La propuesta federalista de los socialistas catalanes
El autor, miembro de la comisi¨®n redactora de la ponencia marco que desarrolla las tesis federalistas de los socialistas catalanes, aboga por una profundizaci¨®n del Estado de las autonom¨ªas establecido en la Constituci¨®n en una l¨ªnea de contenidos federales. M¨¢s que plantear unos objetivos finales, pone el acento en la necesidad de un debate sincero que afronte los problemas de fondo.
Cuando los socialistas catalanes proponemos que hay que entender el Estado de las Autonom¨ªas como un Estado de inspiraci¨®n federal, creo que estamos apuntando a un tema capital. La Constituci¨®n de 1978 aparece como una posible soluci¨®n al problema hist¨®rico de la articulaci¨®n del Estado espa?ol de una forma respetuosa con los pueblos que lo integran. La Constituci¨®n es garant¨ªa de la estabilidad democr¨¢tica en Espa?a y no es aconsejable su reforma o revisi¨®n.Ciertamente, la Constituci¨®n no consagra un modelo federal De acuerdo con la Constituci¨®n la soberan¨ªa reside en el conjunto del pueblo espa?ol y no separadamente en los diferentes territorios que lo componen, y los estatutos son leyes votadas en el Parlamento espa?ol y no la expresi¨®n de la soberan¨ªa de las respectivas comunidades aut¨®nomas.
Pero la cuesti¨®n no se sit¨²a en el terreno de los principios, sino en el de los contenidos pol¨ªticos Cuando nosotros hablamos de un Estado de las autonom¨ªas de inspiraci¨®n federal no nos referimos a un modelo de Estado que constitucionalmente se defina como federal, sino a un Estado de contenidos federales, y, a nuestro entender, la orientaci¨®n federalizante del Estado de las autonom¨ªas es absolutamente respetuosa con la Constituci¨®n.
Pero en este terreno la cuesti¨®n aparece abierta. Es decir, con la Constituci¨®n en la mano, el Estado de las autonom¨ªas puede llegar a ser un Estado de contenidos federales, pero tambi¨¦n un Estado de contenidos unitarios. Si miramos a nuestro alrededor, -entre los pa¨ªses de la OCDE, por ejemplo- no hay terceras v¨ªas.
En el fondo, lo que est¨¢ en juego es que existan comunidades aut¨®nomas con aut¨¦ntica capacidad de autogobierno pol¨ªtico. Y los socialistas catalanes pensamos que, cubierta con ¨¦xito una primera etapa del proceso auton¨®mico, es el momento de plantear la cuesti¨®n. Y de apostar decididamente, ni qu¨¦ decir tiene, por un Estado de las autonom¨ªas de contenidos federales.
Tentaciones centralistas
Ahora bien, al hacer esta apuesta no es necesario decir que somos conscientes de que las tentaciones centralistas pueden ser poderosas y de que hay numerosos factores que empujan en este sentido: las resistencias de la Administraci¨®n del Estado, que se manifiestan con especial fuerza en un proceso como el auton¨®mico que se sustenta sobre la desagregaci¨®n de la Administraci¨®n central; la fuerza de un discurso modernizador de signo neocentralista que asocia err¨®neamente descentralizaci¨®n con caciquismo y atraso; la propia realidad auton¨®mica espa?ola, en la que se manifiestan situaciones y aspiraciones muy diversas; la falta de miras y el particularismo del nacionalismo conservador gobernante en las principales nacionalidades hist¨®ricas, que ha renunciado a ejercer una acci¨®n de liderazgo en el proceso de transformaci¨®n del Estado.
La existencia de gobiernos intermedios con aut¨¦ntica capacidad de autogobierno pol¨ªtico es, pues, la piedra de toque del contenido federal de nuestro modelo de Estado. Hay capacidad de autogobierno pol¨ªtico cuando la voluntad de los ciudadanos del territorio puede manifestarse efectivamente sobre un amplio abanico de funciones y competencias que afectan a la vida p¨²blica; cuando los gobiernos intermedios disponen de una autonom¨ªa financiera apreciable, entendida ¨¦sta como la posibilidad de poder influir significativamente sobre el nivel y la estructura de ingresos y de gastos; cuando a los gobiernos intermedios les corresponde efectivamente la organizaci¨®n de la administraci¨®n p¨²blica en el territorio y en especial la de la administraci¨®n local; hay capacidad de autogobierno pol¨ªtico, en fin, cuando se establecen mecanismos que garantizan que los gobiernos intermedios pueden y deben responsabilizarse de las numerosas cuestiones de Estado que inevitablemente han de resolverse desde las instancias centrales de gobierno.
La Constituci¨®n deja un amplio margen de maniobra en todas estas cuestiones. El Estado de las autonom¨ªas ser¨¢ m¨¢s o menos autonomista seg¨²n la voluntad de las fuerzas pol¨ªticas y su acierto en desplegarlo. A nuestro entender, se ha cubierto una primera etapa del proceso auton¨®mico con un balance positivo. Los resultados son satisfactorios. Pero el riesgo de que el Estado de las autonom¨ªas derive en un estado unitario, con unos gobiernos locales (las comunidades aut¨®nomas) de nuevo tipo, no ha desaparecido. Es preciso evitar el peligro de caer, a veces inconscientemente, en actitudes acomodaticias, que intentan concederse un respiro excesivamente largo despu¨¦s de un proceso que, incuestionablemente, se debe catalogar de intenso. Por este motivo, pensamos que es necesario dar un nuevo impulso al Estado de las autonom¨ªas y establecer el horizonte de los objetivos que ser¨ªa conveniente alcanzar gradualmente para tender a un Estado auton¨®mico de contenidos federales: establecimiento de un statuo quo legislativo entre el poder central y las Comunidades Aut¨®nomas que permita corregir los defectos de una concepci¨®n excesivamente restrictiva del ejercicio legislativo de las competencias auton¨®micas; formulaci¨®n de un modelo de financiaci¨®n al que pueda tenderse como objetivo, completando los pasos iniciados con la revisi¨®n de noviembre de 1986; racionalizaci¨®n y coordinaci¨®n de la Administraci¨®n de los distintos niveles de Gobierno en el territorio; creaci¨®n de mecanismos eficaces y operativos de participaci¨®n de los gobiernos auton¨®micos en la pol¨ªtica de Estado y de coordinaci¨®n entre ellos.
La importancia de este ¨²ltimo punto aconseja profundizar en ¨¦l m¨¢s detenidamente. Muchas de las cuestiones que aparecen a lo largo del proceso auton¨®mico y que hacen referencia al modelo de Estado hacen inevitable una confrontaci¨®n objetiva de intereses entre la Administraci¨®n central y los gobiernos auton¨®micos. Y ser¨ªa esperar demasiado que en estas cuestiones el Gobierno central pudiese ser a la vez Juez y parte. El Gobierno central tender¨¢ a reforzar su poder y a hacer su propia pol¨ªtica. En cierto sentido, es normal que el Gobierno central tienda a ser centralista. Ser¨ªa conveniente, pues, permitir tambi¨¦n que las CCAA pudiesen desarrollar responsabilidades de Estado.
El Gobierno central puede estar natural y disculpablemente sesgado en la soluci¨®n que pueda dar a las mismas. Pero las fuerzas pol¨ªticas no deben estarlo. El socialismo espa?ol debe avanzar en la formulaci¨®n de los objetivos que mejor puedan responder a la aspiraci¨®n de un Estado auton¨®mico equilibrado y compensado, en el que los distintos niveles de gobierno tengan el peso que les corresponde. Y, sobre todo, es preciso evitar que en funci¨®n de ubicaciones pol¨ªticas circunstanciales, el socialismo espa?ol tienda a considerar que el basti¨®n del proyecto socialista es el gobierno central y a dejar la iniciativa de la pol¨ªtica auton¨®mica a las fuerzas conservadora.
La propuesta federalista de los socialistas catalanes puede provocar resistencias en sectores del socialismo espa?ol. Esto no debe sorprender a nadie. En el fondo, es natural que as¨ª sea. De alguna manera, los socialistas catalanes hemos de asumir un cierto papel de impulso pol¨ªtico en el conjunto del socialismo espa?ol en relaci¨®n a las cuestiones que hacen referencia al modelo de Estado; a la cuesti¨®n de la articulaci¨®n en Catalu?a en el conjunto del Estado.
En estos temas siempre ocurrir¨¢ que los socialistas catalanes estaremos unos pasos m¨¢s adelante. Mal ir¨ªa que no fuera as¨ª y estuvi¨¦ramos, simplemente, en medio del pelot¨®n. Pero es necesario que alguien vaya unos pasos m¨¢s adelante para indicar el camino que se debe seguir. Es preciso tirar de la cuerda, no para que se rompa, sino para garantizar que el proceso sigue la direcci¨®n correcta y para recordar al conjunto del socialismo espa?ol los retos que a¨²n est¨¢n pendientes y los viejos objetivos que a¨²n no se han cumplido.
Por ello es normal que estas propuestas surjan del seno del socialismo catal¨¢n.
Catalu?a y Euskadi
A nadie deber¨ªa escap¨¢rsele que en buena parte la necesidad de reformar y transformar el Estado centralista en un Estado auton¨®mico se produce para tratar de resolver el contencioso de las nacionalidades hist¨®ricas y, muy especialmente de Catalu?a y Euskadi.
Por ello es preciso desarrollar a fondo todas las posibilidades que ofrece nuestro sistema constitucional; porque no podemos renunciar a la aspiraci¨®n de que dentro del mismo tengan soluci¨®n los problemas pendientes planteados por estas nacionalidades hist¨®ricas.
La propuesta de los socialistas catalanes est¨¢ llamada a originar un debate en el socialismo espa?ol. Pero tambi¨¦n debe servir para dar nuevas perspectivas al catalanismo pol¨ªtico y para y proyectar hacia el futuro la autonom¨ªa de Catalu?a.
A menudo la vida pol¨ªtica de Catalu?a se ha visto polarizada por el enfrentamiento frustrante y desgastador entre el centralismo y el nacionalismo conservador. Pero la esterilidad de este enfrentamiento hace que se den las condiciones objetivas precisas para que los socialistas de Catalu?a propongamos una iniciativa pol¨ªtica que trata de romper el c¨ªrculo vicioso de dos modelos agotados que en el fondo se potencian mutuamente. Esta iniciativa federalista es, pues, un proyecto para Catalu?a, que debe servir para dar un nuevo impulso y relanzar la autonom¨ªa. Y es tambi¨¦n un proyecto para el conjunto de Espa?a formulado desde Catalu?a con el prop¨®sito de que la transformaci¨®n democr¨¢tica haga posible la convivencia pac¨ªfica y solidaria de todos los pueblos que la integran.
es profesor de Hacienda P¨²blica de la universidad de
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