Perestroika
Las perestroikas (reconstrucci¨®n, traducido aqu¨ª por apertura), como las guerras santas, se hacen para perderlas. Como seguimos siendo centinelas de Occidente, y de Oriente, nuestra perestroika la inici¨® Su¨¢rez mucho antes que Gorbachov. Era una perestroika en guapo que llegar¨ªa a su perihelio con Felipe Gonz¨¢lez. Media Moncloa almuerza todos los d¨ªas en Los Remos y otros restaurantes caros de la carretera de La Coru?a, quiz¨¢ porque quedan cerca. Y luego viene la derecha dando vara. Normal. La Caball¨¦ nos canta unas cosas de pie quebrado (ella y las cosas), en el Real, y, en la copa posterior, hablo con Buero Vallejo sobre el Nobel que este a?o le ha quedado tangente. Pero los suecos siempre se inventan un exiliado ruso que ha escogido la libertad, por desesco?arle a Gorbachov la perestroika.El duque de Hu¨¦scar, mi querido amigo de cuando s¨®lo era "el ni?o" en las cenas de Cayetana Alba, preside la cosa de la prevenci¨®n cardiaca, y en su fiesta encuentro al gran doctor R¨¢bago, sobrino de Jim¨¦nez D¨ªaz e interesant¨ªsima figura de la Concepci¨®n. Lo de echar candado a la Concepci¨®n es otro ejemplo de anti/perestroika o de la perestroika mal entendida por los rojocat¨®licos. Haro-Tecglen me lleva (o le llevo yo a ¨¦l, que ya ni se sabe) a ver/o¨ªr a Moli¨¨re. Moli¨¨re es la perestroika francesa y teatral (europea) del XVII. Villapalos, el nuevo rector complutense, me invita a cenar tras su elaboraci¨®n de la "Universidad del futuro". ?Reconstrucci¨®n, apertura, perestroika en la Universidad? Esto ser¨ªa, en su origen, logro de la movida estudiantil del pasado invierno. Es bueno que la perestroika germine en la calle, desde abajo, y no como las de Gorbachov y Su¨¢rez, impuestas desde arriba.
La Asociaci¨®n de Periodistas Europeos, que lleva Carlos Luis ?lvarez, va a promocionar a los "grandes periodistas olvidados" y a los periodistas de la guerra civil. Perestroika hacia atr¨¢s y hacia adelante reconstrucci¨®n/apertura de la sociedad espa?ola, que a¨²n vive de la inercia abrile?a y no vadora de la transici¨®n, en con traste con la anti/perestroika filiposecundista (no porque ¨¦l sea Felipe II, sino porque est¨¢ en su segundo mandato). F¨¦lix Grande, en "La calumnia", deja claro el falso caso Rosales/Lorca: apertura a la verdad hist¨®rica y reconstrucci¨®n del tiempo. Eduardo San Mart¨ªn nos va a explicar El Globo (para que no nos englobemos), que quiere ser el bolet¨ªn oficio so de la perestroika. nacional, y Nico Sartorius se ha metido en casa, poniendo los blasones fa miliares de cara a la pared para que no molesten, a "repensar la izquierda". Quiere decirse, en fin, que la sociedad espa?ola est¨¢ viviendo del impulso hist¨®rico que le dieron los pol¨ªticos hace diez a?os. La sociedad es una cosa cu¨¢ntica (Cuestiones cu¨¢nticas, Kair¨®s) y los pol¨ªticos, izquierda y derecha, perezosos de poltrona o asustados de su propio invento, quieren que pare el epigrama. Esto es lo que hoy vivimos, esto es el filiposecundismo: una sociedad acelerada y unos pol¨ªticos retardados, rojocat¨®licos de un lado a otro del espectro, por miedo de no quedar modernos o por miedo a la modernidad. Tanto el Gobierno como la derecha quisieran quedarse como est¨¢n. La calle les ha pasado por la izquierda, como ocurre siempre. Lo de Guerra/Felipe vuelve a ser un d¨²o musical como los de la Caball¨¦, antes que la gran contra¨®pera brechtiana de los diez millones de coros.
Los rojocat¨®licos hacen concesiones al Vaticano (Opus/Nunciatura), Ruiz Mateos me sigue escribiendo desde la c¨¢rcel, como si yo tuviera un novio legionario, el PSOE es un invernadero de disidentes y Solchaga es el sheriff de los ordenadores. En Los Remos fracasa melanc¨®licamente la perestroika nacional.
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