El mundo de Richard Wyands
La clave fue la segunda canci¨®n, Oldfolks. Todo el mundo la conoce bien. Richard Wands la debe y de haber tocado un mill¨®n de veces con Kenny Burrell, as¨ª que los pocos que est¨¢bamos en el San Juan cre¨ªamos saber lo que nos esperaba.Pero no. Wyands jug¨® primero a esconder la melod¨ªa; despu¨¦s, Lisle Atkinson busc¨® la armon¨ªa con un glissando; por fin, Leroy Williams cogi¨® las escobillas y se puso a tocar tan suave que parec¨ªa no rozar los parches: y aquello fue otra cosa. No el mundo de Kenny Barrell, sino el mundo de Richard Wyands.
Y el mundo de Richard Wyands es un mundo de detalles. Detalles como que el concierto empezara con Unil seven, un cl¨¢sico menor de Sam Jones. O que el blues fuera Freddie freeloader, uno de los temas menos frecuentados del muy frecuentado Kind of blue, de Miles. O que el regalo fuera el precioso Aftemoon in Paris, del maestro John Lewis.
Richard Wyands
Richard Wyands, piano; Lisie -Atkinson, contrabajo; Leroy Williams, bater¨ªa. Colegio mayor San Juan Evangelista. Madrid, 17 de abril.
A Richard Wyarads se le notan a veces influencias -Ahmad Jamal, Bud Powell, Erroll Garner en las introducciones-, pero tiene su propia voz. Es un exquisito del jazz, con un perfecto equilibrio en el juego de ambas manos. Acompa?a prodigiosamente. Tiene agudeza para la cita, intuici¨®n, buen gusto, y autoridad para dirigir la interpretaci¨®n, modelar su atm¨®sfera y hacerla llegar a los fin¨¢les m¨¢s inesperados.
Sonido denso
A los bajistas se les suele elogiar por el car¨¢cter dense, y oscuro de su sonido. A Lisle Atkinson hay que elogiarle por todio lo contrario. En los solos, al menos, tiene un sonido claro y como delgadito, que le viene muy bien a su tipo de fraseo. Resulita ¨¦ste bastante particular, aurique sin llegar a las extrernosidades de Buster Williams, y sin perder el swing. Como Wyand.s, Lisle Atkinson tiene tambi¨¦n sus detalles. Por ejemplo, cantarse los solos, cosa que desde Slam Stewart se sabe que logran funcionar muy bien.Leroy Willianis es un bater¨ªa muy musical y poco dado al estr¨¦pito; y, como ruido no equivalente a swing, sino m¨¢s bien al contrario, pues es un bater¨ªa con mucho swing.
Williams conduce el ritmo con tanta seguridad que llega a parecer que aquello es natural, y no hace falta nadie para hacerlo. Discreto, llev¨® esta i¨¢rtud hasta el punto de dejar que en su n¨²mero de lucimiento se luciera Wyands tanto como ¨¦l. Su otro solo largo, en How insensitive, no result¨® tan largo: nada m¨¢s dos veces el esquema de la canci¨®n. Las dem¨¢s exhibiciones las hizo con sus compa?eros, intercambiando con ellos grupos de compases.
Pero con hablar dle los m¨²sicos no basta liara hablar el tr¨ªo,porque en estos grupos de jazz el todo tiene que ser otra cosa que la suma de las partes.
Decir que el tr¨ªo fue una m¨¢quina ser¨ªa una injusticia. Fue m¨¢s y menos. Fue la reuni¨®n de unos m¨²sicos que se escuchaban, dialogaban y, algunas veces, se perd¨ªan; en esos momentos, Richard Wyands levantaba la cabeza, sonre¨ªa y miraba a los otros, como record¨¢ndoles que aquel era su mundo y el que mandaba era ¨¦l.
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