La agitaci¨®n militar, reto a la estabilidad de la transici¨®n democr¨¢tica en Brasil
Los episodios de agitaci¨®n militar registrados esta semana en Brasil, al parecer bajo control, han sido se?ales aisladas, pero muy claras, de que los riesgos de una aventura golpista no deben ser descartados. Como consecuencia de esos episodios, el coronel en la reserva Gerardo Cavagnari est¨¢ detenido en un cuartel M Ej¨¦rcito en Campi?as, a unos 80 kil¨®metros de S?o Paulo, donde debe permanecer hasta el pr¨®ximo 7 de noviembre. En Curitiba, a unos 600 kil¨®metros al sur, el capit¨¢n Luis Fernando de Almeida est¨¢ sometido a un juicio militar.
En El Brasilia, la capital, el Ministerio del Ej¨¦rcito, luego de unas contundentes declaraciones de su titular, general Le¨®nidas Pires Gon?alves, el pasado mi¨¦rcoles, prefiere afirmar tajantemente que la situaci¨®n est¨¢ bajo control.Pol¨ªticos de los partidos que respaldan al Gobierno de Jos¨¦ Sarney tratan de minimizar los acontecimientos; la izquierda pide que toda atenci¨®n sea puesta ahora en los grupos de la derecha.
En las ¨²ltimas semanas, la movilizaci¨®n de grupos conservadores contrarios al proceso de democratizaci¨®n del pa¨ªs fue intensa. La acci¨®n del Gobierno, por su parte, respondi¨® con la misma intensidad, pero a la inversa: m¨¢s que nunca, la inercia y el vac¨ªo del poder fueron las caracter¨ªsticas m¨¢s evidentes. Los militares, por su parte, quedaron en extremos opuestos: los rebeldes, por un lado; el ministro del Ej¨¦rcito, por otro.
La principal preocupaci¨®n del general Pires Gon?alves ha sido afirmar que no hay nada "que ofrezca riesgos a la transici¨®n [a la democracia]". Y tambi¨¦n lanzar un desafio a los insubordinados de su arma: "El que quiera saber si realmente tengo el comando de la tropa, que se presente".
El coronel Gerardo Cavagnari hab¨ªa declarado al influyente Jornal do Brasil que la rebeld¨ªa de los oficiales se deb¨ªa a la acci¨®n de la extrema derecha en el seno de his Fuerzas Armadas. Fue detenido al d¨ªa siguiente. El capit¨¢n Luis, Fernando de Almeida tuvo una actitud m¨¢s radical: armado, invadi¨® la alcald¨ªa de la ciudad de Alpucarana, en el Estado sure?o de Paran¨¢, para protestar contra los bajos sueldos de los militares. Por coincidencia, el mismo d¨ªa el presidente Jos¨¦ Sarney hab¨ªa anunciado aumentos de m¨¢s del 100% para los integrantes de las Fuerzas Armadas.
Personajes de la dictadura
Entre tanto, otros dos capitanes informaron al principal semanario brasile?o, la conservadora revista Veja, que hab¨ªan pensado en poner explosivos en edificios p¨²blicos para provocar una tensi¨®n tal que el Ej¨¦rcito fuera llamado otra vez a ocupar el poder y, de esa forma, obtener mejores sueldos. Todo esto vino a remolque del resurgimiento de figuras de la ¨²ltima dictadura militar y que se encuentran fuera del actual Gobierno (buena parte de las estrellas civiles de ese r¨¦gimen militar forman parte del Gabinete del presidente Sarney, ¨¦l mismo surgido del per¨ªodo de la dictadura).El ¨²ltimo general que ocup¨® la presidencia de Brasil, Jo¨¢o Baptista Figueiredo, por su parte, rompi¨® su silencio para criticar frontalmente el Gobierno y proponer el fin del per¨ªodo de Sarney. Adem¨¢s, se divulg¨® la existencia, desde hace ya m¨¢s de tres a?os, de una Asociaci¨®n Brasile?a de Defensa de la Democracia, integrada por oficiales de las tres armas (en su mayor¨ªa, en activo) y empresarios. Se trata, aparentemente, de grupos como los surgidos hace 24 a?os, que tuvieron influencia directa en el golpe que derroc¨® al ¨²ltimo presidente constitucional del pa¨ªs, Jo?o Goulart, en 1964. Los nombres de varios oficiales que al parecer la integran fueron divulgados, pero no hubo ninguna sanci¨®n contra ellos.
Toda esta movilizaci¨®n, sumada al vac¨ªo del poder, a la crisis econ¨®mica y a la falta de perspectivas a medio plazo de que puedan ser resueltos los males que aquejan al pa¨ªs, provoc¨® inquietud en los medios pol¨ªticos brasile?os. En Brasilia, en los ¨²ltimos d¨ªas, la palabra de orden es la defensa del proceso de transici¨®n, mientras aumentan las presiones de todos los sectores para que el presidente Sarney convoque elecciones para noviembre de 1988, abandonando su solitaria idea de permanecer en su puesto hasta un distante e improbable 1990.
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