La comedia humana
Lo recuerdo muy bien. Subido en la tribuna, un diputado gallego de la izquierda parlamentaria mostraba sonriente un documento notarial. En ¨¦l se inclu¨ªan, clasificados por orden alfab¨¦tico, los nombres de los aprobados en unas recientes oposiciones a funcionarios de la Xunta de Galicia, con la particularidad de que dicho documento hab¨ªa sido suscrito algunos meses antes de que se celebrasen las pruebas. En los bancos del Gobierno, Gerardo Fern¨¢ndez Albor puso cara de sorpresa y se volvi¨® sin disimulos, claramente contrariado, hacia su vicepresidente, Xos¨¦ Luis Barreiro. Este, tranquilo y sin perder la sonrisa, con un gesto seguro, le pidi¨® serenidad. Despu¨¦s subi¨® a la tribuna y, como tantas otras veces, resolvi¨® la papeleta.Este hombre es el fel¨®n de la historia. Su pasado pol¨ªtico y reciente, la leyenda de Maquiavelo que le rodea, incluso en un orden m¨¢s dom¨¦stico; los p¨¢rpados siempre ca¨ªdos, que le dan a su mirada un aspecto de cosa indecisa, como si no se supiese nunca si est¨¢ a punto de abrir los ojos o cerrarlos, le condenar¨¢n de por vida al papel de villano. No debe saberlo, lo cual resulta extra?o en un hombre del que nadie duda que sea inteligente, porque de lo contrario no se entiende que persiga con tanto ah¨ªnco la presidencia de la Xunta de Galicia. Para merecer tal honor hay que ser bueno. ?se es Gerardo Fern¨¢ndez Albor. Tan bueno que durante a?os convivi¨® con el lobo sin darse cuenta de que en cada abrazo que le daba se jugaba la yugular. Se entera ahora, cuando ya no hay nada que hacer. Encerrado en su casa, convencido de que le han traicionado todos, ya no espera milagros, a pesar de que el suyo es un pueblo en el que nada es imposible, sobre todo en el orden pol¨ªtico. Su ¨²ltima esperanza es el vicepresidente, un hombre joven y soltero, opositor brillante y con un porvenir seguro al margen de la pol¨ªtica, que estos d¨ªas anda ofreciendo el oro y el moro a los compa?eros del fel¨®n a ver si alguno se pasa. De momento parece que resisten.
Hace a?os, todav¨ªa no m¨¢s de tres o cuatro, el vicepresidente estaba convencido de que nacer de derechas como ¨¦l comportaba una peque?a incomodidad en el terreno moral: admiraba la honradez de la izquierda. Lo que ocurre es que acaba de advertir que el verdadero enemigo, el que le va a quitar el sill¨®n a Gerardo, no es el traidor de la derecha, sino un hombre de izquierdas. Por fortuna, la experiencia de gobierno le ense?¨® al vicepresidente que la honradez es m¨¢s un asunto personal que una cuesti¨®n de ideolog¨ªas, y ya anunci¨® que tiene papeles contra el candidato.
Es de suponer que en el reparto va a haber para todos. Dejando a un lado a Barreiro, entre los diputados que se han sumado a la moci¨®n de censura hay algunos a los que les est¨¢n dando los ¨²ltimos toques a las cruces de su personal calvario. Primero, los que formaron parte de los sucesivos Gobiernos de Fern¨¢ndez Albor, que no todos pertenecen al grupo de los traidores. Despu¨¦s, a los que en s¨®lo dos legislaturas formaron parte por lo menos de cuatro grupos parlamentarios diferentes, incluido el del Gobierno. Por ¨²ltimo, a los otros.
Los otros
En los otros caben muchos, aun, que al no haber tenido acceso a presupuesto, la mayor¨ªa se siente tranquila. Se comenta, sin embargo, que una vez repasadas las biograf¨ªas m¨¢s gordas y apetecibles, le tocar¨¢ tambi¨¦n el turno los de las escalas inferiores, es decir, aquellos que tuvieron debilidad de pedir y consiguieron un empleo en la televisi¨®n o en una conseller¨ªa para un familia necesitado o para un amigo. De este modo se confirmar¨ªa ante la opini¨®n p¨²blica gallega lo que ¨¦sta ha sostenido desde siempre que la pol¨ªtica no es cosa seria y que los pol¨ªticos son todos iguales, unos aprovechados que disfrazan con palabras la defensa de sus particulares intereses.
Consumada la hecatombe y devaluada la bondad de Fern¨¢ndez Albor por la l¨®gica de los hechos, poco queda. Las encuesta dicen estos d¨ªas que los gallego, piensan que los ¨²nicos que pueden arreglar las cosas son Fraga y Camilo Nogueira, es decir, un hombre experimentado en la derecha conservadora y un joven carism¨¢tico de la izquierda nacionalista. Ambos con fama de en¨¦rgicos y rotundamente puritano a Fraga creerlo, lo prefieren los pobres. En Camilo conf¨ªan los ricos. Aunque del primero ya se dice que se pas¨® un pelo poniendo como ejemplo a los dem¨¢s espa?oles el desastre del Gobierno de su partido en Galicia y que est¨¢ atrapado por las contradicciones del caso Barreiro, un pol¨ªtico ejemplar durante cinco a?os, que de repente se ha convertido en una calamidad. Del segundo, hay quien est¨¢ dispuesto a echarle en cara que mande a sus hijos a estudiar a Estados Unidos.
As¨ª las cosas, el candidato mejor situado es Fraga. Encarna bien las virtudes que debe tener un Mes¨ªas. Es puro: nadie le conoce comercio il¨ªcito con las cosas de la pol¨ªtica, es trabajador y posee energ¨ªa para expulsar a los mercaderes del templo, adem¨¢s de ser gallego y tener arrestos suficientes para plantarle cara a Madrid. Lo del pasado franquista ya no le importa a nadie, y menos a sus posibles electores, que no temen precisamente la autoridad y la energ¨ªa, aunque ¨¦stas a veces sean tan anchas como las que adornan la fuerte personalidad de Manuel Fraga Iribarne.
Resulta curioso que a un pueblo tan pac¨ªfico y esc¨¦ptico, tan poco dado a ninguna clase de rotundidades, y menos en pol¨ªtica, lo fascine tan fuertemente Fraga. Mejor dicho, Iribarne, porque el aspecto de la personalidad del pol¨ªtico gallego que m¨¢s atrae a sus compatriotas es la parte heredada a trav¨¦s de la sangre vasca de su madre. En la seguridad y firmeza de su car¨¢cter, tan poco galaicos, descansa la esperanza de muchos gallegos. Algunos se lo imaginan ya tronando por los pasillos de la Xunta de Galicia, haciendo que contesten los tel¨¦fonos que ahora no contestan o corriendo a gorrazos a los funcionarios que se eternizan en el bar con el bocadillo de la ma?ana.
Lo malo es que en un yermo como ¨¦ste, en donde la pol¨ªtica no deja piedra sobre piedra, despu¨¦s del cataclismo que estamos todav¨ªa pasando, con un Gobierno sumido en el desprestigio y otro que le sucede con los votos impuros prestados por un fel¨®n y cuatro traidores, m¨¢s todos los papeles que pueda encontrar el vicepresidente de la Xunta en su af¨¢n de demostrar que los que vienen tambi¨¦n tienen ropa sucia que esconder, a Iribarne poco le queda en donde elegir. Si adem¨¢s los ricos se van con Camilio Nogueira, tal como dicen las ¨²ltimas encuestas, y la honestidad y la decencia tan reclamadas por un electorado a punto de romper para siempre las papeletas y las urnas le aconsejan prescindir de los caciques que hasta ahora han votado siempre a su partido, puede suceder que los pobres, con Fraga al frente, pierdan las pr¨®ximas elecciones y que el resto de los espa?oles se vuelvan locos. En ese caso, habr¨ªa que recurrir al ap¨®stol Santiago, cuyo libro dice que un d¨ªa dobleg¨® una torre hasta el ras del suelo s¨®lo para que un devoto suyo no tuviera que saltar desde tanta altura.
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