Las lecciones de Alicia Alonso
Arriba, en el escenario, estaba do?a Alicia en mallas, con sus espl¨¦ndidos 66 a?os, su medio siglo de profesionalidad y toda la proverbial fuerza de su car¨¢cter. La acompa?aban su actual partenaire esc¨¦nico, Orlando Salgado, dos j¨®venes reci¨¦n salidos de la escuela del Ballet Nacional de Cuba -Yvonne Lemus y Jos¨¦ Manuel Torres Carre?o- y 14 bailarines espa?oles que -entre los trapos y las lanas con que desesperadamente intentaban taparse el cuerpo y la cara de susto, que no se les empez¨® a quitar hasta el tercer d¨ªa- m¨¢s parec¨ªan supervivientes de un naufragio que los bailarines profesionales que eran.Abajo, en el patio de butacas, m¨¢s de 300 oyentes -profesores, cr¨ªticos, bailarines, core¨®grafos, flamencos, estudiantes y bur¨®cratas de la cultura segu¨ªan en un apasionado silencio el desarrollo de cada lecci¨®n.
Ciclo de Lecciones Magistrales
Alicia Alonso. Organizado por el Instituto de las Artes Esc¨¦nicas y la M¨²sica (INAEM). Coordinador: Roger Salas. Profesor ayudante: Orlando Salgado. Madrid. Teatro Alb¨¦niz. Del 11 al 16 de abril.
La situaci¨®n no pod¨ªa ser m¨¢s ins¨®lita. Las estrellas del ballet suelen tener escasa vocaci¨®n por la ense?anza; son avaras de sus conocimientos y, cuando se animan, se limitan a trabajar con su compa?¨ªa, a puerta cerrada.
Para los muchachos, como los llamaba Alicia -acaudillados por Arantxa Arg¨¹elles Carmen Molina y los dem¨¢s primeros bailarines de nuestra compa?¨ªa cl¨¢sica-, la situaci¨®n era igual de ins¨®lita y sin duda mucho m¨¢s inc¨®moda.
El ciclo ha estado dedicado a la comprensi¨®n de algunos de los distintos estilos del repertorio tradicional y moderno: rom¨¢ntico, cl¨¢sico de Petipa, neorroin¨¢ntico de Dolin y Fokine, neocl¨¢sico de Balanchine y Tudor, d¨¦micaract¨¨re. El estilo es la manera de utilizar la t¨¦cnica para que pueda transmitirse la intenci¨®n que subyace en una obra determinada, el sabor de una ¨¦poca, la caracteriz aci¨®n delos personajes, los valores y el universo social y mental del core¨®grafo. Contrariamente a lo que tan com¨²nmente se ense?a, el estilo no es s¨®lo cuesti¨®n dematiz o de l¨ªnea; es la forma de trabajar el movimiento lo que lleva a dominax un estilo -como insist¨ªa tan elocuentemente Alicia-; la sensaci¨®n a partir de la cual sale, o la que produce en el bailar¨ªn, el movimiento, lo que llevar¨¢ a encontrar la forma que se persigue.
Y as¨ª, do?a Alicia los puso, primero de todo, a aprender a andar: el andar rom¨¢ntico de Giselle, partiendo de una sensaci¨®n de aire, pisando s¨®lo sobre la media punta; el andar erguido, seguro, aristocr¨¢tico ("?c¨®mo le dir¨ªa yo? Con mucha cultura") de la bella durmiente, pisando ya con todo el pie; el andar alado de los cisnes; el andar realista sublimado de Tudor...
Momentos clave
Luego trabajaron variaciones representativas, momentos clave de estos grandes ballets. Todo fue, sin duda, demasiado corto. Se vieron destellos aqu¨ª y all¨¢ que pod¨ªan iluminar determiandas obras, sin posibilidad de profundizar pero que, para muchos de los asistentes, tanto de arriba como de abajo, formados en la obsesi¨®n de la t¨¦cnica y en la costumbre de la ausencia de razones, eran una verdadera revelaci¨®n.
El ¨¦xito de la Alonso en esta experiencia -que tambi¨¦n era nueva para ella, y que acept¨® hacer aqu¨ª porque "Espa?a es un pa¨ªs tan importante para la danza y para el ballet, Espa?a nos ha dado tanto, que yo quiero dar lo que tengo, hacer todo lo posible para que el ballet se consolide aqu¨ª"- ha sido rotundo. No por haber demostrado su talla de maestra, lo que era innecesario, sino por la inquietud que ha sembrado en ese hervidero -como ella lo calific¨®que es hoy el mundo de la danza aqu¨ª.
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