Un compromiso sobre la SDI, clave de la 'cumbre'
Los ultraconservadores temen que el futurista escudo espacial para proteger a Estados Unidos de los misiles sovi¨¦ticos, la Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica (SDI o guerra de las galaxias), reciba un golpe de muerte en la cumbre de la semana pr¨®xima en Washington. Ya no se f¨ªan de la promesa del impulsor de esta fantas¨ªa tecnol¨®gica, Ronald Reagan, de que no ceder¨¢ el sistema para lograr un acuerdo de armas estrat¨¦gicas, ni de su insistencia de que '"cuando est¨¦ listo lo desplegaremos". Muchos factores parecen aliarse contra la fe del presidente y sugieren la posibilidad de un gran compromiso, cuya b¨²squeda constituye la clave de la cumbre.
La combinaci¨®n de una nueva oferta de Mijail Gorbachov que permitir¨ªa un desarrollo reglamentado de la guerra de las galaxias y pruebas de la SDI fuera del laboratorio, con un compromiso de observar el tratado ABINI (de limitaci¨®n de sistemas antimisiles bal¨ªsticos, de 1972), unido a un Congreso que ha recortado la financiaci¨®n del sistema, justifican el miedo de los reaganistas. El tiempo juega tambi¨¦n en contra de lo que los cr¨ªticos denominan la Disneylandia de Reagan. Con s¨®lo 14 meses m¨¢s en la Casa Blanca, ya no tiene tiempo de tomar la decisi¨®n clave del despliegue.El militar de mayor graduaci¨®n del pa¨ªs, el jefe del Estado Mayor Conjunto, almirante William Crowe, le ha dicho adem¨¢s al presidente -apoy¨¢ndose en estudios del Pent¨¢gono- que los l¨ªmites a la SDI que persiguen los sovi¨¦ticos s¨®lo detendr¨ªan algunos experimentos del programa. El ex presidente Richard Nixon aconseja a Reagan que ceda y que intercambie la SDI por la destrucci¨®n de buena parte de los desestabilizadores misiles intercontinentales basados en tierra. El secretario de Estado, George Shultz, ser¨ªa de la misma opini¨®n.
D¨ªas antes de la llegada de Gorbachov a Mosc¨², Shultz, y el principal negociador norteamericano en Ginebra, Max Kampelman, se han declarado dispuestos a garantizar, en inter¨¦s de la estabilidad, un per¨ªodo de no retirada del tratado ABM. Se tratar¨ªa de ofrecer a la URSS un plazo de previsibilidad, que permita la reducci¨®n de los arsenales estrat¨¦gicos ofensivos de las dos superpotencias.
La traducci¨®n de esta garant¨ªa es un plazo en el que los dos pa¨ªses se comprometer¨ªan a no desplegar la SDI. ?ste ser¨ªa el gran compromiso -estuvo a punto de lograrse en la cumbre de Reikiavik- que perseguir¨¢ Gorbachov la semana pr¨®xima, y no tanto una lista de los experimentos reales de la guerra de las galaxias, fuera del laboratorio, aceptables para los sovi¨¦ticos.
Cambio gradual sovi¨¦tico
"Ha habido un cambio gradual, interesante, en la posici¨®n de Mosc¨²; buscan alguna noci¨®n de lo que va a ser previsible y estamos dispuestos a explorar esta noci¨®n. Quiz¨¢ sea posible llegar a una f¨®rmula mutua que preservar¨ªa el SDI", dijo el pasado lunes Kampelman. Tales declaraciones no contribuyen a calmar a los sectores conservadores que, en su celo de cruzados, llegan incluso a proponer que no se ratifique el tratado de eliminaci¨®n de los misiles de alcance intermedio, hasta que Reagan se comprometa formalmente a desplegar el sistema de defensa espacial.Caspar Weinberger, ex secretario de Defensa y ¨²ltimo halc¨®n de esta Administraci¨®n, ha hecho todo lo posible para que no flaquee la voluntad presidencial.Hace unos d¨ªas le organiz¨® al presidente un viaje a Denver (Colorado), donde unos cient¨ªficos le presentaron, en la f¨¢brica Martin Marietta, el proyecto Zenith Star: un l¨¢ser activado qu¨ªmicamente que, a principios de los a?os noventa, podr¨ªa lanzarse al espacio desde donde ser¨ªa activado, chocando con un gran espejo, para destruir un supuesto misil enemigo.
"Esto es posible", dijeron los cient¨ªficos a Reagan, que juguete¨® grabando su nombre en un pomelo con un rayo l¨¢ser. Lo que falta no es tecnolog¨ªa ni avances cient¨ªficos, sino voluntad pol¨ªtica y fondos suficientes, insistieron. "Si acepta l¨ªmites a las pruebas, ser¨¢ la muerte para el programa", le advirti¨® el doctor Seitz, hasta hace poco presidente de la Academia Nacional de Ciencias. Ronald Reagan confort¨® a los obreros de la f¨¢brica afirmando: "No est¨¢is trabajando para construir una baza negociadora".
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