Los conservadores quieren todo el poder
Las divisiones internas del pasado se repiten en la actual campa?a presidencial
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La derecha francesa se enfrenta, con la elecci¨®n presidencial que se celebrar¨¢ el 24 de abril en primera vuelta y el 8 de mayo en la segunda vuelta o ballotage, a uno de los momentos m¨¢s decisivos de su historia bajo la V Rep¨²blica. Los conservadores franceses se juegan la recuperaci¨®n del poder presidencial perdido en 1981, con la elecci¨®n del socialista. Fran?ois Mitterrand, y s¨®lo parcialmente recuperado en las legislativas de 1986, en las que obtuvieron la mayor¨ªa en la Asamblea Nacional y obligaron al presidente a cohabitar con un Gobierno de derechas. Pero se juegan tambi¨¦n su propio futuro, tras casi 15 a?os de divisiones, que pueden ser m¨¢s profundas con una derrota mal digerida.
En todas las elecciones de presi dente bajo la V Rep¨²blica la de recha francesa ha entrado en liza dividida. En 1965, entre el gene ral De Gaulle y el actual presi dente de la Uni¨®n para la Demo cracia Francesa (UDF), Jean Le canuet. En 1969, entre Georges Pompidou y el presidente del Senado, Alain Poher, el eterno regente de la Rep¨²blica que asegura la presidencia en todos los penodos de interinidad. En 1974, entre Val¨¦ry Giscard d'Estaing y Jacques Chaban Delmas, el actual presidente de la Asamblea Nacional. En 1981, entre Gis card y Jacques Chirac. Y en 1988, finalmente, entre Jacques Chirac y Raymond Barre.Hasta la actual elecci¨®n no ha existido plena conciencia del precio pagado en los ¨²ltimos a?os por la divisi¨®n. El paso de los socialistas por el Gobierno y la presidencia de Mitterrand han sido el revulsivo que ha obligado a los dos actuales candidatos dere chistas a cerrar un pacto de no agresi¨®n o c¨®digo de buena conducta electoral, que supone el apoyo disciplinado del derrotado en la primera vuelta y de sus huestes al candidato ¨²nico conservador de la segunda vuelta.
Jacques Chirac, el primer ministro neogaullista y candidato de la Asamblea para la Rep¨²blica (RPR), quiere conseguir con esta elecci¨®n la culminaci¨®n de su carrera pol¨ªtica o, en el peor de los casos, su consolidaci¨®n como segura y ¨²nica alternativa de poder. Cualquiera de ambas cosas significar¨ªa un ¨¦xito para el neogaullismo, exiliado del El¨ªseo desde hace 14 a?os.
Los chiraquistas aspiran a convertirse en la fuerza unificadora de la derecha, hasta conseguir la creaci¨®n de un gran partido cionservador que asegure una larga permanencia en el poder, a partir de la evidencia de que la derecha en su conjunto, las dos grandes formaciones, RPR y Uni¨®n para la Democracia Francesa (UDF) y la extrema derecha del Frente Nacional, superan largamente el 50% del electorado. La formaci¨®n del gran partido de la derecha cuenta como principal obst¨¢culo la diversidad de partidos y sensibilidades, y debiera con.seguir, en el colmo de la pirueta, juntar los votos de la xenofobia y del odio racial con los votos m¨¢s centristas, propensos a busear alianzas con los moderados de la izquierda.
Un pol¨ªtico sin partido
Raymond Barre, ex primer ministro de Giscard d'Estaing, pol¨ªtico sin partido que consigui¨® excelentes cotas de popularidad a los dos ahos de la presidencia de Mitterrand, es apoyado por la totaliciad de la UDF, una confederaci¨®n de partidos y organizaciones un tanto heter¨®clita y de diricil organizaci¨®n, que entr¨® en el Gobierno de Chirac en posici¨®n de inferioridad, constantemente avasallada por la voracidad pol¨ªtica de los chiraquistas. El candidato de la UDF, para colmo, manifest¨® su hostilidad a la cohabitaci¨®n, que ha reunido durante dos a?os a un presidente socialista y un primer ministro conservador, y se halla ahora dividido entre la necesidad de apoyar a sus partidarios que han participado en el Gobierno de Chirac y la imposibilidad de aprobar el balance del primer ministro y su utilizaci¨®n como baza electoral. Barre pretende presentarse como candidato por encima y al margen de los partidos, en estricta l¨ªnea de continuidad con el gaullismo puro, y critica la utilizaci¨®n sectaria del Estado y del poder tanto por los chiraquistas como por los socialistas. Sus ilusiones de un Estado imparcial y de un presidente de unidad haHan el principal obst¨¢culo pr¨¢ctico en la falta de un partido eficaz.
La Uni¨®n para la Democracia Francesa (UDF), gran coalici¨®n de partidos conservadores y centristas creada en 1978 para contrarrestar la creaci¨®n de la neogauffista Asamblea para la Rep¨²blica (RPR), fundada por Jacques Chirac, ocupa el espacio Pol¨ªtico donde se juega el mapa pol¨ªtico franc¨¦s, despu¨¦s de la elecci¨®n presidencial del 8 de mayo. En los sectores m¨¢s derechistas pueden hallarse personalidades proclives a la alianza con el Frente Nacional para vencer a los socialistas: algunas elecciones locales y departamentales son prueba fehaciente de ello. En los sectores m¨¢s moderados se percibe la tendencia a recrear una fuerza de centro que juegue como bisagra entre el RPR y el Partido Socialista.
La actitud de Giscard
Al margen del juego presidencial, pero con una notable influencia pol¨ªtica, se halla el ex presidente Val¨¦ry Giscard d'Estaing y sus clubes Perspectivas y Realidades. Giscard ha apoyado p¨²blicamente a sus dos ex primeros ministros, Jacques Chirac y Raymond Barre, una forma elegante de no apoyar a ninguno de los dos. Sus prop¨®sitos centristas de unir a dos franceses de cada tres, expresado en un libro de 1984, armonizan con las ideas de los moderados socialistas.
Las posibilidades futuras de Giscard no pasan precisamente por la victoria de los candidatos derechistas. Con Mitterrand, Giscard podr¨ªa regresar al poder en tanto que primer ministro, o ver¨ªa aumentar sus esperanzas de llegar alg¨²n d¨ªa a ser presidente de Europa.
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