Traducido al castellano el primer estudio global de Concha Espina
Entre los muchos telegramas de condolencia que se recibieron en el 32 de la calle de Alfonso XII de Madrid el 19 de mayo de 1955, d¨ªa de la muerte de Concha Espina, figur¨® uno cuya firma intrig¨® a los familiares hasta reconocerla entre los jirones de la memoria: la de Aurelo Echea, personaje de El metal de los muertos, inspirado en un sindicalista asturiano exiliado en Suram¨¦rica tras la guerra y del que no se hab¨ªa vuelto a saber. Cr¨®nica de la vida de los mineros, El metal de los muertos (1920) es "la primera gran novela social espa?ola", seg¨²n el hispanista franc¨¦s G¨¦rard Lavergne, autor del primer estudio global de la autora, Vida y obra de Concha Espina (Fundaci¨®n universitaria Espa?ola), que ser¨¢ presentado el viernes.
PEDRO SORELALa causa del semiolvido de Concha Espina, cuyas obras m¨¢s conocidas son dif¨ªciles de encontrar fuera de Santander, su tierra, es uno de los enigmas de la amnesia espa?ola hacia sus artistas. Tal como demuestra Lavergne en su detallado estudio (tesis doctoral en la universidad de Montpellier), no s¨®lo la obra de Concha Espina, sino tambi¨¦n su vida, para quienes consideren que no se puede separar vida y obra, mantienen puntos de inter¨¦s en el debate literario de nuestros d¨ªas.Para escribir El metal de los muertos, Concha Espina, que ya conoc¨ªa con cierto detalle la lijosa existencia de los mineros en las cuencas del Cant¨¢brico, viaj¨® a Andaluc¨ªa para documentarse sobre el terreno. Eligi¨® las minas de Pueblo Nuevo del Terrible, Linares y Almad¨¦n, del complejo de R¨ªotinto (capital extranjero), y conoci¨®, cuenta ella, "f¨¢bricas, hornos, contraminas y honduras espantables, con riesgos que estaban recompensados por la satisfecha curiosidad y la intensa emoci¨®n".
Se aloj¨® en Nerva; en la habitaci¨®n de la pensi¨®n Casino, donde hab¨ªa muerto la v¨ªspera un acr¨®bata chino, y fue confundida con una cantante que esperaban en el pueblo pues en aquel tiempo, "no siendo comediantes, es dif¨ªcil que arribe por all¨ª una mujer que use sombrero", escribi¨®.Seis a?os antes Concha Espina hab¨ªa publicado La esfinge maragata, que obtuvo el Premio Fastenrath de la Academia, por primera vez concedido a una mujer, y que desde entonces ha sido traducida a 18 idiomas. El escenario de la novela le fue ofrecido a Concha Espina no mucho despu¨¦s de la separaci¨®n de su marido y el viaje con sus hijos a Madrid, en una visita que hizo a Astorga: pudo observar que en la vecina comarca de la Maragater¨ªa s¨®lo viv¨ªan mujeres, que cuidaban de la casa, criaban a los hijos y trabajaban las tierras, al marchar los hombres tan pronto como pod¨ªan en busca de mejores oportunidades.Bordado y rigod¨®n
Concha Espina muri¨® a los 86 a?os, dejando una obra extensa formada por 16 novelas largas, numerosas cortas, versos de juventud y una ingente cantidad de art¨ªculos, publicados en parte en Suram¨¦rica, que no han sido clasificados todav¨ªa en su totalidad. Su vida est¨¢ partida en dos por un hecho m¨¢s determinante entonces que ahora, y que fue la separaci¨®n de su marido, cuando contaba 37 a?os y ten¨ªa cuatro hijos: tres varones y una chica.
Hija de una familia de la burgues¨ªa astur-c¨¢ntabra, recibi¨® la educaci¨®n propia de su tiempo: costura, bordado y rigod¨®n. Casada muy joven con Ram¨®n de la Serna y Cueto, heredero de una fortuna en Chile, le acompa?¨® a Am¨¦rica en los tiempos en que los transatl¨¢nticos a¨²n doblaban por el estrecho de Magallanes y entre una cosa y otra el viaje duraba meses. Su marido, dice su nieto Alfonso en el libro de Lavergne, era "probablemente heredero de las virtudes y defectos de los ¨²ltimos hidalgos: orgullosos, algo fant¨¢sticos, poco activos y emprendedores, faltos de sentido realista, demasiado encerrados en s¨ª mismos, fracasados ya en su origen...".
A partir de 1906, tras la experiencia de Am¨¦rica, donde ya hab¨ªa comenzado. a escribir para sacar adelante a la familia, Concha Espina se instal¨® en Madrid y poco a poco, sin pacto alguno con el tiempo, fue construyendo su obra. "S¨®lo con mucho car¨¢cter pudo sobrevivir", comenta su nieto Alfonso. Era una mujer cari?osa y dotada de sentido del humor, que le permit¨ªa captar la caricatura de las gentes e imitarlas. Tuvo siempre la coqueter¨ªa de disfrazar su edad, y la de no ser llamada abuela, sino madrina.Pas¨® sus ¨²ltimos a?os ciega a causa de ciertos padecimientos de la guerra. Ella, simpatizante del bando nacional, viv¨ªa en Mazcuerras, no muy lejos de Cabez¨®n de la Sal, cuyo alcalde republicano era su ex marido, Ram¨®n. Parece ser, cuenta una historia familiar, que aunque ya se hab¨ªan divorciado gracias a las leyes de la Rep¨²blica, la escritora enviaba viandas a su ex marido, ya bastante enfermo. Sus ¨²ltimos libros, ciega ya, los escribi¨® sobre los intersticios de una planilla de cart¨®n que imped¨ªa que las l¨ªneas se montaran las unas sobre las otras. As¨ª la recuerda un bajorrelieve que conserva su familia.
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