Aranguren
Jos¨¦ Luis L. Aranguren. "Moral de la vida cotidiana, personal y religiosa". Ante el ¨²ltimo libro de Aranguren, uno quisiera hacer una m¨ªnima reflexi¨®n (que quiz¨¢ est¨¢ pendiente en el aire y no han hecho quienes debieran) sobre el estilo de escribir / pensar del fil¨®sofo m¨¢s vigente y pen¨²ltimo de cuantos tiene hoy Espa?a."La vida cotidiana es, por de pronto, la mayor parte, con gran diferencia, de nuestra vida". Lefebvre y otros han reflexionado sobre eso. Hoy es un tema de moda en la filosof¨ªa. S¨®lo que Aranguren no monta una ret¨®rica de lo cotidiano, como casi todos (con lo que tanto nos dar¨ªa que estuviesen hablando del Esp¨ªritu que planea sobre la Historia), sino que JLA reflexiona sobre lo cotidiano cotidianamente. Cotidiano ha sido siempre su estilo, su anti / estilo, y esto nos entrega a un pensador desnudo, que renuncia -?¨¦ticamente, cristianamente?- a la fascinaci¨®n de un argot propio, recurso final de los pensadores, de Heidegger a Zubiri, pasando por Ortega. En lugar de eso, Aranguren recurre con frecuencia a esa reflexi¨®n de las palabras sobre s¨ª mismas que es la etimolog¨ªa (en alem¨¢n, franc¨¦s, ingl¨¦s, espa?ol, lo que sea), y lo hace, no como expediente r¨¢pido y mec¨¢nico para elucidar un concepto, sino (me parece a m¨ª) con voluntad de contra / estilo. Desmontando cualquier palabra m¨¢gica de la filosof¨ªa, Aranguren desmonta el peligro de la elocuencia, la perfidia del discurso. As¨ª, su ¨¦tica est¨¦tica le fascina a uno tanto m¨¢s que su ?tica. Claro que hay en Aranguren fijaciones del primer Heidegger, por ejemplo (el m¨¢s l¨ªrico), pero Aranguren nunca se las apropia y siempre las "cotidianiza".
Su renuncia a un argot propio impide (mejor, evita) que Aranguren haya erigido una f¨¢brica intelectual para sistematizar el mundo, ya que tales f¨¢bricas suelen sustentarse m¨¢s en una manera de decir que en una manera de pensar. Todo esto nos entrega un fil¨®sofo desnudo, sin argot ni sistema, quiz¨¢ postmoderno -?postcristiano?-, cuya ¨¦tica y "cortes¨ªa" (Ortega) es, no ya la claridad, sino la transparencia, el contacto directo con un pensamiento que primero renuncia al estilo y luego al dogma (?y c¨®mo defender un dogma sin la ballester¨ªa de un estilo?). Leer a Aranguren es como poner la mano sobre un agua fluyente, sobre esa claridad que arrastra el cielo a d¨ªas, de un lado para otro, elucid¨¢ndolo todo y sin que acabemos de saber d¨®nde est¨¢ el sol. "Vida cotidiana no es sin¨®nimo de vida privada, ni vida privada sin¨®nimo, sin m¨¢s, de vida personal". As¨ª de sencillamente va profundizando nuestro pensador la geolog¨ªa del vivir. Y esta sencillez, claro, no supone desvalimiento, sino, muy al contrario, un filosofar m¨¢s all¨¢ o m¨¢s ac¨¢ (de ah¨ª su sedicente "postmodernidad") de la soberbia filos¨®fica, del ¨¦nfasis del pensamiento. Aranguren est¨¢ cada d¨ªa m¨¢s delgado por fuera y m¨¢s desnudo por dentro, m¨¢s abierto -cr¨ªsticamente- a lo que la vida o la reflexi¨®n tengan que ense?arle. El haber renunciado a un estilo literario / filos¨®fico (como a tantas cosas) le confiere, por contraste y ley parad¨®jica, un estilo personal, humano, a partir del cual empieza a sernos otra vez, involuntariamente, un personaje muy literario. Inflacionado de elocuencia todo el pensamiento anterior, sentimos que, hoy, s¨®lo es de fiar un pensador as¨ª, un hombre en quien se hace transparente la meditaci¨®n, la duda, la vida. Un escritor sinnnnn argot y un fil¨®sofo sin dogmas.
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