En las orillas inundadas del Sar
La mayor¨ªa de los 3.000 habitantes de la ciudad coru?esa de Padr¨®n despertaron sobre las cuatro de la madrugada de ayer con el ruido de las sirenas del coche patrulla de que dispone la Polic¨ªa Municipal. El Sar, el r¨ªo que engrandeci¨® Rosal¨ªa de Castro en sus poemas, que apenas supera la decena de metros de anchura a su paso por la poblaci¨®n y cada lustro recuerda su presencia fisica con pequenas inundaciones, se sali¨® de madre y en menos de media hora aneg¨® campos y calles, en algunos puntos con casi dos metros de profundidad.A media noche, las fuerzas vivas de Padr¨®n inspeccionaron el r¨ªo y, seg¨²n cuenta el alcalde, Jes¨²s Villamor, "no hab¨ªa m¨¢s que los peque?os desbordamientos habituales".
De 4.00 a 4.30, la mayor¨ªa de los bajos de Padr¨®n estaban nundados, los vecinos de los primeros pisos empezaron a guardar ropa en bolsas y maletas, y el alcalde, llocalizable toda la ma?ana, tuvo que salir nadando de su casa, seg¨²n sus propias palabras.
David Penalta, un jubilado que viv¨ªa con sus dos hijos en una casa de una planta, vio c¨®mo el agua arrasaba el bajo, ahogando a los animales. "En 42 a?os que viv¨ª all¨ª nunca pas¨® esto. El agua lleg¨® a menos de un metro del primer piso". ?l y su familia abandonaron la casa por el balc¨®n, auxiliados con cuerdas por la dotaci¨®n de una lancha de salvamento, sobre las dos de la tarde. Los servicios de tel¨¦fono y electricidad dejaron de funcionar en un radio de 20 kil¨®metros, y todav¨ªa no estaban restablecidos a ¨²ltima hora de la tarde de ayer. A mediod¨ªa, el gobernador civil de La Coru?a, Andr¨¦s Moreno, tuvo que desplazarse hasta las proximidades de Santiago para telefonear, en dura competencia con los periodistas.
"No quieren salir"
"No quieren salir", comentaba un tanto sorprendido un infante de Marina, con acento sure?o. Los padroneses contemplaban desde las ventanas el espect¨¢culo, y la mayor¨ªa de las 200 personas rescatadas, sobre todo en caser¨ªos y aldeas pr¨®ximas a la villa, desde?aron las m¨¢s de 2.000 camas habilitadas en dos colegios de Santiago y prefirieron casas de familiares en las zonas altas de Padr¨®n o en Santiago. En el interior de un autob¨²s de la Guardia Civil, un empleado de banca, que espera con su mujer y dos ni?as ser conducido a Santiago, comenta que su vecino le entreg¨® a sus dos hijos, pero ¨¦l y su esposa se quedaron. Un hombre requiri¨® una lancha para reunirse con su mujer en la casa familiar, y un matrimonio anciano fue rescatado del tejado de su casa por un helic¨®ptero que tuvo que dejar de operar a causa del viento.
En el bar O Grilo, ¨²ltimo punto accesible de la localidad y lugar de encuentro de fuerzas de salvamento y periodistas, los vecinos comentan que la crecida se debi¨® a que edificaciones y desag¨¹es de mal funcionamiento taponan los habituales cauces de expansi¨®n del Sar. "A la casa de Rosal¨ªa", comentan, la salv¨® la v¨ªa del tren".
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