El 'Iook' an¨ªmico de Narciso
El retrato en el arte contempor¨¢neo
El tratado De pictura, de L. B. Alberti (1404-1472), texto can¨®nico para el desarrollo de la pintura moderna occidental, dice que el inventor de la pintura fue Narciso, aquel hermoso mancebo, hijo de la ninfa Liriope, atrapado en el sortilegio del reflejo acu¨¢tico de su propia belleza. "Pues ?qu¨¦ otra cosa es pintar", se interrogaba a continua -i¨®n el c¨¦lebre artista y te¨®rico florentino, "sino enmarcar art¨ªsticamente la superficie del agua?".
Aproximadamente cinco siglos despu¨¦s de esa definici¨®n que hizo Alberti de la pintura como un espejo, el tambi¨¦n escritor y pintor italiano Alberto Savinio (1891-1952) trataba de buscar una tercera dimensi¨®n para el retrato: "El retrato es una revelaci¨®n. Es la revelaci¨®n del personaje. Es ¨¦l como nunca conseguir¨¢,rerse a s¨ª mismo en el espejo, cor ?lo no conseguir¨¢n jam¨¢s verle susifamiliares, sus conocidos, sus amigos, los que lo ven en la calle y na saben qui¨¦n es. Se dice que la f'otografia tiene precisi¨®n, pero lo cierto es que nunca podr¨¢ llegar a una precisi¨®n, a una penetraci¨®n tan profunda, y es porque s¨®lo tiene un ojo. Y al pintor no le ba,itan los dos ojos, entre los que se atema la visi¨®n, sino que necesita un tercer ojo: el ojo de la inteligencia".Del espejo al tercer ojo de la inteligencia, como met¨¢foras pict¨®ricas del retrato, se desarrolla un cambio hist¨®rico cualitativo entre imitar la realidad e interpretarla. La segunda versi¨®n, la interpretativa, que corresponde b¨¢sicamente con la actitud del arfe contempor¨¢neo, no se conforma con reproducir el aspecto externo de lo visible y, por tanto, abandona la exigencia del parecido, consustancial al retrato cl¨¢sico. Quiere m¨¢s: quiere atrapar la esencia -el alma- del retratade, eso que, aparentemente invisible, lo caracteriza, sin embargci, como personaje; aquello, en deifinitiva, que revela la cualidad oculta de su personalidad. El que esi as¨ª retratado queda atrapado por otro sortilegio a¨²n m¨¢s podereso que el que paraliz¨® a Narcise, y, m¨¢s verdadero en pintura que en la propia realidad, se ve condenado a deambular como un fantasma, luchando, como apunta ir¨®nicamente Savinio, "por parecerse a su propio retrato".
Nuevos tipos
Rotas las pautas mim¨¦ticas del retrato convencional, la interpretaci¨®n que ha hecho de este g¨¦nero el arte contempor¨¢neo de vangaardia, lejos de acabar con ¨¦l, como superficialmente podr¨ªa creer quien piense que s¨®lo es posible retratar mediante un sistenia de representaci¨®n realista, ha niultiplicado sus posibilidades y ricursos. Carla Gottlieb, que ha estudiado el retrato como tema en el arte de vanguardia, lleg¨® a clasificar hasta 10 nuevos tipos ¨¦e retrato, independientemente de que fueran figurativos o no figurativos. De hecho, de Picasso a Warhol, Boltanski o C. Sherriann, por entresacar algunos riombres emblem¨¢ticos desde las remotas vanguardias hist¨®ricas liasta la actualidad m¨¢s reciente, no han dejado jam¨¢s de repetirse los retratos en el arte de nuestro sig1o.
Conformarse, empero, con la oileclaraci¨®n simple de que ya no i;e busca el parecido en el retrato actual es conformarse ciertamente con muy poco. Entre otras cosas porque no se trata s¨®lo de una mutaci¨®n formal que al producirse -eso que la gente popularmente entiende como una desfiguraci¨®n- afecta, en todo caso, m¨¢s a cambios compo sitivos, en el orden a modificar las relaciones intr¨ªnsecas de los elementos que materializan una pintura, que al contenido del retrato en s¨ª. Esto segundo nos mete de lleno en el problema filos¨®fico del retrato como expresi¨®n art¨ªstica de nuestra propia imagen actual o, si se quiere, en el problema de c¨®mo nos vemos hoy a nosotros mismos, si es que nos vemos de alguna manera.
Desde una perspectiva estrictamente formalista no hay al respecto excesivos secretos: seg¨²n sea el modelo ling¨²¨ªstico defendido por cada movimiento vanguardista concreto -expresionista, cubista, constructivista, surrealista,pop, etc¨¦tera-, la efigie resultante del retratado aparecer¨¢ determinada por el uso de la convenci¨®n formal correspondiente. As¨ª, en un retrato fauve, un rostro est¨¢ surcado por violentos contrastes arbitrarios de color, pudiendo ser rojo y verde, con sombras azules; en otro cubista, u ' n rostro aplanado podr¨¢ ofrecernos la visi¨®n simult¨¢nea de las dos orejas de perfil: o, en fin, en un tercero, surrealista, la visi¨®n introspectiva, on¨ªrica y simb¨®lica, nos podr¨¢ dar una versi¨®n de un rostro positivando lo que ocultamente bulle en el interior de su cabeza.Los cambios formales que aportan los diferentes estilos art¨ªsticos, tanto en el presente como en el pasado, no aportan, sin embargo, nada al hecho en s¨ª del retrato, sobre todo si es tomado como una simple excusa pict¨®rica. En todo caso, lo m¨¢s que podemos decir es que nos han acostumbrado a aceptar otras dimensiones de la representaci¨®n de lo real que no sean las del simple parecido. En realidad lo que importa en el retrato, cuando lo consideramos en su aut¨¦ntica significaci¨®n, es siempre eso mismo que, seg¨²n Simmel, se espera hallar en la signifi caci¨®n est¨¦tica del rostro: "que en su forma se exprese el alma de la manera m¨¢s clara".La claridad no puede estar empero, asociada a las formas convencionales del realismo, las cuales, llegado un momento, pueden volver opaco un rostro. Hace falta entonces un rodeo -valga la paradoja- clarificador. Cuando Duchamp se autorretrata empleando el juego equ¨ªvoco de superposici¨®n de imagen y palabra -Belle Haleine; Eau de Voilette (1921)-, donde aparece su rostro disfrazado de mujer, enmarcado en un frasco de perfume, busca crear una especie de jerogl¨ªfico visual en cuyo desciframiento el espectador encuentre interconectado pensamiento, lenguaje y visi¨®n, a la vez que el autorretrato se reserva clavesque le son propias. Este tipo de retrato conceptual, de doble sentido, ha abierto un ampl¨ªsimo margen al g¨¦nero, que as¨ª queda abierto ad infinitum, pues mantiene en tensi¨®n los posibles contactos entre la imagen cifrada en busca del espectador-int¨¦rprete y lo que ¨¦ste se imagina ver.Desconrianza
La m¨¢scara, el fragmento, la seriaci¨®n, la de scontextualiz aci¨®n, la ritualizaci¨®n y hasta la autoobjetualizaci¨®n son otras tantas t¨¦cnicas de representaci¨®n art¨ªstica del retrato contempor¨¢neo. Esta proliferaci¨®n de t¨¦cnicas es fruto, en el fondo, de la desconfianza no s¨®lo respecto a la posibilidad de captar el verdadero fondo oculto del retratado, sino si hay en realidad un fondo o alma m¨¢s all¨¢ de los gestos estereotipados del rostro.Cuando Warhol retrata ros-
tros m¨ªticos en su gesto estereoti
pado, repitiendo la misma ima
gen, parece decirno ' s que verda
deramente accedemos a la com
prensi¨®n de un rostro mediante
su repetici¨®n publicitaria. Es la
t¨¦cnica de mitificaci¨®n en una so
ciedad desalmada o en la que el
alma existe solamente por la fa
bricaci¨®n publicitaria de la
imagen.
?Tenernos hoy, por tanto, rostro, si el rostro es reflejo del alma, como dir¨ªan los cl¨¢sicos?A juzgar por lo que observamos en los retratos del arte contempor¨¢neo cabe afirmar tan s¨®lo que fl hombre actual se fabrica su alma, un alma moderna, temporalizada, cambiante, en situaci¨®n; un look an¨ªmico. De todas formas, vueltas las cosas del rev¨¦s, se puede concluir que en definitiva el producto tampoco w ha alterado en demas¨ªa.Pensemos si no en lo que este art¨ªficialista maquillaje del rostro tiene de vuelta a la met¨¢fora de Narciso, que utiliz¨® Alberti para definir la pintura; pensemos tambi¨¦n en la b¨²squeda desesperada del hombre actual por adecuarse a la imagen de moda, en una lucha, caracter¨ªstica seg¨²n Savinio del que ha sido inteligentemente calptado en una obra de arte, "por parecerse a su propio retrato" (sin olvidamos, claro, que el arte es hoy una industria de masas); pensemos, en fin, que el hombre, que ha buscado su alma a trav¨¦s del parecido, puede asimismo hallar el parecido cuando es s¨®lo alma; es decir, un canal de transmisi¨®n en la central inf¨®rmatizada de la sociedad llamada posmodema, cada vez m¨¢s transparente, antesala del Esp¨ªr¨ªtu Absoluto. He aqu¨ª la gran pregunta: ?habr¨¢ retratos en el C?elo?
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