa". Mariano L¨®pez Arribas, ahogado de Bego?a, muestra su estupor ante esta decisi¨®n y estima "que cualquier choricillo, por un caso igual, habr¨ªa estado en prisi¨®n preventiva, al menos, 18 meses de los 48 que autoriza la ley".
El sumario y el testimonio de los supervivientes permite recrear la tragedia. En la madrugada del domingo 14 de septiembre Matilde y Bego?a, que contaban con 33 y 36 a?os de edad, respectivamente, acababan de cenar en un c¨¦ntrico restaurante madrile?o con sus novios. Les quedaban ganas de seguir la juerga, pero no fondos.A la 1.45 aparcaban su coche, un Seat Ritmo, en Puerta Cerrada, frente a un cajero autom¨¢tico. S¨®lo Bego?a, que conduc¨ªa, permaneci¨® a bordo. Nada m¨¢s llegar se apercibieron de que, recostado en un portal pr¨®ximo, un fornido hombre les observaba. Vest¨ªa camisa clara y pantal¨®n beis. Pero lo que m¨¢s les llam¨® la atenci¨®n fueron sus ojos vidriosos y sus extra?os movimientos. Sospecharon que se trataba de un borracho que se esforzaba en mantenerse en pie, pero no le dieron importancia.
Al cabo de escasos minutos, Matilde, su compa?ero ?ngel, y Jos¨¦ Luis hab¨ªan retirado el dinero del cajero y regresaron al coche. Ovidio segu¨ªa observ¨¢ndolos. Bego?a puso en marcha el motor y mir¨® hacia atr¨¢s para comprobar las puertas. Lo que vio le llen¨® de asombro: el desconocido se agachaba y pon¨ªa una rodilla en tierra.
"Hasta d¨®nde puede llegar la curiosidad de la gente", pens¨® para s¨ª Bego?a, que prosigui¨® maniobrando. El coche apenas se hab¨ªa alejado unos metros cuando son¨® un clac en los bajos del veh¨ªculo. Bego?a pregunt¨®: "?Qu¨¦ ha sido eso?". Alguien dijo: "Un petardazo", pero la frase fue acallada por una nueva detonaci¨®n.
La segunda bala, disparada por detr¨¢s y en diagonal, atraves¨® el maletero, la yugular de Matilde, el reposacabezas izquierdo y se incrust¨® en el cuello de Bego?a. Matilde fue tendida en la acera, en la que mor¨ªa dos minutos despu¨¦s. Bego?a fue llevada a un hospital, donde, en una delicada operaci¨®n, se le salv¨® la vida.
Entretanto, unos agentes localizaron al agresor en la calle de Toledo. El cabo, tras identificarse como polic¨ªa, intent¨® huir pero los agentes, de un zancadillazo, lo impidieron. Ovidio Gay, franco de servicio, portaba una pistola Star, del 9 Parabellum, cargada con cuatro proyectiles de calibre igual a las dos vainas que se hallaron en Puerta Cerrada.
El cabo primero, seg¨²n el abogado de Bego?a, mostraba claros s¨ªntomas de embriaguez, pero se neg¨® a que se le extrajera sangre para comprobarlo -m¨¦todo considerado m¨¢s fiable-, pero s¨ª admiti¨® soplar a trav¨¦s del alcoh¨®metro.
Dio 1,3, cuando el grado m¨¢ximo admitido para un conductor es de 0,8. L¨®pez Arribas cree que su grado de borrachera era menor, ya que considera que el alcoh¨®metro da un nivel mayor del real. Diversos informes m¨¦dicos incorporados al sumario relativizan su grado de ebriedad. "Claros s¨ªntomas de embriaguez, aunque no le privan de discernimiento ( ... ), con factor alcoh¨®lico de no temblor y respondiendo coherentemente, impregnaci¨®n alcoh¨®lica ligera que no le afecta a su inteligencia y voluntad".
Tr¨¢gico 'error'
Gay explic¨® despu¨¦s que confundi¨® a los ocupantes del Ritmo con los j¨®venes -inicialmente dijo que fueron dos y, meses despu¨¦s, lo dej¨® en "un n¨²mero indeterminado"- que, seg¨²n afirm¨®, le agredieron e intentaron atracar poco antes del tr¨¢gico suceso y que, seg¨²n su relato, huyeron a pie tras efectuar ¨¦l dos disparos, cuyos casquillos nunca fueron hallados. L¨®pez Arribas asegura que no hay testigos de esa supuesta acci¨®n. Los da?os que atribuy¨® a sus presuntos agresores fueron apreciados como contusi¨®n en la tibia derecha y herida en un me?ique.
El cabo Gay, de 42 a?os, casado y con dos hijos, busc¨® una segunda justificaci¨®n. Aleg¨® que sufr¨ªa estatimia. Los forenses diagnosticaron que, efectivamente, la "padec¨ªa con anterioridad, lo que ocasionalmente determina una sensible limitaci¨®n de su capacidad de percepci¨®n". Psic¨®logos consultados afirman que la estatimia, por s¨ª misma, no implica que padezca una enfermedad mental o locura, y s¨®lo constituye un rasgo de personalidad, caracterizada por una marcada rigidez, ¨¢nimo casi inalterable y escasa emotividad.
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