?Fant¨¢stico!
Esta pel¨ªcula es el fruto de la grabaci¨®n de un espect¨¢culo concebido y protagonizado por Laurie Anderson. El rodaje tuvo lugar en el Park Theatre de Union City, New Jersey, en 1985, y es una suerte de destilaci¨®n de otro montaje anterior, United States, del que s¨®lo queda constancia gracias a las grabaciones discogr¨¢ficas. Laurie Anderson, que se reclama heredera de William S. Burroughs o Thomas Pynchon, pero tambi¨¦n de Bugs Bunny y Correcaminos, pertenece a eso que podr¨ªamos llamar rock-minimal, etiqueta que quiz¨¢ tenga valor orientativo.Su inter¨¦s musical no es materia de este comentario, pero s¨ª la fascinaci¨®n que ejerce el espect¨¢culo sobre el p¨²blico. En el filme, la platea de la sala de exhibici¨®n sustituy¨® a la del teatro, de la que apenas queda testimonio sonoro. Los m¨²sicos e int¨¦rpretes no nos interpelan directamente a trav¨¦s de la c¨¢mara, porque se saben vistos por m¨¢s de un par de ojos, pero s¨ª act¨²an para nosotros, y la c¨¢mara y el montaje lo subrayan. La contemplaci¨®n de registro neutro, de m¨¢quina que propone un material en bruto sobre el que nuestra sensibilidad ha de operar. Ella ya nos propone una lectura de Home of the brave, ya selecciona previamente d¨®nde radica el n¨²cleo del montaje.
Home of the brave
Directora y guionista: Laurie Anderson. Fotograf¨ªa: John Lindley. M¨²sicos: Joy Askew, Adrian Belew, Richard Landry, Dolette McDonald, Janice Pendarvis, David van Tieghem y Laurie Anderson. Estados Unidos, 1986. Estreno en cine Renoir (versi¨®n original subtitulada).
A veces tenemos la sensaci¨®n de que nos perdemos algo, de que nos gustar¨ªa mirar otra cosa, sobre todo esos formidables hallazgos pl¨¢sticos que surgen de la fusi¨®n del baile de Laurie y las proyecciones en la pantalla de v¨ªdeo, pero ¨¦se es el motor de un peculiar suspense.
Home of the brave es el antivideoclip, es decir, que se trata de una pel¨ªcula musical en la que la gratuidad y el efecto por el efecto no es el principio rector. Home of the brave es una visi¨®n de Am¨¦rica, de un lugar sobre el que pesa el lenguaje binario del cero y el uno, en el que, o se es el primero o no se es nada, en palabras de la propia Anderson, que lamenta el poco espacio que queda entre esas dos cifras, tan estrecho que a ella y a otros muchos se les niega el derecho a existir.
Un viol¨ªn con arco de ne¨®n, una mujer con voz met¨¢lica y masculina, unas sombras que de pronto adquieren textura electr¨®nica, un peque?o homenaje a la cotidianidad y poes¨ªa de Fassbinder, o un divertido concurso sobre "qui¨¦n es m¨¢s macho" son algunas de esas aportaciones de este espect¨¢culo fant¨¢stico que han de quedar en nuestra memoria. Hay que celebrar que Laurie Anderson, que hasta ahora s¨®lo hab¨ªa hecho algunos pinitos en s¨²per 8, no lograra convencer ni a Scorsese ni a Demme para que dirigieran el filme: nos gusta su versi¨®n.
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