Marxismo, feminismo e historia del arte
Los 'revisionistas' inquietan a los te¨®ricos tradicionales del arte en Estados Unidos
Algunos los llaman radicales, revisionistas o simplemente liantes. Pero para otros -y para ellos mismos-, desafian el tradicional aislamiento de la historia del arte. En¨¦rgicos, pendencieros y con frecuencia controvertidos, forman una comunidad dispersa y heterog¨¦nea que proviene de las universidades y que utiliza m¨¦todos derivados de otros campos de la investigaci¨®n para aplicarlos a las artes visuales como algo m¨¢s que un fen¨®meno puramente est¨¦tico. El debate sobre la teor¨ªa social del arte, largamente aireado en Europa en las pasadas d¨¦cadas, renace ahora en Estados Unidos, en un momento que el mundo del arte se asienta sobre sus nuevos sistemas de circulaci¨®n.
Los revisionistas segu¨ªan por l¨ªneas de pensamiento como las del estructuralismo, el feminismo y en algunos casos el marxismo, que en el campo de la historia relaciona el arte con la estructura de clases y su situaci¨®n en el con texto econ¨®mico, social y pol¨ªtico. Est¨¢n en contacto tambi¨¦n con disciplinas como el psicoan¨¢lisis, la antropolog¨ªa, la ling¨¹¨ªstica y atentos a las corrientes de pensamiento en Francia y el Reino Unido. Tratan de socavar r¨¢pidamente los mitos tradicionales y las teor¨ªas del quehacer art¨ªstico, lo ven como un reflejo de pr¨¢cticas sociales, y ellos se sienten m¨¢s interesados por los asuntos que con lo que califican de investigaciones formalistas del estilo, tem¨¢tica e historia de la propiedad de las obras. Los campos de inter¨¦s van desde el arte isl¨¢mico o medieval al expresionismo abstracto, que ha sido tratado como tema de un reciente y pol¨¦mico tratado que sugiere que el Gobierno norteamericano utiliz¨® este movimiento como herramienta pol¨ªtica en la guerra fr¨ªa.Mientras tratan con la obra de arte, los revisionistas tienden a tensar su relaci¨®n con el clima sociopol¨ªtico de su tiempo m¨¢s que centrarse en elementos est¨¦ticos como la forma, el color y la composici¨®n. Por ejemplo, el historiador norteamericano del arte de tendencia marxista Timothy J. Clark escribe sobre el desnudo de Manet Olympia en su libro The painting of modem life y pone ¨¦nfasis en el aspecto de la prostituci¨®n en aquella ¨¦poca particular de la historia social. Historiadores m¨¢s tradicionales destacanan aspectos como el del contraste de claroscuros, la pincelada o la particular utilizaci¨®n de los planos, caracter¨ªstica de la novedosa aproximaci¨®n de Manet a la imagen pintada. El pensamiento revisionista que se encuentra desde hace tiempo establecido en otras ¨¢reas de las humanidades como la historia y la cr¨ªtica literaria ha tra¨ªdo fermento y cambio a un campo que muchos piensan que ha sufrido demasiado tiempo el aislamiento acad¨¦mico. Ha causado conflictos en tan prestigiosas universidades norteamer¨ªcanas como las de Harvard y Princeton. Ha conducido a un remiendo en el programa de muse¨ªstica del Fogg Art Museuni de Harvard, que enfatiza ahora m¨¢s el aspecto intelectual que el puramente est¨¦tico en la formaci¨®n de los alumnos. Ha removido los cimientos de los congresos anuales del College Art Association, la asociaci¨®n nacional de historiadores del arte en Estados Unidos, donde t¨®picos considerados hasta ahora marginales a las principales corrientes de la historia del arte tienen hoy el mismo calibre que las otras.
Est¨¢ llegando al p¨²blico a trav¨¦s de libros que se publican continuamente en las imprentas de las universidades de Chicago y Yale. Ha dado a luz, inclusive, a una gran instituci¨®n, el Museo d'Orsay, o museo del siglo XIX, en Par¨ªs, que -aunque ahora diluido para acomodar tanto las aproximaciones tradicionales como las revisionistas- naci¨® bajo la idea, de que el arte est¨¢ relacionado a las fuerzas hist¨®ricas, sociales y pol¨ªticas de su tiempo.
Moldear el gusto
Hoy, mientras ense?an, escriben y dan conferencias, los revisionistas est¨¢n moldeando el gusto de una nueva generaci¨®n de comisarios de exposiciones, cr¨ªticos, coleccionistas y galeristas e, inevitablemente, del p¨²blico. El inter¨¦s de los estudiosos no se centra ya ¨²nicamente en el gran arte occidental, sino que considera igualmente manifestaciones como las artes decorativas, la historia de la arquitectura y el llamado arte primitivo. La diversidad hace dif¨ªcil etiquetar a los revisionistas como un grupo; algunos llegan incluso a decir que esta diversidad es el principal nexo entre ellos."La historia del arte hoy tiene mucho que ver con los intercambios con otras disciplinas", dice Kurt Foster, director del renovado Getty Center for the History of Art and the Humanities, en Santa M¨®nica (California). Seg¨²n ¨¦l, la mitad de los becados en este centro provienen de campos distintos al de la historia del arte. La visi¨®n del arte desde un punto de vista social no es nueva. Durante la primera mitad de este siglo pensadores marxistas como Frederik Antal, Arnold Hauser, Pierre Francastel y Walter Benjamin realizaron un trabajo muy influyente en este campo. La evidencia p¨²blica m¨¢s notoria de esta tendencia es el controvertido Museo d'Orsay, inaugurado hace un a?o. Es el resultado de la idea de c¨®mo un espacio muse¨ªstico debe relacionarse con el p¨²blico. Fue pensado inicialmente para mostrar las conexiones entre arte y el resto de manifestaciones de la cultura.
Bajo el Gobierno socialista de Fran?ois Mitterrand, el programa ha sido recuperado para poner el arte en el contexto social e hist¨®rico-pol¨ªtico. Pero constituido como ahora, el Orsay es un compromiso con la tradicional historiograf¨ªa del arte y los avances revisionistas, en los que el m¨¢s trivial arte de sal¨®n de la ¨¦poca se codea con las grandes obras maestras de la vanguardia impresionista.
Tal como lo ve Henri Zenner, del Fogg Art Museum, la nueva ola va tomando fuerza en parte a causa del desencanto de los j¨®venes historiadores del arte. "Existe la sensaci¨®n de que demasiados profesionales sirven s¨®lo para alimentar la m¨¢quina acad¨¦mica. A pesar de que la historia establecida del arte pretende ser objetiva, est¨¢ de hecho unida a la ideolog¨ªa conservadora y muy vinculada al mercado del arte", dice.
"El campo de investigaci¨®n est¨¢ sufriendo una crisis generacional", a?ade Thomas Crow, de la universidad de Michigan. "Se ha expandido mucho y la atm¨®sfera de coto privado que exist¨ªa en las universidades de la Costa Este [de Estados Unidos] est¨¢ cambiando tambi¨¦n. La perspectiva que tiende a vincular el arte con la interacci¨®n social est¨¢ atrayendo a much¨ªsima gente".
Sidney Freeberg, comisario general de la National Gallery de Washington, afirm¨® hace poco en una conferencia que "muchos de los estudios que se aproximan al arte desde un punto de vista sociol¨®gico o econ¨®mico derrochan esfuerzo en investigar los factores que rodean el arte m¨¢s que en investigar el arte mismo, como si la colocaci¨®n, y no la piedra, fuera lo importante". Robert Rosenblum, profesor de la universidad de Nueva York y simpatizante de los revisionistas, se siente comprometido con esta tendencia. "Estoy a favor de la historia social del arte", dice, pero tambi¨¦n a favor de otro tipo de aproximaciones. No quisiera ver las facultades de arte tomadas por la mafia marxista. ?Por qu¨¦ est¨¢n envueltas en la historia del arte personas que desean el cambio de la estructura de clases?".
Un punto ¨¢lgido en la discusi¨®n es la del hasta ahora reinado del connoisseur tradicional, aquel que juzga un objeto por sus m¨¦ritos est¨¦ticos y su relaci¨®n con otras obras por razones dadas por el ojo entrenado del acad¨¦mico. "Lo que los radicales quieren es la destrucci¨®n del connoiseur" , afirma Hilton Kramer, el cr¨ªtico y director de la revista conservadora The New Criterion. "Est¨¢n sustituyendo la historia del arte por las ciencias sociales. La pregunta sobre c¨®mo distinguir una obra de otra est¨¢ fuera de discusi¨®n. Todo se convierte en un escenario marxista de mercados, estructura de clases y cosas as¨ª. La calidad de la obra de arte y su derivaci¨®n de la tradici¨®n est¨¦tica se ve como algo perif¨¦rico".
Publicaciones
Entre los m¨¢s pol¨¦micos de estos nuevos revisionistas se encuentran Timothy J. Clark y dos de sus ex alumnos, Thomas Crow y Serge Guilbaut. Este ¨²ltimo public¨® el libro How New York stole the idea of modem art (C¨®mo rob¨® Nueva York la idea del arte moderno), que caus¨® en su momento (1983) una gran discusi¨®n debido a que en ¨¦l se alud¨ªa a la relaci¨®n del expresionismo abstracto y la guerra fr¨ªa. En el libro, Guilbaut ataca a los historiadores tradicionales, acus¨¢ndoles de producir un juicio demasiado "positivo, heroico y optimista" de un fen¨®meno que ¨¦l ve como una implantaci¨®n oportuna.
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