'Ermione', recuperada del olvido
Rossini (1792-1868) est¨¢ de moda. Mientras el Festival de Pesaro contin¨²a su tenaz dedicaci¨®n, comenzada hace ocho a?os, a la recuperaci¨®n de t¨ªtulos inusuales, la Staatsoper de Viena ha ofrecido recientemente dos producciones de La italiana en Argel y El viaje a Reims, dirigidas por Claudio Abbado (la segunda, felizmente retransmitida por TVE el 20 de enero), y el teatro de la Scala de Mil¨¢n ha anunciado la inauguraci¨®n de la pr¨®xima temporada con Guillermo Tell, conducido por Riccardo Muti. Incluso en Madrid, lugar no excesivamente rossiniano (en los ¨²ltimos 25 a?os, solamente se han programado El barbero de Sevilla, La Cenerentola y Semiramide), el teatro de la Zarzuela se ha apresurado a presentar esta novedosa Ermione -a partir de hoy-, inmediatamente despu¨¦s de su reposici¨®n en Pesaro en agosto pasado, tras 168 aflos de ausencia de los escenarios, y tiene previsto abrir la temporada de 1990 con El turco en Italia.Goza, pues, Rossini de buena salud en estos tiempos que corren de boom oper¨ªstico. El culto a la belleza de la voz, los refinamientos t¨ªmbricos, la atenci¨®n especial a la melod¨ªa, los ritmos sencillos e incisivos, y hasta los alardes ornamentales y virtuosos, suponen algunos de los atractivos fundamentales de una forma de tratamiento de la ¨®pera en que la belleza ideal en abstracto tiene preferencia sobre el realismo de la expresi¨®n.
Silencio oper¨ªstico
La falta de sintonizaci¨®n con las nuevas tendencias musicales de la ¨¦poca y con la sociedad que las sustentaba fue uno de los motivos del sorprendente silencio oper¨ªstico de Rossini en los ¨²ltimos 39 a?os de su vida. Te¨®filo Gautier lo retrataba humor¨ªsticamente diciendo que "hasta en sus m¨¢s sublimes inspiraciones, el metal de su orquesta tiene resonancias de bater¨ªa de cocina", y el propio Rossini no olvidaba las referencias musicales en sus preparaciones gastron¨®micas. "La trufa es el Mozart de las setas", escrib¨ªa a un amigo, aconsej¨¢ndole la condimentaci¨®n de una ensalada de su invenci¨®n.
En ning¨²n momento le abandon¨® a Rossini el buen humor o las ganas de vivir, ni siquiera en los a?os de saturaci¨®n creadora. Cita Stendhal, en su deliciosa Vida de Rossini, el reproche que los rigoristas de Bolonia formulaban al maestro por la deficiente instrumentaci¨®n de algunas de sus composiciones. "Dispongo apenas de seis semanas para componer una ¨®pera, y durante el primer mes me divierto", les contestaba el compositor, a?adiendo: "?Cu¨¢ndo quer¨¦is que me divierta si no lo hago a mi edad y con mis triunfos? En los 15 ¨²ltimos d¨ªas escribo todas las ma?anas un dueto o un aria que se ensayan por la tarde. ?C¨®mo quer¨¦is que advierta una falta gramatical en los acompa?amientos?".
Rossini mostr¨® una especial sensibilidad hacia sus ¨®peras serias. En la entrevista que mantuvo en Par¨ªs en 1860 con Wagner, ¨¦ste afirmaba que obras como Mois¨¦s o Guillermo Tell eran aut¨¦ntica "m¨²sica de futuro". Rossini reconoc¨ªa a Mozart, Haydn y Beethoven como sus maestros, de los que todo hab¨ªa aprendido. Los ¨²ltimos a?os de su vida los dedic¨® a profundizar en Bach, al que consideraba un genio universal y un milagro de Dios.
Ermione forma parte de las ¨®peras serias del per¨ªodo napolitano. Fue estrenada en el teatro San Carlos en 1819. A pesar del fracaso que supuso su primera representaci¨®n, en un momento de enorme popularidad del autor, y del olvido a que fue relegada posteriormente, Rossini siempre crey¨® en sus valores.
El punto de partida de Ermione es Andr¨®maca (1667), de Racine. La visi¨®n del amor, la sensibilidad dram¨¢tica y la refinada elegancia del autor franc¨¦s hab¨ªan servido de inspiraci¨®n a varios compositores, como Haendel, en Athalie (1720); Mozart, en Mitr¨ªades (1770), o Gluck, en Ifigen?a en ?ulida (1774). Tambi¨¦n Andr¨®maca hab¨ªa sido anteriormente puesta en m¨²sica por Andr¨¦ Gr¨¦try, en 1780. Tragedia del amor no correspondido, se basa, a su vez, en la obra del mismo t¨ªtulo de Eur¨ªpides. Las pasiones individuales de los cuatro personajes principales -Ermione, Andr¨®maca, Pirro, Orestes- se muestran teniendo como tel¨®n de fondo las consecuencias de los acontecimientos de Troya.
Necesita la obra unos int¨¦rpretes de primer¨ªsima l¨ªnea. A las habituales florituras y ejercicios de estilo hay que a?adir un deseo de intensidad emocional en los sentimientos de los personajes De Isabel Colbrand, primera int¨¦rprete de Ermione, a Montserrat Caball¨¦, protagonista en la Zarzuela, hay una larga tradici¨®n espa?ola de voces especialistas en el bel canto.
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