Un mestizo en Lovaina
La Asociaci¨®n Europea para el Fomento de la Poes¨ªa reuni¨® recientemente en Lovaina a m¨¢s de 30 poetas y cr¨ªticos, en lo que constituyo el Noveno Festival de Poes¨ªa, celebrado en la ciudad belga. El autor lo describe como una manifestaci¨®n que revela la dif¨ªcil existencia de la poes¨ªa espa?ola en el contexto europeo.
Escribo en habitaci¨®n vasta, con poco ajuar y mucho fr¨ªo: la 224 del Irish College, en un callej¨®n sin salida cuyo nombre se me resiste, inevitablemente cerca de una iglesia, a cuatro pasos del Viejo Mercado, que, seg¨²n los lugare?os, es la taberna m¨¢s larga del mundo.Junto al orondo y burgu¨¦s coraz¨®n de cierta Europa. Bonn, Berna, Par¨ªs, Londres, Amsterdam, se api?an en un redondel que no alcanza los 500 kil¨®metros. Esto es la regi¨®n de Brabante, y la ciudad se Rama Leuven, en lengua nativa, o Lovaina, en castellano. Edificios g¨®ticos (suntosa tarta de feria mercantil, el Ayuntamiento), calles apretadas, universidad y catolicismo pertinaces. Ayer me pasearon por el Beguinaje: barrio de casitas piadosas, con santo a la puerta, anta?o habitadas por hombres y mujeres de religi¨®n. Bajo sus puentecillos corre por canales el r¨ªo m¨¢s veloz en llano que jam¨¢s he visto, el Dijle o Dyle.
Aqu¨ª hemos pasado una semana de este invierno, reunidos por la Asociaci¨®n Europea para el Fomento de la Poes¨ªa (?existe, existe!) 30 o 40 poetas, cr¨ªticos y profesores de las varias Europas. Era el Noveno Festival de Poes¨ªa de Lovaina, a cuyo acto de clausura acabo de asistir. He sido parte en el jurado que ha concedido el primer premio de traducci¨®n europea de poes¨ªa al norteamericano Edmund Keeley, por su versi¨®n inglesa de un libro de Yannis Ritsos, El destierro y el regreso. A pesar de mis calibrados tejemanejes, se ha impuesto el macizo angloparlante. A un voto de distancia, el franc¨¦s Claude Couffon, por un libro llamado Marin ¨¢ terre, L`amante, L`aube de la girofl¨¦e, y firmado, con t¨ªtulos originales mucho m¨¢s bellos, por Rafael Alberti (el inmenso castellano de nuestra ¨¦poca se traslada mal al franc¨¦s presente, como mal se habr¨ªa trasladado el franc¨¦s de Rimbaud al castellano del siglo XIX). La traducci¨®n fue subvencionada en 1984 por el Ministerio de Cultura espa?ol, pero la editorial Gallimard no se ha tomado la molestia de reconocerlo en su edici¨®n.
?Existimos? Hace un momento, el noruego Erling Indree¨ªde (?qu¨¦ hermosos poemas nos ha le¨ªdo en ingl¨¦s!) me ha dicho, en broma: "Acabo de llegar a la conclusi¨®n de que eres una alucinaci¨®n colectiva". En efecto: se me ve, se me oye con unos y con otros, me utilizan despiadadamente como enlace ling¨¹¨ªstico entre la partida franc¨®fona y la angl¨®fona, gasto la misma tr¨ªple Trappist (quinta esencia de cerveza) que los dem¨¢s, he le¨ªdo versos, consta mi presencia en el jurado intereuropeo. Pero no figuro en el folleto informativo ni mis libros est¨¢n en exposici¨®n, porque nadie me advirti¨® a tiempo de que ten¨ªa que adelantar foto, curriculum y obra. Todos los dem¨¢s est¨¢n al cabo de la calle. Yo no. La documentaci¨®n fue enviada por id¨¦nticos canales (embajadas, oficinas de prensa en la Comunidad, etc¨¦tera) a todos los pa¨ªses. A nuestro Ministerio de Cultura, que puso la mejor voluntad en ayudarme, no lleg¨®. ?Misterio?
No llegaron los datos que me habr¨ªan rescatado de la alucinaci¨®n colectiva. Pero, a fin de cuentas, ese fallo lo he podido arreglar por mis propios movimientos, aqu¨ª, sobre el terreno. Lo que no cupo explicar a nadie, de modo decente, es por qu¨¦ ning¨²n editor espa?ol se presentaba al premio de traducci¨®n de poes¨ªa. La causa la conozco: ninguno se hab¨ªa enterado. La causa de la causa... Vamos a no hurgar en la llaga de la dejadez. El resultado fue que concursaron 101 libros de poes¨ªa, traducidos de una lengua oficial comunitaria a otra, y que entre ellos no hab¨ªa ninguno impreso en Espa?a. La convocatoria estaba abierta a obras aparecidas entre 1984 y 1986. En ese lapso de tiempo, poetas y estudiosos espa?oles serios y con prestigio han publicado decenas de traducciones del ingl¨¦s, del franc¨¦s, del alem¨¢n, del italiano, del portugu¨¦s... Pero no: el informe a la Comisi¨®n Europea, patrocinadora del premio, vendr¨¢ a decir que en Espa?a no se ha hecho nada. En Portugal tampoco, por supuesto. Flaca confortaci¨®n.Despu¨¦s del 27Otro dato: en la Biblioteca de Poes¨ªa Europea de Lovaina apenas si hay 100 t¨ªtulos espa?oles. Un hispanista belga me ha dicho anteayer, mare¨¢ndose un punto de erudito: "Entre nosotros, los expertos no conocen ni a Brines. Despu¨¦s del 27, como si no se hubiera hecho poes¨ªa".
No existirnos. Ya s¨¦: en mucho modo, ellos tampoco. Vista desde aqu¨ª, desde su asentamiento del Norte, Europa es demasiado peque?a para Espa?a, en el ¨¢mbito cultural. A ratos, durante la semana reci¨¦n transcurrida, mi comportamiento ha semejado el de un torpe e ingenuo gigant¨®n. Por Am¨¦rica y por mi idioma. ?Hasta qu¨¦ punto tiene sentido mi mansedumbre? ?Por qu¨¦ me veo obligado a actuar como si representara una cultura de ladridos fronterizos, necesitada de justificaci¨®n, cuando hablo la lengua de 400 millones de personas? Y ?c¨®mo vamos a hacer, si ya el castellano cuesta,, para situar nuestra literatura en catal¨¢n, en gallego, en vascuence? Orgullo, quiz¨¢, de legionario en Flandes.
Hay, seguramente, un desfase con mal arreglo. Desde aqu¨ª, los europeos pretenden, para aceptarnos, que aprobemos ex¨¢menes. Desde el lado espa?ol, uno no acaba de ver por qu¨¦ no se homologa Europa al resto del mundo, por qu¨¦ no toma mejor la realidad, por qu¨¦ no comprende que el eje del planeta no pasa por Lovaina. Me noto ex¨®tico, porque soy mestizo. Podr¨ªa aportarles riquezas sin cuento, pero no acato un trueque basado en la fantas¨ªa de que yo soy pobre y ellos poderosos. Dentro de unos decenios, cuando el Mare N¨®strum se haya trasladado al oc¨¦ano Pac¨ªfico, mi cultura seguir¨¢ en el centro, la suya pugnar¨¢ en la periferia.
Estamos, sin duda, llevando mal nuestras cosas de Europa. Es inadmisible que no informemos, que no nos enteremos, que hagamos el rid¨ªculo, aunque sea en asunto de tan poca monta oficial como la poes¨ªa. Habr¨¢ que perfeccionar la comunicaci¨®n; pero ojo: no para decirles lo que quieren o¨ªr, sino para que entiendan lo que somos.
Mestizos de dos continentes, por cuya impureza hist¨®rica Europa puede contaminarse, al fin, del nuevo mundo. Sin rendirse en bloque, con armas y bagaje, a uno de los dos imperios.
Babelia
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