Los vientos del racismo
No es novedad que atraviesen Europa regustos lejanos del racismo. Peque?os focos de intolerancia existen en algunos puntos, preparados para explotar en cuanto la ocasi¨®n sea propicia en movimientos pol¨ªticos o en grupos sociales, movidos por peque?os acontecimientos de la vida cotidiana. Las avanzadillas de este neorracismo de masa son algunos fen¨®menos determinados por la opulencia de una sociedad que cambiar¨¢ pidamente, pero cuya faz es siempre aquella -antigua y vergonzosa- que odia a lo diferente y al extranjero.Umberto Eco, el prestigioso investigador de semiolog¨ªa, c¨¦lebre autor del best seller El nombre de la rosa, hab¨ªa denunciado en L'Espresso el pasado abril un episodio racista. Inesperadamente, Eco ha sido acusado de difamaci¨®n por algunos dirigentes del Movimiento Social Italiano (MSI), derecha nacional, el partido que se considera heredero de Mussolini y que prepara el "fascismo del a?o 2000", y el FUAN, que es su agrupaci¨®n de juventudes universitarias... ?Y cu¨¢l ha sido el origen de la querella contra Elco? Veamos los hechos.El pasado mes de abril, en Bolonia, la ciudad donde ense?a Eco, apareci¨® en los muros de la universidad un manifiesto en los d¨ªas en que los estudianles se preparaban para elegir a sus representantes. El manifieslo presentaba tres figuras -un africano, un ¨¢rabe y un jud¨ªo- lanzaba una consigna ferozmente racista: "Can¨ªbales, beduinos y rabinos, fuera de Italia". Las im¨¢genes de por s¨ª son excesivamente elocuentes. El africano, semidesnudo, tap¨¢ndose apenas con un faldell¨ªn de paja, lleva un hueso humano en el pelo, una anilla en la nariz, un despertador en el cuello, una lanza en la mano y un peque?o cartel que indica que es portador del SIDA. El ¨¢rabe tiene todas las caracter¨ªsticas del terrorista: una bomba con la mecha encendida presta a ser lanzada, un cuchillo empu?ado con aire amenazador y una cartuchera en bandolera. El hebreo, finalmente, corresponde a la tradicional inconografila antisemita: nariz ganchuda, solideo en la cabeza, t¨²nica negra, la estrella de David en el pecho y, bajo el brazo, el s¨ªmbolo del d¨®lar.
En este dibujo se deja ver una violencia en la caricatura que es f¨¢cil alinear con los horrores de la Inquisici¨®n, los torpes rituales del Ku-Klux-Klan ,las masacres del colonialismo y las turbias soluciones finales del r¨¦gimen nazi. La querella contra Eco se funda en que habiendo calificado el manifiesto de 'Tascista", seg¨²n los querellantes, daba directamente o indirectamente a entender que el FUAN habr¨ªa sido responsable del mismo.
El manifiesto de Bolonia es un s¨ªntoma de un fen¨®meno mucho m¨¢s vasto y que se relaciona, por ejemplo, con los hinchas del f¨²tbol. En los estadios de Italia, grupos de ultras enarbolan pancartas que insultan a los jugadores y a los hinchas adversarios con palabras tales como "hebreo", "negro", "marroqu¨ª", etc¨¦tera, expresiones en las que la competici¨®n deportiva viene degradada a racismo puro. Adem¨¢s, un reciente sondeo de la Demoskopea, realizado a escala nacional, sobre la base de 2 .000 entrevistas, ha revelado que el 45% de los italianos odia a los gitanos, el 26% no soporta a los ¨¢rabes y el 11% est¨¢ contra los negros y los hebreos.
Triunfa, pues, el prejuicio ¨¦tnico. El enemigo viene individualizado en nombre de la raza, reacci¨®n tanto m¨¢s peligrosa en un pa¨ªs como Italia, que es uno de los puntos de llegada preferidos por los emigrantes de color, estudiantes o personas que buscan trabajo. Hay un aflujo continuo de nuevos pobres que llegan de Libia, T¨²nez, Filipinas o Per¨² o de otras zonas deprimidas econ¨®micamente. Los emigrantes son utilizados en aquellos servicios para los que es dif¨ªcil encontrar mano de obra local desde que un cierto bienestar alej¨® a las capas m¨¢s bajas de la poblaci¨®n de los trabajos menos satisfactorios y peor retribuidos. Adem¨¢s, la baja de la demograf¨ªa europea hace m¨¢s visible en el futuro la presencia de esta emigraci¨®n, hasta el punto de que importantes intelectuales hablan del ocaso de Occidente y, la decadencia de la raza blanca. Lo que es cierto es que, seg¨²n una previsi¨®n racional, los problemas de la integraci¨®n empiezan a hacerse sentir fuertemente.
En Francia, el pa¨ªs chovinista por excelencia, ya ha sonado la alarma: el 10% de la poblaci¨®n est¨¢ constituida por emigrantes (sobre todo africanos) cuya fecundidad es cuatro veces superior a la de los franceses. Su Gobierno intenta solucionar esto y ha dispuesto medidas para aumentar la tasa de natalidad de los aut¨®ctonos. Interrogado sobre este punto, Eco ha dicho que "si la tendencia de la sociedad de mayor bienestar es la de disminuir el n¨²mero de hijos, exponi¨¦ndose as¨ª a la invasi¨®n extranjera, el ¨²nico remedio es el de enriquecer a los extranjeros, doblando sus salarios, y al mismo tiempo ocupar su tiempo libre con viajes, lecturas y otras diversiones, lo que disminuir¨¢, como es bien sabidlo, la frecuencia de los abrazos" y, por tanto, la tasa de natalidad.
Esta es una brillante paradoja de Eco, pero que pone en evidencia con alegre y despiadada lucidez las contradicciones de un mundo que corre a una velocidad loca para superar una tras otra todas las marcas del desarrollo. Para nuestra civilizaci¨®n, batir estas marcas se ha transformado en el ¨²nico desaf¨ªo del futuro, una especie de principio de identidad o mejor, una obligaci¨®n, como ha escrito El¨ªas Canetti. Y entonces, como el desprecio de lo diferente es una constante de la humanidad, no hay un desarrollo equilibrado, ni educaci¨®n c¨ªvica, ni medida pol¨ªtica que pueda extirpar la planta venenosa de los comportamientos colectivos. La civilizaci¨®n de masas ha producido una nivelaci¨®n igualitaria pero acecha a los valores democr¨¢ticos reproponiendo continuamente niveles de desigualdad a costa de los pobres y marginados.
La econom¨ªa y la ideolog¨ªa son motores indestructibles de reproducci¨®n de la diversidad. Los jueces que deber¨¢n pronunciar la sentencia en el caso denunciado por Umberto Eco podr¨ªan decir si m¨¢s all¨¢ de la inevitabilidad de los mecanismos econ¨®micos e ideol¨®gicos existe todav¨ªa, incluso entre mil dificultades objetivas, una moral de la convivencia humana que tenga el derecho y la seguridad jur¨ªdica de no ser lesionada
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