Un fin de semana de tres a?os
Un vasco en visita deportiva a Venezuela pas¨® tres a?os en prisi¨®n por error
Andr¨¦s Bengoa lleg¨® a Venezuela en octubre de 1984 para hacer submarinismo; 24 horas despu¨¦s era detenido y condenado a 23 a?os de prisi¨®n por un delito de tr¨¢fico de drogas del que ahora acaba de ser absuelto. Dos a?os, 11 meses y 18 d¨ªas pas¨® encarcelado antes de que el m¨¢ximo tribunal venezolano le declarara inocente tras innumerables gestiones diplom¨¢ticas. Pese a todo, no cree que el destino sea una broma pesada.
Un problema conyugal oblig¨® al amigo que le hab¨ªa invitado a visitar Venezuela a recomendarle que se quedara en casa de otros espa?oles hasta que encontrara un hotel. La segunda noche, el ca?¨®n de una pistola le despert¨® con una contundencia que recuerda con claridad. "Ah¨ª empez¨® la fiesta", explica refiri¨¦ndose a los tres delirantes a?os que se iniciaban en aquel momento. Los polic¨ªas descubrieron hach¨ªs y marihuana en el piso donde Andr¨¦s hab¨ªa sido alojado. De nada sirvi¨® que los propietarios le exculparan ni que presentara su pasaporte como prueba de que hab¨ªa llegado a Venezuela como turista tan s¨®lo 24 horas antes.La juez Ana Luisa Gandica le conden¨®, al igual que a sus dos anfitriones, a 23 a?os de prisi¨®n. Ricardo Domenech y Gonzalo Sanmiguel, sus compa?eros de condena, acaban de ser indultados por el Gobierno venezolano en la misma semana que Bengoa ha sido absuelto.
A partir de aquella noche, las piezas de lo que hasta entonces constitu¨ªa la vida de Bengoa estallaron en cadena. Perdi¨® a su novia, le estafaron en la venta por poderes de su negocio de hosteler¨ªa en Costa Rica, su padre muri¨® y su abogado le rob¨®. Desde entonces Andr¨¦s vivir¨ªa dedicado a tratar de mantener su excelente forma f¨ªsica a base de ejercicios entre rejas y de paso conservar su vida. "All¨ª hab¨ªa unos cuchillos preciosos", explica con una iron¨ªa desapasionada refiri¨¦ndose al mejor ¨²til de supervivencia de los presidiarios. La polic¨ªa lleg¨® a requisar 800 armas blancas durante una redada en la c¨¢rcel. Seg¨²n relata Bengoa, esa misma noche el roce de metales retumbaba por toda la prisi¨®n. Los reclusos hab¨ªan iniciado de nuevo el proceso de fabricaci¨®n de sus armas.
Seis contra uno
La vida no fue f¨¢cil para este vasco de 37 a?os, deportista y aventurero, que con una indignaci¨®n enquistada critica el sistema jur¨ªdico y penitenciario venezolano. Asegura que la media de asesinatos en las seis c¨¢rceles por donde ha pasado es de dos a tres personas a la semana. "En honor a la gente con coraje que ha muerto injustamente" Bengoa escupe los adjetivos m¨¢s agrios y los relatos m¨¢s pasionalmente sanguinarios de su paso por la prisi¨®n venezolana del Rodeo, que alberga a 1.500 presos que circulan libremente sin separaci¨®n de pabellones hasta que llega la noche. En este pozo de condenas, Bengoa asegura haber visto asesinar en una proporci¨®n de seis hombres contra uno y apu?alar por unos litros de agua. "A veces, pensar en un vaso de agua limpia y fresca era todo un orgasmo", asegura este ex campe¨®n vizca¨ªno de boxeo, ex jugador de rugby, submarinista y amante de las traves¨ªas trasatl¨¢nticas.Cuando habla de la juez que le conden¨®, actualmente separada de la carrera judicial, no lanza exabruptos ni se desfoga contra ella; tan s¨®lo cierra los ojos, baja la cabeza y aprieta el gesto de la boca: "Ella buscaba publicidad".
La palabra m¨¢s repetida por Bengoa al explicar sus recuerdos es corrupci¨®n, y asegura que para sobrevivir en la c¨¢rcel se puede ser de todo, desde traficante hasta chivato, "pero antes", dice, "tienes que asegurarte de que eres uno de los grandes, porque si no, est¨¢s vendido". "Un traficante de altos vuelos se despidi¨® de m¨ª un d¨ªa: 'Hasta luego, Andy', me dijo, 'yo voy a salir de aqu¨ª la semana que viene'. Cuando le record¨¦ que estaba en prisi¨®n acusado de llevar a cabo una operaci¨®n de tr¨¢fico de coca¨ªna de varios centenares de kilos, me mir¨® y me dijo: 'Eso es s¨®lo un detalle sin importancia'. Despu¨¦s de varios d¨ªas ya no lo volv¨ª a ver. Hab¨ªa salido".
Dice haber pensado muchas veces en la casualidad con que se inici¨® su pesadilla, aunque no quiere llegar a ninguna conclusi¨®n filos¨®fica sobre las sorpresas del destino. Simplemente, agradece las gestiones diplom¨¢ticas espa?olas durante estos a?os para conseguir la revisi¨®n de su caso, y por haber logrado sacarle de ese pa¨ªs, donde "la ley se infringe con la propia ley". "He estado tres a?os en prisi¨®n por un asunto que en cualquier otro lugar del mundo no me habr¨ªa llevado m¨¢s de 24 horas". "Supongo", afirma con un gesto m¨¢s que duro, "que lo que disfrut¨¦ en los a?os anteriores ten¨ªa que tener alg¨²n tipo de contrapeso". ?l reconoce que la c¨¢rcel le ha enfriado el alma.
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