Espartaco acaba con el hasti¨®
Las tres primeras corridas de la llamada semana de farofillos se han caracterizado por un elemento com¨²n: el pobre juego de los toros. Dieciocho toros son muchos toros como para que -sin consultar nuestras notas- no recordemos ninguno que pueda considerarse moderadamente bravo. Naturalmente, en la mansedumbre tambi¨¦n hay grados, pero, en definitiva, aquella ha sido la nota dominante.Por tanto, el aburrimiento fue tambi¨¦n la t¨®nica general hasta el sexto de ayer. Una corrida de toros mansos puede despertar un gran inter¨¦s para los aficionados, pues es ocasi¨®n propicia para comprobar las cualidades lidiadoras de los diestros. Pero si a la mansedumbre se une la falta de casta y la falta de fuerzas, ya no estamos en presencia de un toro de lidia manso, sino de un toro de Guisando, al que no le dar¨ªa un pase ni el mism¨ªsimo Frascuelo, que resucitara. Y ¨¦ste ha sido el grave problema de las tres ¨²ltimas corridas.
El hast¨ªo se apoder¨® de los espectadores y no se ahuyent¨® hasta el toro decimoctavo -que son muchos toros-, lidiado por Espartaco, aunque despertara algo del letargo en el toro anterior a cargo de Ortega Cano.
El de Cartagena ha concluido su labor en la feria, y el balance ha sido anodino. Es un torero con elegancia, pero ejerce, y por ello, a veces, aquella se transforma en afectaci¨®n. Lo mejor de ayer la estocada al quinto.
Rafael de Paula tore¨® la segunda corrida del abono. Las expectativas invernales, tras los triunfos del oto?o en Madrid y Sevilla, parecen desvanecerse. Ayer, adem¨¢s, perdi¨® los papeles al expulsar p¨²blicamente a Ortega Cano del entorno del toro que trataba con aflicci¨®n de descabellar, y a donde acudi¨® ¨¦ste para ayudarle. Muy mal Paula por el gesto p¨²blico, y de oficiosidad debe calificarse lo de Ortega Cano. Eso se hace con un novillero que empieza, no con un matador tan veterano.
Espartaco nos despert¨® definitivamente en una tarde que iba cuesta abajo. De los toreros que han actuado hasta ahora es el que tiene, sin duda, m¨¢s oficio. Se coloca muy bien y torea con desahogo. Adem¨¢s, cada vez templa m¨¢s, incluso a los toros con genio. Elige la oportunidad de entrar a matar, y lo hace por derecho, sin alivio. Evidentemente, todav¨ªa puede perfeccionar m¨¢s su toreo. Ser¨ªa bueno que procurara coger el estaquillador por el centro, y esforzarse por desterrar el pico de la muleta -del que ocasionalmente abusa- y tratar de torear siempre con la panza. Si adem¨¢s tuviera duende, acabar¨ªa con el cuadro.
Babelia
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