Soldados, no, gracias
Un pueblo riojano impide que 300 'boinas verdes' realicen un cursillo de esqu¨ª
Una Compa?¨ªa de Operaciones Especiales (COE) de la I Regi¨®n Militar, con sede en Madrid, se ha visto obligada a suspender un cursillo de esqu¨ª, previsto entre el 12 y el 30 de enero, en la estaci¨®n invernal de Valdezcaray (La Rioja). El Ayuntamiento no ha dado alojamiento a los 300 boinas verdes. Los vecinos estaban en contra de la presencia de soldados por temor a perder la clientela tur¨ªstica vasca.
Los habitantes del pueblo riojano de Ezcaray, a 14 kil¨®metros de las pistas, no quieren que la comarca se convierta en "un valle de maniobras para el Ej¨¦rcito" que ponga en peligro el turismo de la zona, seg¨²n ha manifestado un representante de la hosteler¨ªa local.Ezcaray es un importante reclamo tur¨ªstico. En su comarca puede practicarse el esqu¨ª, la pesca, la caza o el monta?ismo, y nadie quiere que deje de ser esa "cumbre y para¨ªso de La Rioja" de la que hablan los folletos publicitarios.
M¨¢s de un 80% de los turistas procede de Euskadi. Los vecinos son conscientes de los problemas sociol¨®gicos que pueden plantearse. "Los vascos que vienen a Ezcaray quieren olvidarse de todo lo relacionado con el Ej¨¦rcito y no es agradable venir aqu¨ª por unos d¨ªas y tener que tropezar en el bar o en las pistas con soldados armados", explica un vecino.
Cuando los mandos de los COES solicitaron verbalmente a la corporaci¨®n municipal un albergue, el ayuntamiento prefiri¨® establecer una consulta popular entre los vecinos antes de prestar alojamiento a los militares. Durante varios d¨ªas, las calles estuvieron empapeladas con un bando municipal, firmado por el alcalde, Manuel Vilches (PSOE). El ayuntamiento ped¨ªa al vecindario su opini¨®n sobre la presencia de soldados. Las alegaciones presentadas, as¨ª como el sondeo de opini¨®n realizado en hostales, restaurantes, supermercados y bares, no dejaron lugar a dudas: Ezcaray no quiere boinas verdes.
Este rechazo colectivo no es nuevo. Hace aproximadamente tres a?os, m¨¢s de 900 vecinos de este pueblo de 1.760 habitantes firmaron un escrito para impedir que la Divisi¨®n Navarra n¨²mero 6 instalara un cuartel permanente en su t¨¦rmino municipal.
Una distorsi¨®n
Entre partida y partida de mus, un hombre de piel enjuta y pelo cano comenta que el ayuntamiento, hoy en manos del PSOE, ha querido ahora echar balones fuera. "Cuando estaban en la oposici¨®n ellos encabezaron el escrito para que no vinieran los soldados, pero ahora quieren que sea el pueblo quien respalde una decisi¨®n que no se han atrevido a tomar directamente", dice.El alcalde de Ezcaray, Manuel Vilches, encara el problema de forma m¨¢s ambigua: "Trescientas personas vestidas de azul, de verde o de gris siempre provocan una distorsi¨®n en el funcionamiento social del pueblo".
El alcalde justifica la negativa a conceder un albergue a los soldados: "Las antiguas escuelas no re¨²nen condiciones higi¨¦nicas, y los bajos del albergue de la real f¨¢brica est¨¢n ocupados por distintos colectivos locales".
La poblaci¨®n de Ezcaray no tiene un buen recuerdo de la presencia de soldados. Aunque nunca se han presentado denuncias en el cuartel de la Guardia Civil, todos conocen de cerca e incluso han vivido casos concretos de enfrentamientos y discusiones.
Fidel Tecedor, concejal socialista, recoge los rumores surgidos hace tres a?os, "cuando algunos soldados intimidaban a nuestras j¨®venes". Tecedor, quien reconoce haberse enfrentado con los soldados de paso por Ezcaray, asegura que entonces se rumore¨® que hubo un intento de violaci¨®n.
Existe adem¨¢s otro factor adicional que ha alimentado esta falta de hospitalidad. Seg¨²n un grupo de j¨®venes, los militares funcionan en grupos muy cerrados y ni siquiera intentan relacionarse con la gente del pueblo.
Los habitantes de Ezcaray reconocen que los militares tambi¨¦n dejan algo de dinero en el pueblo. Sin embargo, entienden que su presencia ir¨ªa en detrimento de la imagen de Ezcaray y que a largo plazo ser¨ªa catastr¨®fico. Las f¨¢bricas de muebles, los telares, el hotel, los cuatro hostales, los dos restaurantes y la veintena de bares "se nutren b¨¢sicamente", seg¨²n un representante de hosteler¨ªa, "de un turismo en expansi¨®n que nada ni nadie va a detener".
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