Un buen trabajo
Salieron tan deslucidos los atanasios, que se hac¨ªa dificil crear arte y, en el caso de Rafael de Paula, era absolutamente imposible, visto el ¨¢nimo que llev¨® a la Maestranza. No es que el arte sea ut¨®pico con toros deslucidos, pues el arte se le llama al propio ejercicio torero, y nadie ha dicho que haya de circunscribirse a los derechazos y los naturales. Pero como los toreros s¨®lo conocen, de la ciencia taur¨®maca, esos dos temas, basta con que un toro no los admita para que renuncien de plano a invocar el arte. Y, entonces, quien es pundonoroso lo suple con valor, quien profesional, con oficio, y quien re¨²ne ambas virtudes -como Ortega Cano y Espartaco ayer- hace un buen trabajo.Tampoco acaeci¨® que los seis atanasios salieran deslucidos. Hubo uno boyante y otro potable. El boyante le correspondi¨® a Ortega Cano y fue incapaz de hacerle el toreo puro y hondo de su especialidad. Un hombre puede estar en horas bajas y Ortega Cano es muy probable que atravesara tal crisis an¨ªmica durante la lidia de ese toro. Esta fue la paradoja: mientras con el otro toro, el malo, triunf¨®, con el boyante fracas¨® estrepitosamente. Ortega Cano es cierto que se esforzaba en depurar los derechazos y los naturales, pero no le sal¨ªan templados, ni consegu¨ªa ligarlos. Cien pases llegar¨ªa a dar, cada uno peor que el anterior. Mediada la faena, la gente perdi¨® la paciencia, le silbaba, hubo hasta protestas, y ped¨ªa que concluyera de una vez.
Atanasio / Paula, Ortega Cano, Espartaco
Toros de Atanasio Fern¨¢ndez, con peso y tama?o, sospechosos de pitones, en general de feo estilo. Rafael dePaula: cuatro pinchazos, otro hondo, rueda de peones y ocho descabellos (bronca,); dos pinchazos baj¨ªsimo, otro hondo atravesado, rueda de peones y siete descabellos (bronca y almohadillas). Ortega Cano: pinchazo -aviso con retraso-, estocada corta trasera y rueda de peones (silencio); estocada (escasa petici¨®n y vuelta). Espartaco: dos pinchazos y estocada (algunas palmas); estocada (oreja). Plaza de la Maestranza, 20 de abril. S¨¦ptima corrida de feria.
Cuando Paula sudaba tinta china para descabellar al cuarto toro, Ortega Cano se acerc¨® a ayudar y el artista gitano, herido, de s¨²bito, en su amor propio, le indic¨® que regresara al callej¨®n. La verdad, no se sabe muy bi¨¦n qu¨¦ apoyos podr¨ªa allegar Ortega Cano, si no se trataba de coger el toro en brazos; pero como la gente estaba furiosa con Paula, se puso de su parte, le ovacion¨® con fuerza y ese fue el armisticio entre el diestro cartagenero y la afici¨®n sevillana.
A un toraco descastado y huido, el diestro cartagenero lo porfi¨® muy valiente en el tercio. Cuando le daba su querencia a tablas, los muletazos sal¨ªan suaves; cuando le daba la contraquerencia a los medios, sal¨ªan atropellados. Pero eran patentes el pundonor, la buena t¨¦cnica, el valor de Ortega Cano para sacar partido al atanasio, honra y prez de los m¨¢s olorosos muladares salmantinos.
Porf¨ªas valientes aplic¨® asimismo Espartaco al tercer atanasio, que se quedaba en el centro de la suerte, y embarc¨® con temple y largura las pocas embestidas alegres y nobles que tuvo el sexto. Despu¨¦s ese sexto se hizo igual de mulo que el anterior y lleg¨® entonces la fase m¨¢s importante de la faena, pues Espartaco impidi¨® su hu¨ªda dobl¨¢ndolo por bajo, lig¨® cuatro pases de gran dominio, cuadr¨®, marc¨® los tiempos del volapi¨¦ y cobr¨® una gran estocada que le vali¨® la oreja.
Toreros trabajadores quer¨ªan los atanasios y estaba all¨ª Paula, que del trabajo huye como de la bicha, os¨², toca maera. Abrumado por el trabajo ajeno, v¨ªctima de la aflicci¨®n, pegaba trapazos con el capote, machetazos con la muleta, hendientes sablazos en despavorida hu¨ªda con el estoque. Al final quiso hacer un quite a la ver¨®nica, dio dos de buen corte, y desisti¨®, porque el p¨²blico no se lo consent¨ªa. Al parecer, para el p¨²blico, el arte debe ser a su hora y cuando el artista gitano -terno ceniza y oro- se hizo presente con su capote de-g¨¹erta-jasule (de vueltas azules) era la hora del tajo.
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