Mando
Los pobres sol¨ªan bautizar a sus perros con nombres de emperadores y sobre ellos ejerc¨ªan la sed de mando. Muchos jubilados ten¨ªan un jilguero. Las viudas de clase media eran reinas absolutas de su gato. La pasi¨®n del poder est¨¢ escrita tambi¨¦n en el coraz¨®n de los mendigos, los cuales daban ¨®rdenes a las ratas. Cualquier miserable colgado del ¨²ltimo eslab¨®n de la jerarqu¨ªa siempre ha encontrado a un ser inferior dispuesto a ceder y hasta ahora los animales dom¨¦sticos constitu¨ªan un buen recipiente de la frustraci¨®n humana, aunque los tiempos han cambiado. No digo que los perros, los jilgueros, los gatos y las ratas se hayan rebelado, sino que han sido sustituidos por otras criaturas a¨²n m¨¢s sumisas para liberar el af¨¢n de dominio que el hombre despide. De pronto a este mono supremo se le ha regalado un mundo de teclas conectadas con los nervios de las m¨¢quinas y se siente feliz al verse correspondido por ellas.No hay perros ni gatos suficientes para saciar la sed de poder de los solitarios humildes, pero si uno quiere mandar hoy lo consigue apretando sencillamente el bot¨®n del ventilador y ¨¦ste obedece. Antes los jubilados s¨®lo pod¨ªan echar una firma en el brasero. En cambio a esta altura de los tiempos los pordioseros industriales poseen un tablero electr¨®nico donde vierten toda suerte de caprichos. Las viudas de clase media mantienen ¨ªntimas confidencias con la lavadora autom¨¢tica, los sacristanes manejan a Dios con un ordenador personal y por otra parte no existe jefe m¨¢s cruel que un pensionista sentado frente al televisor con un mando a distancia. En la pantalla aparecen reyes, pol¨ªticos, divos de la canci¨®n, intelectuales y comediantes. Al pensionista la vida le ha ofrecido la gran potestad de cambiar de canal. Desde la ra¨ªda butaca con un simple impulso del dedo borra la existencia de los monarcas, llama a su presencia a los l¨ªderes, los fulmina, recobra a los h¨¦roes y los vuelve a matar seg¨²n su arbitrio soberano. Los humildes est¨¢n satisfechos. Debajo de las m¨¢quinas caseras quedan las ratas.
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