Reinar antes y despu¨¦s de morir
FRANCISCO CALVO SERRALLERMito en vida y, por cierto, desde su m¨¢s temprana juventud, no es extra?o que tras su muerte, acaecida en 1973, ya nonagenario, Picasso fuera clamorosamente elevado a los altares, donde ya es harto improbable no s¨®lo que vaya a desaparecer, sino, a¨²n m¨¢s, que pierda la condici¨®n soberana de figura emblem¨¢tica capital del arte del siglo XX. En realidad ning¨²n artista de la vanguardia hist¨®rica consigui¨® como ¨¦l sobrevivir impunemente a la sucesi¨®n vertiginosa de los radicales movimientos y de las brutales oscilaciones de gusto que se produjeron en la primera mitad de nuestro siglo.
Sobre ello reflexionaba el c¨¦lebre cr¨ªtico norteamericano Clement Greendberg cuando el a?o 1965 crey¨® Regada la hora de levantar prematuramente el acta de defunci¨®n art¨ªstica de Pablo Picasso, precisamente tras haber visitado en la National Gallery de Washington una amplia retrospectiva de la obra realizada por el pintor espa?ol entre 1945 y 1965.
En el art¨ªculo en cuesti¨®n, Greendberg conced¨ªa una excepcional capacidad para mantenerse en "lo alto" al genio proteico de Picasso, el cual -siempre seg¨²n el cr¨ªtico norteamericanopermaneci¨® en los cielos de lacreatividad poco m¨¢s de 30 a?os, 20 de los cuales como dios indiscutido, y otros 12 m¨¢s, al menos, como sernidi¨¦s, permanencia, en todo caso, a todas luces excepcional, pues el resto, entre los escasisimos que hab¨ªan logrado rozar ese estado de supremo privilegio, ninguno -escrib¨ªa Greendberg- hab¨ªa durado en ¨¦l m¨¢s de una d¨¦cada.
La generosa concesi¨®n de Greendberg se q . ued¨®, empero, bastante corta. Alima lo sabemos todos, pero ello no quiere decir que aquella acta de defunci¨®n extendida por Greendberg ocho a?os antes de la muerte fisica de Picasso y q ue, cual forense, pretend¨ªa retrotraer a todo lo realizado por el malague?o desde el fin de la II Guerra Mundial, dando como fecha exacta de su ¨®bito- art¨ªstico la de 1945, no fuera una opini¨®n compartida por la mayor¨ªa de cr¨ªticos, aficionados y artistas de aquellos a?os. Es cierto que Picasso n o dej¨® de ser jam¨¢s una leyenda, pero tambi¨¦n que entre 1945 y 1973 lo fue principalmente para la cultura de masas.1
Ufimo per¨ªodoHay que rememorar este amplio bache picassiano porque lo m¨¢s relevante cr¨ªticamente que viene acaeciendo tras su muerte real, en 1973, est¨¢ siendo precisamente la fascinaci¨®n por esa obra de Picasso hasta entonces universalmente despreciada. De hecho, al margen de la consabida mitificaci¨®n ftineraria, que produce espasmos de una forma inevitablemente indiscriminada, ya la gran muestra celebrada en el palacio de los Papas, de Avignon, en 1970, en realidad el ¨²ltimo gran ¨¦xito personal que disfrut¨® el genio en vida, sirvi¨® de advertencia para los m¨¢s avisados acerca del inquietante valor de esa obra ¨²ltima. Los menos avisados tuvimos todav¨ªa que esperar otros 10 a?os para comprender, pero tras las dos excepcionales muestras antol¨®gicas de Par¨ªs y Nueva York, organizadas en 1980-1981 para conmemorar el centenario del nacimiento del artista, verdaderamente s¨®lo los muy torpes se resistieron a aceptar la belleza clamorosa de ese ¨²ltimo per¨ªodo.
Por eso, para disfrute general y definitivo correctivo de los escas¨ªsimos incr¨¦dulos, en 1984, el Museo Guggenheini de Nueva York inaugur¨® una magn¨ªfica exposici¨®n monogr¨¢fica titulada Picasso. The lastyears, 1963-1973, y este mismo a?o el Centro Pompidou de Par¨ªs ha abierto, con ¨¦xito a¨²n si cabe m¨¢s clamoroso, Le dernier Picasso: 1953-1973.
Evidentemente, desde que Picasso muri¨® no han dejado de celebrarse las m¨¢s variopintas muestras monogr¨¢ficas en homenaje a su memoria por todo el mundo, las cuales, si bien han podido ser m¨¢s o menos interesantes, ambiciosas u originales, casi sin excepci¨®n han gozado de una cr¨ªtica encomi¨¢stica y un absoluto fervor popular. Han sido y siguen siendo tantasque es imposible ni tan siquiera enumerarlas.
Por eso mismo debemos conformarnos con lo que antes hemos resaltado, no por parcial menos significativo, entre otras cosas porque con ello -la definitiva sanci¨®n cr¨ªtica al ¨²m*co per¨ªodo no alabado en vida del maestro- ya no queda nada en ¨¦l que no sea leyenda. Y eso no se me ocurre otra manera para calificarlo que reinar antes y despu¨¦s de morir.
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