El arte como instalaci¨®n ideol¨®gica
Jos¨¦ Mar¨ªa Larrondo (Villafranca de los Barros, 1958) es uno de los j¨®venes valores de la nueva pintura sevillana, tan de actualidad en estos momentos. Como la mayor parte (le sus compa?eros generacionales, los Cabrera, Espali¨², Agredano, Paneque, etc¨¦tera, Larrondo practica una pintura que, para entendemos, me atrever¨ªa a definir como sofisticadamente simple.Quiero decir que, a primera vista, sus cuadros son compositivamente claros y elementales, y t¨¦cnicamente est¨¢n pintados dejando traslucir el porqu¨¦ y el c¨®mo de -rada procedimiento, como si quisiesen hacer un gui?o de complicidad al espectador que a veces recuerda la iron¨ªa formal que emplearon los artistas pop.
Como quiera que, por otra parte, no pocas veces se sirven de figuras, s¨ªmbolos y emblemas extra¨ªdos de la iconolog¨ªa popular m¨¢s vers¨¢til, que igual puede proceder de la tradici¨®n castiza que del inmenso dep¨®sito de los medios de masas de la cultura urbana, cabe la tentaci¨®n de pensar que hay ah¨ª una suerte de revival perverso del pop; vamos: una especie de neopop pasado por nuevos filtros. De esta manera, nos encontrar¨ªamos con un juego de espejos por donde se perder¨ªa ir¨®nicamente nuestra mirada, convertida en una m¨¢quina registradora de referentes.
Jos¨¦ Mar¨ªa Larrondo
Galer¨ªa Juana de Aizpuru. Barquillo, 44. Madrid. Del 14 de enero al 12 de febrero de 1988.
Algo de esto ¨²ltimo hay, desde luego, en esta nueva pintura sevillana, pero tambi¨¦n hay en ella -y Larrondo es un ejemplo perfecto- un dispositivo alambicado para mezclar las temperaturas, como tratar en fr¨ªo lo ret¨®ricamente c¨¢lido, aplicar el m¨¢ximo cuidado en pintar con la! t¨¦cnicas m¨¢s triviales, jugar a tomarse en serio lo kitsch, etc¨¦tera, o viceversa.
Por lo dem¨¢s, el intr¨ªngulis argumental que organiza todo el conjunto, que no tiene que ser necesariamente una historia montada en el sentido con que lo entend¨ªa la pintura narrativa tradicional, sino que la mayor parte de las veces es el desarrollo de una idea, convierte cada exposici¨®n en una trama de hilos o variaciones, cada una de cuyas partes es inseparable del todo. Rizando el rizo, la exposici¨®n toda es la escenificaci¨®n de una idea, una instalaci¨®n ideol¨®gica. ?Hay, pues, algo m¨¢s sofisticado que este puzzle pict¨®rico de trazas tan aparentemente inocuas?
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