El tercermundismo de los trabajadores temporeros
Las condiciones laborales de los trabajadores que, por cortos per¨ªodos de tiempo, van cada a?o a realizar las faenas de la vendimia en Francia ponen de manifiesto no s¨®lo las deficiencias a las que se tienen que enfrentar en ese pa¨ªs, sino tambi¨¦n el car¨¢cter de perenne que va adquiriendo este tipo de emigraci¨®n. La situaci¨®n econ¨®mica en Andaluc¨ªa no permite abrigar esperanzas de empleo para todos aquellos que tienen que salir cada a?o.
Hace 18 a?os que voy a vendimiar al sur de Francia como trabajador de temporada, y compruebo c¨®mo van empeorando las condiciones de vivienda y de trabajo en los ¨²ltimos a?os. Como ya no somos tan necesarios como antes, pues la m¨¢quina recoge el 50% de la uva, nos imponen destajos y ritmos de trabajo cada vez m¨¢s duros, nos alojan en viviendas la mayor¨ªa de ellas indignas de ser habitadas por personas, en general la patronal no respeta el contrato legal de trabajo ni en salarios ni en horas suplementarias ni en alojamiento. A causa de esto, las relaciones laborales durante la vendimia son bastante dif¨ªciles y con frecuencia conflictivas. Porque muchos de nosotros no nos. aguantamos. Pero la verdad es que raramente conseguimos defendernos: ellos son m¨¢s fuertes, estamos en un pa¨ªs extra?o, la comunicaci¨®n es complicada y el aislamiento nuestro es grande. All¨ª sentimos con frecuencia sensaci¨®n de abandono, de impotencia, de humillaci¨®n...
Algunos servicios
Hay que reconocer que ¨²ltimamente la temporada de la vendimia francesa est¨¢ contando con ciertos servicios de informaci¨®n, de transporte, etc¨¦tera. Pero la cuesti¨®n de fondo sigue intacta: a pesar de estar mal tratados, mal alojados y mal pagados, el pr¨®ximo a?o lo m¨¢s seguro es que nos tendremos que volver a marchar. Esta sociedad tan desarrollada, tan moderna y tan democr¨¢tica no nos ofrece otra salida. Ni el Mercado Com¨²n, ni el Cambio del PSOE ni su reforma agraria... han supuesto mejor¨ªa para los emigrantes temporeros.
He querido hacer este peque?o balance sobre la vendimia precisamente en estos d¨ªas en los que, por iniciativa de la Iglesia, se han celebrado en toda Espa?a las jornadas sobre las migraciones. En concreto, el tema escogido para el presente a?o es el de los emigrantes temporeros bajo el lema: "No hay sitio en su tierra. ?A d¨®nde ir¨¢n?".
Temporero es todo aquel jornalero que, al no encontrar trabajo en su tierra, se ve obligado a salir de su casa para sobrevivir. Salir de su pueblo, de su regi¨®n o de su pa¨ªs a buscar alg¨²n jornal en temporadas ocasionales y en zonas donde se necesitan braceros para faenas que no pueden o no quieren realizar los del propio lugar. Hay m¨¢s de 600.000 familias que en Espa?a soportan la condici¨®n de temporeros. Principalmente proceden del medio rural, de la Espa?a m¨¢s pobre. Andaluc¨ªa es la regi¨®n que m¨¢s temporeros ofrece a este duro mercado de trabajo.
Realmente es muy dura la vida de estos hombres y mujeres condenados a un nomadismo perpetuo. Siempre con la casa a cuestas. Por ejemplo, ¨¦ste es el v¨ªa crucis de una familia de mi pueblo durante el a?o: en el mes de enero cargan los b¨¢rtulos en remolques y camiones, retiran los ni?os de la escuela, cierran su casa y se van a los cortijos de Ja¨¦n o de C¨®rdoba a coger aceitunas hasta el mes de marzo aproximadamente.
Vuelven y permanecen en paro hasta el mes de abril. Y otra vez, al comenzar mayo, cargan los chismes en autocares, a cerrar su casa para ir a Navarra a la recogida del esp¨¢rrago hasta primeros de julio. Regresan de nuevo al pueblo y est¨¢n en paro hasta mitad de septiembre, en que de nuevo, maletas y bultos al hombro, partir¨¢n para la vendimia francesa.
Al final de octubre regresan para estar en paro hasta la aceituna y as¨ª comenzar de nuevo el calvario... Incluso algunos participan durante el a?o en m¨¢s temporadas: muchos j¨®venes se van a Baleares o a la Costa Brava a trabajar en los hoteles; otros se van a la recogida del algod¨®n al bajo Guadalquivir; algunos, a la zafra de la cada de az¨²car en la provincia de M¨¢laga, a las fresas a Huelva, a Suiza a las andivias o al norte de Francia a secar achicoria. As¨ª todo el a?o. Todos los a?os. Los hijos de los jornaleros, desgraciadamente, la ¨²nica herencia que reciben de sus padres es la maleta, los caminos y esta dura realidad de que, si quieren comer, el pan lo tienen as¨ª de dif¨ªcil.
A grandes rasgos, el mapa de los temporeros espa?oles es el siguiente: 50.000 temporeros van a la vendimia francesa; un 25% de indocumentados, entre los que se encuentra un 10% de ni?os en edad escolar. A la vendimia a La Rioja y a La Mancha emigran unas 15.000 familias de Extremadura, de Ja¨¦n, etc¨¦tera, por lo que les quieran dar. A los esp¨¢rragos de Navarra se trasladan 10.000 andaluces cada primavera, y all¨ª permanecen de mayo a julio en duras jornadas de trabajo, desde las cinco de la ma?ana hasta que el cuerpo aguante. A trabajar a los hoteles emigran cada temporada a Baleares, Costa Brava y Levante m¨¢s de 200.000 de Andaluc¨ªa, La Mancha, Extremadura, etc¨¦tera. Para ellos la palabra turismo evoca jornadas agotadoras, pordioseo de propinas, inseguridad, ausencia de su pueblo y de sus costumbres, explotaci¨®n... En Suiza trabajan 109.840 temporeros (en la hosteler¨ªa, en el campo, en la limpieza), de los que 22.000 son espa?oles. Con contratos de cuatro a ocho meses. Sometidos a leyes discriminatorias. Divididos en categor¨ªa A y categor¨ªa B, sienten la permanente vigilancia de la polic¨ªa de extranjeros, que, ante cualquier peque?a discusi¨®n, expulsa sin contemplaciones. M¨¢s de 150.000 familias andaluzas, extreme?as, murcianas y levantinas van a la recolecci¨®n de la habichuela verde, la manzana o la fresa a Francia. Varios miles de personas del Sur emigran temporalmente a L¨¦rida, Logro?o, La Rioja y Gerona a recoger fruta, patata o a labrar los campos.
A este numeroso colectivo de personas hay que a?adir en Espa?a m¨¢s de medio mill¨®n de extranjeros, fundamentalmente africanos, portugueses y latinoamericanos, que se mueven incesantemente por el Maresme catal¨¢n, por La Rioja, por Almer¨ªa y por el resto del Estado buscando trabajo en temporadas ocasionales. Forman parte del mercado negro laboral consentido, ya que la mayor¨ªa circula sin papeles y llena de necesidad. L¨®gicamente, son objeto de abusos de todo tipo por parte de la patronal, que aprovecha su fuerza.
Escasa organizaci¨®n
La emigraci¨®n temporera est¨¢ consentida, pero ni est¨¢ protegida ni organizada ni atendida m¨ªnimamente. Se da en un total desorden, en el sentido de que el hambre, el paro y la miseria son la ¨²nica gu¨ªa. La familia temporera se entera a trav¨¦s de otro temporero de que en tal o cual lugar puede encontrar tajo, y all¨¢ se lanza a lo que salga, a lo que le quieran dar. La gran mayor¨ªa de temporeros va a cabeza ca¨ªda, es decir, sin contrato, sin papeles y sin protecci¨®n. Por eso el temporero es v¨ªctima de mil abusos y, con frecuencia, de un trato discriminatorio y humillante. Adem¨¢s, en una permanente provisionalidad: no pueden echar ra¨ªces en ning¨²n sitio, est¨¢n sometidos a una ruptura permanente, no se sienten ciudadanos de ninguna parte. La obsesi¨®n del temporero es ahorrar para la ¨¦poca de paro, por eso durante la temporada aguanta lo que venga bien, se priva de todo, se somete para dejar sitio para el a?o que viene y dif¨ªcilmente reclama derechos para no tener que o¨ªr el consabido: "Si no est¨¢s de acuerdo, vete a tu tierra, muerto de hambre...".
El temporero est¨¢ privado de toda promoci¨®n humana y social, sin acceso a la vida asociativa y sindical. Nadie lo echa de menos: ni el pueblo (entra y sale sin hacer ruido) ni la pol¨ªtica (no vota, porque casi siempre est¨¢ fuera) ni el sindicato (en general, no est¨¢ afiliado). Los temporeros no dejan de ser personas de segunda clase. La escolarizaci¨®n de los hijos de los temporeros es deficiente y se ve interrumpida antes de tiempo. La juventud temporera est¨¢ frustrada y es hostil ante una sociedad que la condena a la misma humillaci¨®n que a sus padres.
Para el sistema capitalista, el temporerismo es un buen negocio, y por ello lo va a mantener mientras le saque provecho. En efecto, gracias a esta mano de obra barata el capital puede producir con los menores costes de infraestructuras sociales, legales y econ¨®micas. Los temporeros posibilitan una gran capacidad de maniobra, ya que son bolsas de pobreza y de paro de las que se echa mano en condiciones ventajosas. Cuando no interese o ya est¨¦ gastada esa fuerza productiva, se deshacen de ellos limpiamente y sin ninguna responsabilidad econ¨®mica o social.
Consentir y aceptar el temporismo en nuestra sociedad no es justo ni humano, por el atropello que significa para la vida de miles de personas. Yo estoy convencido de que hay soluciones para ir acabando con esta lacra social y de que es absolutamente injustificado que este fen¨®meno t¨ªpicamente tercermundista forme parte del mercado de trabajo de la Europa comunitaria. En ello tienen una grave responsabilidad quienes usan y abusan de recursos y medios que deber¨ªan estar repartidos porque a todos nos pertenecen; asimismo, el Gobierno, que deber¨ªa empe?arse fuertemente para proteger, defender y ofrecer un g¨¦nero de vida m¨¢s digno en nuestros pueblos, y finalmente, la sociedad en general, dando muestras de una solidaridad m¨¢s eficaz con los m¨¢s desfavorecidos.
es miembro del Comit¨¦ Ejecutivo del Sindicato de Obreros del Campo.
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