A pesar de Esquipulas, la guerra sigue
La 'contra' ataca una ruta estrat¨¦gica en una de las mayores acciones militares desde el verano de 1985
JOS? COMAS
En el kil¨®metro 177 de la carretera del Rama, V¨ªctor Manuel Conrado, de 48 a?os, que trabaja de mec¨¢nico en el Ministerio de la Reforma Agraria de Managua, se mueve por la cuneta al lado de los restos calcinados de un cami¨®n; a su lado est¨¢ su hijo, un joven de unos 20 a?os. Conrado busca a su otro hijo, que cumpl¨ªa el servicio militar y casi con seguridad muri¨® y qued¨® reducido a cenizas, al ser destruido el cami¨®n en que viajaba cuando atac¨® la contra. Explica que la desaparici¨®n de su hijo "es una p¨¦rdida que tengo, pues, pero con eso no quiero decir que nos van a destruir la revoluci¨®n, porque somos muchos los que vamos a caer en pro de la revoluci¨®n".Para Conrado no puede haber negociaci¨®n con la contra, porque la sangre de los que han ca¨ªdo no se puede negociar. Es absurdo pensar que aqu¨ª tiene que haber una negociaci¨®n con la contra. "Aqu¨ª a la contra lo ¨²nico que se le tiene que responder es a verga, como est¨¢n haciendo ellos".
Mientras habla Conrado, dos hombres descienden de una peque?a camioneta y se dedican a husmear entre los restos del cami¨®n. Uno de ellos, que ha escuchado las palabras de Conrado, comenta en voz alta: "No hay paz si no se habla con ellos". Como picado por una avispa, Conrado pregunta: .?Hablaron con ellos cuando mataron a ¨¦stos?, no sea c¨ªnico". Uno de los hombres de la camioneta intenta replicar, pero Conrado le acusa de defender a los contras. El otro responde con un "yo no lo estoy defendiendo. S¨®lo dije que no puede haber paz sin hablar con ellos". El hombre se marcha r¨¢pidamente ante el cariz de la discusi¨®n. Conrado todav¨ªa tiene tiempo para anotar el n¨²mero de matr¨ªcula del veh¨ªculo.
A unos pocos kil¨®metros de los restos del cami¨®n, al lado mismo de la carretera, se encuentra Santo Tom¨¢s, que, seg¨²n el r¨®tulo a la entrada del pueblo, tiene 13.200 habitantes. Otro r¨®tulo advierte: "La contra se va a joder. Los aplastaremos".
Santo Tom¨¢s fue uno de los objetivos de la ofensiva de la contra. Antes hab¨ªa atacado otros tres pueblos. En Santo Tom¨¢s comenz¨® a las 7.30, seg¨²n la versi¨®n del Ministerio de Defensa, y dur¨® hasta la una de la tarde. Algunas casas en Santo Tom¨¢s tienen colocadas banderas blancas. Rosario, 24 a?os y cuatro hijos, explica que con la bandera quiere pedir la paz.
Cuenta Rosario que una ni?a enferm¨® de "diarrea, del miedo que le dieron las bombas". Rosario est¨¢ sola y tiene que mantener a sus hijos, porque "al marido se lo llevaron los milicianos (al servicio militar) hace un mes".
Ahora Rosario y sus hijos viven "de trabajitos que hace mi hermano ah¨ª; trabaja motos, es mec¨¢nico y ¨¦l me ayuda en todo lo que puede". Viven mal, dice Rosario, "porque estando el hombre una no perece en nada y fall¨¢ndole el hombre una ya no es nada. Hay que dejar a los ni?os que sufran...". A su lado, una amiga corrobora: "Sufrimos mucho nosotros, ya ves, aguantamos hambre y todo. Aqu¨ª estamos aguantando hambre y necesidades. Esta quincena no vino ni arroz, pasamos con tortilla y cuajada. Los ni?os necesitan comer su arrocito. Aqu¨ª estamos en una calamidad". Ninguna de las dos mujeres sabe qui¨¦n tiene la culpa de lo que ocurre ni si las cosas ir¨ªan mejor con otro Gobierno. "?Qui¨¦n sabe? Aqu¨ª el que manda es Dios y despu¨¦s nadie".
A escasos metros de la casa de Rosario, Juan Carlos, un muchacho de 19 a?os hijo de un ganadero, hace poco que qued¨® desmovilizado. Lleva una ropa flamante (camisa, playeras y vaqueros) que le ha costado 1.200.000 c¨®rdobas (casi 16.000 pesetas al cambio oficial). Para ganar esa cantidad tiene que trabajar 10 meses una recepcionista de hotel en Managua.
Juan Carlos piensa que no hay que dialogar con los contras, sino con el que los manda, Ronald Reagan. ?sta es la tesis que sostiene siempre el Gobierno sandinista. El d¨ªa del ataque, Juan Carlos cuenta que "tambi¨¦n me lanc¨¦ a la calle y ech¨¦ mis grititos" para rechazar a la contra.
"No tenemos miedo"
Hacia el mediod¨ªa entra en Santo Tom¨¢s un convoy militar. Los soldados son muchachos de 16 a?os, parecen ni?os que juegan con sus metralletas y los morteros, que exhiben con risas infantiles. La unidad particip¨® en los combates del 15 de octubre. Varios dicen que lo pasaron mal, aunque "no tenemos miedo"; murieron varios compa?eros y dispar¨® cada uno "como 700 tiros con el AK. En San Pedro anduvieron jodiendo. Aqu¨ª lo quisieron tomar, pero no pudieron; s¨®lo llegaron a la primera calle. Nosotros fuimos a San Pedro, pero cuando acab¨® todo nos trajeron para ac¨¢". Algunos soldados opinan que hay que hablar con la contra porque "hablando se solucionan las cuestiones".
Un grupo de soldados juega en un parque situado delante de la iglesia. Los soldados se columpian en los juegos infantiles ante la mirada de dos oficiales pol¨ªticos. Una miliciana viene a incautarse del rollo de fotograf¨ªas del periodista. No le gusta la idea de ver captado al Ej¨¦rcito sandinista en su inocente esparcimiento.
Los oficiales pol¨ªticos cuentan que tienen la misi¨®n de explicar a los soldados lo que es el acuerdo de Esquipulas 2. "Venimos a explicar a la gente de los asentamientos de aqu¨ª y a hacer trabajo pol¨ªtico con base a los acuerdos de paz y la problem¨¢tica del campesinado, en qu¨¦ medida se les puede ayudar".
Parecen convencidos los ofi
A pesar de Equipulas, la guerra sigue
ciales de que "si la contra fuese el problema nuestro ya la guerra se habr¨ªa terminado. Nuestro problema es estrictamente el imperialismo norteamericano, reflejado en Reagan. El d¨ªa que el Presidente de los Estados Unidos diga que deja de apoyar a la contra, la contra desaparece, porque no tiene fuerza".Explica el oficial que "¨¦sta es una revoluci¨®n nueva que se ha encontrado con unos problemas terribles: el bloqueo econ¨®mico, la situaci¨®n de los pa¨ªses centroamericanos, la guerra de liberaci¨®n que dej¨® el pa¨ªs en la calle en 1978, cuando vinieron los capitalistas y sacaron el dinero y dejaron el pa¨ªs en la miseria. ?sa es nuestra misi¨®n: explicar todo eso".
Seguidor de Obando
Una visi¨®n opuesta la tiene el p¨¢rroco de Santo Tom¨¢s, "el padre Pedro" (Peter Dabelle), un sacerdote de Nueva York de la orden monfortiana. Tiene 39 a?os y lleva cinco en Nicaragua. Dabelle se confiesa seguidor del cardenal Miguel Obando y opuesto a la Iglesia popular pro sandinista.
El sacerdote dice que "aqu¨ª el Frente Sandinista no tiene tanta fuerza como en Managua. No ha podido organizar a las masas. Aqu¨ª dos veces muri¨® el Comit¨¦ de Defensa Sandinista (CDS) y est¨¢n en el tercer impulso para fundarlo de nuevo, pero nadie quiere cooperar en estas cosas".
Explica el sacerdote norteamericano que "aqu¨ª no han podido movilizar la reserva. Tres veces citaron a los reservistas y tres veces tuvieron que cancelar la cita. Despu¨¦s agarraron a los que trabajan para el Estado, unos 40, y llenaron un cami¨®n".
Cuatro kil¨®metros m¨¢s all¨¢ de Santo Tom¨¢s la carretera se interrumpe ante un puente casi destrozado. Al lado de la carretera hay una casita destruida con el tejado de lata ennegrecido y retorcido. Todo ha quedado reducido a cenizas.A la puerta de la casa, cargada hasta los topes, est¨¢ a punto de marchar una peque?a furgoneta con la familia Zarnora y lo que ¨¦l salv¨® de la querna.
El viejo Zamora es alto y rubio con barba de varios d¨ªas, tiene los ojos enrojecidos por el tanto al abandonar su casa, destrozada por la guerra; su nuera, Marbell¨ª, 24 a?os y cuatro hijos, lleva un ni?o sobre su regazo; va isientada al lado de su marido, que conduce la furgoneta.
Explica Marbell¨ª que "aqu¨ª se liab¨ªan establecido unos militares y cuando la contra vino de inadrugada, como a las 4.30, empez¨® el tiroteo y nosotros nos vol amos al suelo. Al rato pas¨® un rriortero por encima de nuestras cabezas. Nos volamos a un gui?o, en la quebrada, y estuvimos all¨ª hasta la una, que dur¨® todo".
La joven dice que "es muy triste tener que dejar la casa. Hay que pedir a Dios que todo esto se acabe". Piensa Marbell¨ª que "a ver si se ponen de acuerdo, porque si no no hay paz nunca".
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