Una americana intranquila
Como los norteamericanos de m¨¢s huella, Susan Sontag ha vivido en sus m¨¢s de 20 a?os de peripecia intelectual una existencia itinerante y extraterritorial. Y no s¨®lo me estoy refiriendo a esa expatriaci¨®n voluntaria que trajo y trae intermitentemente a la escritora a Europa y a los artefactos y preocupaciones europeas, sino a su condici¨®n de buscadora de lo m¨¢s descentrado, encubierto e ind¨®mito de la cultura y la creaci¨®n art¨ªstica, que Sontag convirti¨® en el emblema de su trayectoria.Son muchas las im¨¢genes proyectadas por Sontag desde el momento en que irrumpi¨® con gran ruido en el panorama internacional. La ensayista brillante y concienzudamente iconoclasta -que sintoniz¨® con la intelligentsia radical pero ya no tan beata de ese tiempo, hablando tanto de las brutalidades de los americanos en Vietnam (Viaje a Hanoi) como de las delicias de una sensibilidad degustativa y no vindicativa del arte (Contra la interpretaci¨®n)-, ha seguido escrutando en los siguientes y menos turbulentos a?os.
La conciencia moderna
A la manera del paseante de Baudelaire -que la autora extrapola no s¨®lo a Walter Benjamin en su magn¨ªfico Bajo el signo de Saturno, sino a otro escritor especialmente querido y muy bien rescatado por ella, Robert Walser-, Sontag ha recorrido, con la melancol¨ªa del artista, las avenidas m¨¢s intrincadas y oscuras de la cenciencia moderna, aportando a todas ellas la luz de un enfoque cr¨ªtico, dial¨¦ctico y arrasadoramente esc¨¦ptico. "Una inteligencia que apunta a la resoluci¨®n definitiva (o sea, a la supresi¨®n) del conflicto ( ... ) no es mi idea normativa de inteligencia", confes¨® hace 10 a?os.
Sin temor a ser tachada de inconstante por sus pares, los intelectuales apoltronados y logoc¨¦ntricos, Sontag ha extendido las ideas de agitaci¨®n y cambio y recurrido a los patrones de g¨¦nero y disciplina.
Hay que leer sus novelas y relatos para advertir en su medio m¨¢s puro la elegancia y complejidad de su prosa y la rica amalgama de influencias en que se forja; pero hay tambi¨¦n que ver las excelentes pel¨ªculas -apenas conocidas en Espa?a- que realiz¨® en Suecia, Italia y Palestina, y, claro, leer bien sus ensayos, que, junto a la novela o la filosof¨ªa, exploran territorios m¨¢s corsarios: la fotograf¨ªa, la danza o el teatro son tres ejemplos. Sontag llama a Benjam¨ªn "h¨¦roe de la voluntad".
Sin el temperamento saturnino del alem¨¢n, pero con semejante angustia de la insatisfacci¨®n de los lenguajes, tambi¨¦n ella, venciendo la ronda de la muerte (l¨¦ase La enfermedad y sus, met¨¢foras), ha logrado rectificar los l¨ªmites del mundo recibido.
Desde dicha rectificaci¨®n, Sontag ha conseguido hacer una obra paradigm¨¢tica de ese esp¨ªritu alerta, resolutivo y moderno que, sin ignorar el calor y los gui?os de la iron¨ªa camp, precede a los desmayos actuales del post.
"El arte es seducci¨®n, no rapto", escribi¨® al comienzo de su carrera. Frente al ilusionismo complaciente de tantos nombres de la literatura ¨²ltima, Susan Sontag no ha dejado nunca de seducirnos con el estilo de su inteligencia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.