Jos¨¦ Cardoso Pires: "Mi influencia cultural es 'anglosax¨®nica"
'Alexandra Alpha', ¨²ltima novela del escritor portugu¨¦s
Junto al novelista Saramago y al poeta Herberto Helder, el narrador Jos¨¦ Cardoso Pires (Lisboa, 1925) termina por completar el ¨²nico tr¨ªo de escritores que subsiste de la literatura en Portugal. Periodista hasta hace una d¨¦cada, abandon¨® esa profesi¨®n para dedicarse al oficio de prosador. Animador de la vida cultural de Lisboa, su primer libro, Historias de amor, fue escrito en 1952. Recientemente, 35 a?os despu¨¦s, ha aparecido su ¨²ltima novela, Alexandra Alpha, en la que una madre soltera le sirve a Cardoso de recurso para abordar el problema de la identidad portuguesa. El escritor, que niega ser neorrealista, tal y como habitualmente se le define en Espa?a, declara que su influencia cultural es anglosax¨®nica.
Hace ya una d¨¦cada que abandon¨® el periodismo, concretamente la direcci¨®n del vespertino Diario de Lisboa, para enfrascarse en el oficio de prosador, un entra?able lapso de traducci¨®n que emplea Cardoso recurrentemente y que no le llega demasiado lejos, dada la dispersi¨®n de sus m¨®viles literanos y la presencia de su reporterismo anterior, que se enfrenta en cambio a una escritura lenta, may¨¦utica. Son noches enteras, y a mano, sobre el papel en blanco o bien corrigiendo en relecturas obsesivas. "Corrijo mucho, demasiado, y eso es algo que s¨ª deber¨ªa corregir; tanta correcci¨®n sobre lo ya creado me parece un vicio peque?oburgu¨¦s".Tras la aparici¨®n de sus novelas traducidas, El hu¨¦sped de Job (1963) y Balada en la playa de los perros (1984), Cardoso Pires ha conocido el verdadero relanzamiento en Espa?a la pasada primavera con el estreno de la adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de aquella ¨²ltima en La playa de los perros, dirigida por Jos¨¦ Fonseca, y que constituye la primera coproducci¨®n hispano-portuguesa. Cardoso es entra?ablemente disperso; de esa estirpe de escritor nicotinado y generoso, muy expuesto a la intemperie, que se ve obligado a renovar sucesiva mente un pacto con su propio diletantismo temperamental. Con ¨¦l o contra ¨¦l, como se prefiera, el autor de Dinossauro excelentissimo ha sido uno de los animado res de la vida cultural de Lisboa m¨¢s inc¨®modos para la censura de Salazar, una ¨ªntima relaci¨®n que comenzar¨ªa desde pronto con el sometimiento al dilema de mutilar su primer libro, Historias de amor (1952), o bien la retenci¨®n integral, que escoger¨ªa Cardoso. Fundador de importantes publicaciones literarias (entre ellas, Almanaque, que jug¨® un papel neur¨¢lgico en la Lisboa de los ¨²ltimos cincuenta), ha sido un b¨¢sico proveedor de formaciones, como el grupo superrealista de Lisboa. Cardoso Pires ha traducido al portugu¨¦s cosas como El Quijote, Faulkner o Arthur Miller, y por ¨¦l se sabe considerablemente en aquel idioma de la existencia de gente como Becket, Lorca y Maiakovski.
Su hispanofilia, se dice, en realidad le naci¨® como "una reacci¨®n al influjo de la cultura francesa. Le¨ªamos franceses much¨ªsimo, sobre todo con la apar¨ªci¨®n del grupo surrealista. Luego se pondr¨ªa de moda en Lisboa una francofilia fan¨¢tica, insoportable, y como respuesta empezar¨ªa una imparable fijaci¨®n por la literatura espa?ola y, por supuesto, la suramer¨ªcana; empezamos a conocerla bien, fue toda una revelaci¨®n Carpentier, introdujimos a Aleixandre, a Lorca, etc¨¦tera. Es un inter¨¦s que contin¨²a".
La ruta del vino
Y sin embargo, Cardoso, en sus asiduas visitas a Madrid, hace ya tiempo que ha incorporado un nuevo ritual a ese suyo, antiguo, oloroso, calado, de reemprender cada vez la ruta del vino de Hemingway; se trata de adquirir puntualmente lo ¨²ltimo que va saliendo de "la joven narrativa alemana. Me interesa much¨ªsimo".No comprende Cardoso Pires c¨®mo en Espa?a insisten en tildarle de neorrealista. "Debe de haber alguna biografia m¨ªa por all¨ª", ironiza, "que se van pasando misteriosamente de mano en mano, para que todos terminen por decir lo mismo. Yo, en realidad, he sido un contestatario del neorrealismo. En mis comienzos hab¨ªa en Lisboa un auge de ese t¨ªpico neorrealismo paramarxista o protomarxista, que literariamente jam¨¢s me ha interesado, y fue como revulsivo que promovimos el grupo surrealista, (aunque yo fuese s¨®lo un compa?ero de ruta jam¨¢s he escrito dos palabras en clave surreal) y fu¨¦ramos ¨²nicamente un par de prosadores ante una treintena de poetas. Tampoco me interes¨® el neorrealismo italiano, con la excepci¨®n de Vittorine, que es uno de mis entusiasmos, un escritor fant¨¢stico, malamente recogido en esa n¨®mina. Y antes que al realismo espa?ol, en la l¨ªnea de aquello primero de Hortelano, Tormenta de verano, prefiero a un Azor¨ªn o a un Baroja, aunque no me agrade demasiado la figura de este ¨²ltimo, ese campesino esquinado, desconfiado y pesetero que le hizo el feo a Hemingway, no dirigirle una palabra, cuando se interes¨® por ¨¦l y fue a visitarlo en San Sebasti¨¢n".
"?Neorrealismo?, a menos que el t¨¦rmino sea un saco sin fondo que no signifique nada -y, de hecho, los italianos, que fueron sus mentores, son incapaces de ponerse de acuerdo sobre la consistencia de ese t¨¦rmino me resisto a esa calificaci¨®n". Y contin¨²a reflexionando en voz alta: "?Qu¨¦ soy entonces? Bueno, admitamos que practico un c¨ªerto realismo cr¨ªtico, pero tampoco es exactamente as¨ª; en realidad, pueden llamarme como quieran".
Cuando ya parec¨ªa perfilado el primer borrador del inventario de las alusiones a los influjos, a?ade que "en realidad mi influencia cultural es anglosax¨®nica".
Alexandra Alpha es su ¨²ltima novela, de m¨¢s de 400 p¨¢ginas. Una madre soltera -cuando "la maternidad no es una necesidad de mera afirmaci¨®n, sino que se convierte en fundamento de la identidad femenina"- le sirve de parapersonaje para abordar "el problema de la identidad portuguesa, mi propia identidad como portugu¨¦s. Bueno, toda literatura es un ejercicio de identidad", dir¨¢ como quien no se conforma con atarle cabos a la dispersi¨®n.
El marxismo no tiene barbas
"Socialista-marxista" independiente, Cardoso Pires no participa de "esa opini¨®n tan de moda de que el marxismo tiene barbas", t¨ªpica expresi¨®n peyorativa en su pa¨ªs para indicar que algo est¨¢ irreversiblemente obsoleto. "Como m¨¦todo de an¨¢lisis", decide Cardoso, "su capacidad contin¨²a siendo plena; conviene no olvidar que la mayor parte del capitalismo triunfalista debe su eficacia a la apropiaci¨®n de los conceptos marxistas". Culpa al tradicional "sectarismo de la izquierda" de la aparici¨®n del actual "liberalismo m¨¢s idiota. La izquierda ha tenido un vicio muy concreto, que se llama el optimismo hist¨®rico".Cardoso afirma que es dram¨¢tico lo que est¨¢ ocurriendo en Portugal, tambi¨¦n en Francia, y probablemente en Espa?a: "Me refiero a una reacci¨®n espeluznantemente sumisa de halago a la derecha; tras a?os de neg¨¢rsele la inteligencia -la derecha no la necesitaba porque ya ten¨ªa la polic¨ªa-, ahora se la considera muy inteligente; es un mecanismo lamentablemente primario e ingenuo para paliar el trauma de que habiendo sido de izquierda no se haya triunfado".
Estima que el primer ministro de su pa¨ªs, Cavaco Silva, "no tiene nada que ver con el socialismo, ni el m¨¢s reaccionario. Es una palabra", asegura, "que le causa trastorno, al punto de haber declarado en la ¨²ltima campa?a electoral la conveniencia de suprimirla de la Constituci¨®n".
Su devoci¨®n por "la imagen carism¨¢tica de Espa?a", cuyo mundo taurino, por ejemplo, considera de izquierda -"gente de extracci¨®n muy humilde que accede a un riquisimo ¨¢mbito cultural, y no como en Portugal, relegado a una torpe afici¨®n de ni?os de pap¨¢, los toreros son todos unos Domecqs a la portuguesa"-, no le hace ciego a la injusta relaci¨®n existente entre ambos pa¨ªses. "No hace falta ser inteligente para saber por qu¨¦ Gonz¨¢lez hizo aquella reserva nuclear sobre la frontera portuguesa y no sobre la francesa", dice quien advierte que "la clase media portuguesa es consciente de que el vecino es m¨¢s fuerte, y que no deja de constituir para ¨¦l una especie de almac¨¦n".
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