Menos humos
El aumento exponencial que el consumo de tabaco ha experimentado en Espa?a durante las ¨²ltimas d¨¦cadas y el ritmo alarmante en que a?o tras a?o est¨¢n aumentando las enfermedades causadas por el consumo masivo de tabaco son hechos ante los cuales todo Gobierno debe reaccionar con firmeza. Es cierto que en estos momentos existe una importante contradicci¨®n entre el reconocimiento expl¨ªcito de la nocividad del tabaco y el hecho de que la industria tabaquera contin¨²e disfrutando de importantes privilegios conferidos por la participaci¨®n en el negocio del propio Estado. No hay que olvidar, sin embargo, que cuando se constituy¨® Tabacalera como monopolio del Estado se desconoc¨ªan por completo las consecuencias letales del producto.La ley que sobre el tabaco aprob¨® recientemente el Parlamento es un primer intento de adecuar la legislaci¨®n vigente al compromiso que el Gobierno tiene ante el pa¨ªs, y de acuerdo a la Constituci¨®n, de proteger la vida y la calidad de los a?os vividos de todos los ciudadanos. En esta tarea nuestro Gobierno cuenta, adem¨¢s, con el total apoyo de la OMS y de los programas de promoci¨®n de la salud de la CEE.Respaldo ciudadanoPor otro lado, las medidas encaminadas a la promoci¨®n de la salud y a controlar el tabaquismo cuentan tambi¨¦n -con el masivo apoyo de la poblaci¨®n, que -contrariamente a lo que destacadas personalidades dr. la cultura espa?ola pretenden hacernos creer- ni se siente agredida ni pnvada' de ninguna libertad fundamental.
En este sentido, los datos hechos p¨²blicos recientemente son esperanzadores y descalifican por s¨ª solos los sospechosos intentos de acusar a la nueva ley de innecesaria o restrictiva de las libertades individuales. De acuerdo a la encuesta que la CEE realiz¨® entre los 12 pa¨ªses miembros en 1987, el 69% de los espa?oles -incluyendo fumadores y no fumadores- est¨¢ de acuerdo en que se deber¨ªan incrementar los impuestos sobre el tabaco, el 69% de ciudadanos de este pa¨ªs est¨¢ a favor de la prohibici¨®n total de la publicidad relativa al tabaco y el 78% est¨¢ a favor de la prohibici¨®n de fumar en los lugares p¨²blicos. Este posicionamiento mayoritario de la poblaci¨®n en 1987 se vio incluso reforzado en los resultados de las encuestas realizadas el pasado mes de marzo, es decir, inmediatamente despu¨¦s de la publicaci¨®n del decreto.
De acuerdo a esta opini¨®n generalizada, las asociaciones ciudadanas y de defensa del consumidor se han manifestado clara y reiteradamente a favor de medidas que controlen la producci¨®n, promoci¨®n y venta del tabaco.Exigen tambi¨¦n el desarrollo de programas de informaci¨®n a largo plazo en la comunidad, de educaci¨®n para la salud de los ni?os y adolescentes a trav¨¦s del sistema educativo, y de programas de apoyo a todo fumador que quiera dejar el tabaco y no lo consiga por s¨ª mismo. En esta circunstancia se halla el 55% de los fumadores espa?oles debido a la falta de recursos que hasta hoy se han destinado a atender esta creciente demanda.
La industria tabaquera todav¨ªa pretende ignorar la opini¨®n mayoritaria de la poblaci¨®n, insistiendo en desestimar que una aplastante mayor¨ªa de sus clientes no fuma por placer, sino por la dependencia a la que le ha sometido el tabaco.
La industria tabaquera se empe?a en negar la evidencia cient¨ªfica incontestable de que la nocividad del consumo masivo de tabaco es muy superior al resto de contaminantes a los que estamos sometidos en la sociedad moderna. Insiste, adem¨¢s, en presentarse como fuente de biene¨¢tar, generadora de ingresos para el Estado, creadora de puestos de trabajo, impulsora de desarrollo, suministradora de placer, mecenas del arte y del deporte y defensora de las libertades individuales. Con sutiles y tan superficiales argumentos esta industria est¨¢ intentando desviar la atenci¨®n p¨²blica de la realidad m¨¢s cruda: el producto del cual todos esos pretendidos beneficios surgen es la primera causa de muerte prematura e incapacidad en nuestro pa¨ªs. De forma m¨¢s gr¨¢fica: el n¨²mero de muertes anuales en Espa?a causadas directamente por el tabaco equivale a que cada a?o desapareciera por completo una poblaci¨®n como Soria, Teruel, Aranjuez o Figueres.
Adem¨¢s cabe se?alar otro problema del que casi nunca se habla, y es la tala de ¨¢rboles necesaria para la producci¨®n de tabaco. Por cada hect¨¢rea de tabaco curado en Espa?a se precisa talar otra hect¨¢rea de bosque, acelerando as¨ª considerablemente el ya grave proceso de desertizaci¨®n que sufre nuestro pa¨ªs.
Sin duda, los intereses econ¨®micos de esta poderos¨ªsima industria son el obst¨¢culo m¨¢s importante para que, tanto a nivel nacional como internacional, se consiga el respeto de los derechos ciudadanos a la salud, a la informaci¨®n veraz y a una razonable libertad de elecci¨®n. Si comparamos los escasos recursos econ¨®micos de los que dispone el Gobierno para informar, educar y atender a la poblaci¨®n respecto a este problema con los 10.000 millones de pesetas anuales que invierte Tabacalera en la promoci¨®n de sus productos y los 14 billones de d¨®lares que invierten las multinacionales en publicidad internacional, la desproporci¨®n es no s¨®lo evidente, sino adem¨¢s vergonzante.No habr¨¢ una aut¨¦ntica libertad de elecci¨®n hasta que todos los ni?os y adolescentes de este pa¨ªs reciban una correcta informaci¨®n y educaci¨®n al respecto y dejen de verse acosados por la publicidad equ¨ªvoca y sin escr¨²pulos que se encarga de asociar el tabaco con sus deportes favoritos, con su m¨²sica predilecta, -con viajes a los para¨ªsos so?ados y la realizaci¨®n de las aventuras m¨¢s apetecibles. No habr¨¢ libertad de elecci¨®n mientras todos los fumadores adultos que desean dejar el tabaco no cuenten con los recursos necesarios para conseguirlo. No habr¨¢ aut¨¦ntica libertad de elecci¨®n mientras Tabacalera, como declara sin rubor, pueda continuar dirigiendo sus tradicionales inversiones publicitarias a nuevas actividades de promoci¨®n indirecta para contrarrestar las restricciones recientemente aprobadas.
Necesidad de avanzar
Ante esta desproporci¨®n de poder es lamentable comprobar que se acuse ahora de hipocres¨ªa al Ministerio de Sanidad y Consumo cuando intenta iniciar la dif¨ªcil labor de superar esta situaci¨®n. Recordemos que en la ¨²ltima d¨¦cada intentos similares a ¨¦ste han costado el puesto a tres ministros de Sanidad en Estados Unidos, el Reino Unido e Italia. En estos pa¨ªses, sin embargo, el poder de la industria se ha visto limitado por la conciencia c¨ªvica de la poblaci¨®n y las personalidades de mayor prestigio de la ciencia, el arte y la cultura, que han sabido ponerse al lado de los m¨¢s d¨¦biles y, al exigir sus derechos, han logrado la aplicaci¨®n progresiva de medidas legislativas y de promoci¨®n de la salud.
Las medidas legislativas son s¨®lo una de las acciones necesarias para controlar la actual epidemia tab¨¢quica. Lejos de asegurar la superaci¨®n del problema, medidas parciales no s¨®lo son ineficaces, sino que, adem¨¢s, resultaron negativas en algunos pa¨ªses. Las medidas legislativas resultan irrelevantes y hasta contraproducentes a menos que su aplicaci¨®n vaya acompa?ada y reforzada por programas a largo plazo de sensibilizaci¨®n, educaci¨®n y apoyo en la comunidad. Se ha comprobado la efectividad de dichos programas en todos los pa¨ªses donde han sido aplicados. Por tanto, es tambi¨¦n responsabilidad de nuestro Gobierno desarrollarlos. Se han dado los primeros paso! hacia la esperanza y ahora se debe continuar avanzando. Esta celebraci¨®n no es s¨®lo una an¨¦cdota dentro del proceso por un mundo m¨¢s habitable y solidario; en nuestro pa¨ªs puede ser el s¨ªmbolo de un reto a largo plazo para que todos salgamos ganando.
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